La vida pública de María Julia ‘Maju’ Mantilla, la querida ex Miss Mundo y conductora de televisión, se ha visto envuelta en las últimas semanas en un torbellino de emociones extremas, que la han llevado del escándalo mediático a la tragedia personal.
La reciente partida de su madre ha sumido a la figura televisiva en un luto desgarrador, un dolor profundo que ha compartido con sus seguidores a través de redes sociales, conmoviendo a una nación que la ha visto crecer y triunfar.

Sin embargo, en medio del velatorio y el entierro, una presencia incómoda ha acaparado la atención: la de su aún esposo, Gustavo Salcedo, cuya sombra de infidelidad se cierne sobre el drama familiar, añadiendo una capa de complejidad y polémica a un momento que debería ser exclusivamente de recogimiento.
El anuncio del fallecimiento de su madre, ocurrido un lunes cerca de las 7 de la noche, fue dado a conocer por la propia Mantilla con una sinceridad que reflejaba la devastación.
El mensaje, publicado en sus plataformas digitales, no era solo una nota de prensa, sino un testimonio de amor y de un sufrimiento íntimo, compartido por su hermana mayor, su hermana, y su tía, quienes la acompañaban en el momento final.
“Devastada, la conductora y ex Miss Mundo Maju Mantilla atraviesa uno de los momentos más difíciles de su vida tras el fallecimiento de su madre, a quien dedicó un mensaje lleno de amor y nostalgia en sus redes sociales con palabras que reflejan el inmenso dolor de su pérdida.”
El inmenso dolor se hizo palpable en sus primeras palabras, reconociendo la magnitud de la pérdida:
“Ha sido muy, pero muy doloroso.
No hay nada que pueda explicar lo que sentimos en estos momentos, comenzó diciendo Maju Mantilla.”
Este sentimiento de vacío y de incomprensión ante la tragedia es universal, pero para Mantilla, este duelo llega en un momento de particular vulnerabilidad.
La exreina de belleza no solo está lidiando con la ausencia materna, sino que también está inmersa en la gestión de una crisis matrimonial expuesta públicamente, una doble carga emocional que solo agrava su sufrimiento.

La emotiva publicación de Maju reveló un detalle crucial que conecta directamente el duelo con el escándalo de infidelidad: la enfermedad de su madre era un secreto a voces en su entorno.
Mantilla confirmó que su madre fue diagnosticada con cáncer en 2020.
Desde entonces, la familia había estado librando una batalla silenciosa, con tratamientos y una esperanza que se desvanecía lentamente.
“En el 2020 fue diagnosticada con cáncer y venía recibiendo tratamientos para detener el avance de la enfermedad.
Cada día, cada mes, era una prueba de esas que te parten el corazón en pedacitos y necesitas tiempo para asimilarlo.
Era como mirar al cielo y preguntarnos, ¿por qué? buscando esas señales, esas respuestas que nunca te convencen.”
Este contexto añade una arista moral al comportamiento