El mundo de la cumbia peruana, un género que se alimenta tanto del ritmo y la alegría como del drama y las rupturas, vive uno de sus episodios más sonados y dolorosos.
El conflicto ha puesto en el centro del huracán a la prestigiosa orquesta Son del Duque y a sus ex integrantes, quienes decidieron tomar un camino independiente bajo el nombre de Amor Rebelde.

Lo que inicialmente se manejó como una simple renuncia de músicos ha escalado a una acusación de traición.
Una traición que ha sido confirmada con firmeza por la voz de mando de la agrupación.
El dueño de Son del Duque ha roto su silencio en el programa ‘Esta Noche’.
Él ha arrojado luz sobre una verdad que, según su testimonio, se gestó en la oscuridad y se ejecutó con premeditación.
La revelación es demoledora.
Los integrantes de Amor Rebelde, a quienes en la cumbia no se duda en tachar de “Judas”, tenían ya todo “planeado para alargarse” de la agrupación mucho antes de que el público lo sospechara.
Pero antes de adentrarnos en la bomba principal, es necesario situar el drama interno que vive Son del Duque.
Un drama que ilustra la tensión constante que impera en estas orquestas de alto rendimiento.
En el programa, la presentadora, con la picardía que caracteriza a la farándula, confrontó a Tamara Gómez, una de las integrantes de la orquesta.
Ella fue acusada de ser la responsable indirecta de la partida de sus compañeros.
La frase lapidaria fue: “Tamara, por tu culpa se han ido todos”.
La cantante, ante la acusación, mostró una sorpresa fingida o genuina, declarando: “Recién me entero de eso.
No sabía”.
El debate continuó con la pregunta que insinuaba la malicia.
¿Llegó Tamara Gómez con un “cerrucho” a Son del Duque?
Es decir, ¿llegó con la intención de sabotear o de desplazar a otras integrantes?
La respuesta de la artista fue una negación rotunda.
“La verdad no.
La verdad no.
Justo cuando me integran al grupo de WhatsApp, yo digo, ‘Chicas, he venido a sumar'”, se defendió Tamara Gómez.
Su explicación intentó situar su ingreso como un acto de colaboración, no de rivalidad.
El drama femenino en la cumbia, sin embargo, es un tema recurrente y explosivo.
La presentadora del programa recordó que el conflicto de la “chica rat” (un término peyorativo para referirse a la cantante que genera intrigas) no era nuevo.
Según el testimonio, la primera en iniciar esa dinámica había sido Cielito Fernández, una exintegrante clave de la orquesta.
Tamara Gómez, al ser confrontada con la decisión de los jefes de asignarle el rol de “chica rat“, se resignó profesionalmente.
“Ahora los jefes me han dicho, ‘Hazlo tú’, y yo lo tengo que hacer porque soy profesional”, explicó la cantante, aceptando el rol impuesto por la dirección artística.
Este segmento del show ilustra la infantilización y las pataletas sin sentido que a menudo se magnifican en el género, especialmente entre figuras que, como se dijo en el programa, “se cree[n] estrellas cuando en realidad simplemente copiaron lo que ya dejó hecho Cielito Fernández”.
La crítica es un dardo para las cantantes que asumen aires de diva sin haber consolidado un legado propio.
Pero la verdadera bomba, la que confirmó el dolor y el quiebre irreconciliable con los exintegrantes, vino de la voz del propio dueño y señor de la marca, Ronald Reque o Alex Duque.
Él confirmó que la partida de Amor Rebelde fue una traición planificada.
Una traición que se ejecutó de la manera más dolorosa.
En un testimonio que destila amargura y decepción, el dueño de Son del Duque reveló que el proyecto de escisión ya estaba en marcha antes de que la orquesta emprendiera su gira por Europa.
La gira europea, que debería haber sido un momento de triunfo y unión, se convirtió en el escenario de la infidelidad empresarial.
Cuando se le preguntó directamente si los integrantes le habían hablado de su partida, la respuesta fue contundente y reveladora.
“La verdad sí.
No es que pasó, ay, pasó esto en Europa y por eso pasó.
No, no.
Yo sabía que esto venía de antes y lo digo con firmeza porque yo, yo sé que hablaron conmigo y y esa persona habló conmigo.
Verdaderamente habló conmigo”, confesó el dueño.
Esta declaración desmiente la narrativa.
La narrativa de que la ruptura fue una reacción espontánea a problemas surgidos en el viejo continente.
La verdad es que la deserción fue una estrategia.
Una estrategia cocinada a fuego lento mientras se beneficiaban de la exposición y los ingresos de la marca madre.
La traición se siente más profunda en el plano personal.
El dueño expresó su dolor por la falta de comunicación y el engaño de quienes consideraba sus amigos.
“Hablan de mi persona, pero no creo que sean amigos como lo dicen ellos, ¿no?
Porque un amigo no creo una amistad que llevamos así no se hace esto, no.
Hubieran conversado, hablado conmigo, hubiera entendido su proyecto”, lamentó Alex Duque.

La traición, en la cumbia, no es solo un acto de negocios.
Es una ruptura de una familia laboral que a menudo vive y viaja junta.
El dueño señaló que, si se hubieran acercado a él con honestidad, el resultado habría sido diferente.
Él ya había demostrado su capacidad para manejar estas transiciones.
Puso como ejemplo la salida de Cielito Fernández.
Una salida que se dio en un marco de respeto y entendimiento.
El contraste entre la salida de Cielito Fernández y la de Amor Rebelde es el núcleo de la amargura de Alex Duque.
El dueño de Son del Duque también lanzó una pulla económica.
Una pulla dirigida a la retórica de que los músicos son explotados.
Al ser consultado sobre si los desertores “comían en Europa”, la respuesta fue un rotundo sí.
“Por supuesto que comían, Cholita”, afirmó.
Esta respuesta desacredita la posible excusa de que la gira fue un fracaso financiero o logístico.
El dueño usó entonces el término definitivo para calificar a los exintegrantes.
“Por eso se les llama Judas”.
La carga de esta palabra es inmensa.
Sugiere una ofensa moral que trasciende lo empresarial.
Y el dueño cerró esa puerta con una declaración de principio.
Espera que hayan entendido que el dueño, “amo y señor”, como lo llamó otro influencer (Santeño), ya no los quiere en su lista de amigos.
La marca Son del Duque no se queda paralizada por la deserción.
La orquesta ha reaccionado de inmediato.
Ha buscado el reemplazo para llenar el vacío dejado por los “Judas”.
Y lo ha hecho de una manera que confirma el ciclo implacable de la cumbia: la búsqueda de la fórmula que ya funcionó.
El nuevo ingreso a Son del Duque es Evbony Delgado.
Ella es una cantante que ha generado un shock en la audiencia por su parecido vocal y estético con la icónica Cielito Fernández.
“Es casi casi la copia de Cielito.
Nos hemos quedado en shock”, fue la reacción mediática.
Este movimiento subraya que, en la cumbia, la individualidad a menudo se subordina a la necesidad de replicar el éxito.
La “marca” es más importante que la persona.
Y el dueño siempre buscará la voz y el look que el público ya ha aceptado.
La presencia de la nueva integrante, Evbony Delgado, fue utilizada por el programa para enviar otra indirecta poderosa a los desertores.
En un momento de música, se lanzó un mensaje cargado de ironía.
La nueva integrante es una prueba de que la máquina de hacer música de Son del Duque sigue funcionando.
Y que los reemplazos están a la vuelta de la esquina.
El mensaje final de Alex Duque a los integrantes de Amor Rebelde fue, sorprendentemente, conciliador pero bajo sus propios términos.

Al ser consultado sobre si “aceptaría que ingrese Amor Rebelde”, el dueño respondió con humor.
“Bueno, podríamos ir para para su aniversario, ¿no?
Que cumplan un año”.
Esta ironía es un golpe de gracia.
Sugiere que su nueva agrupación es tan insignificante que solo merecería la atención de la marca madre para celebrar su supervivencia inicial.
El mensaje del dueño es categórico y resume la filosofía de la industria.
“Querías Duque.
Toma Duque.
La marca siempre será la marca”.
Esta frase es una declaración de poder y resiliencia.
Significa que el nombre “Son del Duque” está por encima de cualquier cantante.
Está por encima de cualquier traición.
El dolor de la traición personal de Alex Duque es innegable.
Pero su respuesta profesional es la de un empresario que entiende el negocio.
La cumbia es un género de ciclos rápidos.
Un género donde los artistas van y vienen.
Pero la orquesta, si tiene una base sólida, perdura.
La historia de Amor Rebelde y su salida de Son del Duque es un recordatorio amargo.
Un recordatorio del alto costo emocional que implica el éxito en la música.
Las ambiciones personales, cuando no se comunican con honestidad, se convierten en actos de “Judas”.
Actos que dejan heridas que no se cierran fácilmente.
El dueño de Son del Duque ha dejado clara su posición.
Él ha confirmado la premeditación del abandono.
Y ha señalado a los responsables de la ofensa moral.
La guerra de la cumbia ha declarado un nuevo frente.
Un frente donde la lealtad y el respeto empresarial se han puesto a prueba.
Y la marca madre ha respondido con un reemplazo que es casi un clon.
Un clon que asegura que el show debe continuar.
Y que el dueño, a pesar de las lágrimas y la decepción, siempre tendrá la última palabra.
La última palabra es que la marca permanece.
Y que el Judas es el que se queda sin la lista de amigos.
El mundo de la cumbia seguirá girando.
Pero este episodio será recordado como la traición de la gira europea.
Una traición que fue planeada.
Y que ahora ha sido expuesta.
La vida de los cantantes de cumbia es una montaña rusa de fama y drama.
Y Son del Duque ha vivido su momento más amargo.
Un momento que se ha convertido en rating para ‘Esta Noche’.
Y en una lección pública sobre la lealtad.
Una lección que resuena en toda la farándula peruana.
Y que es un testimonio del poder y la amargura del dueño.
Un dueño que, en su dolor, se consoló con la certeza de que su marca es inmortal.
La marca que ha sobrevivido a todos los cantantes.
Y que sobrevivirá a los “Judas”.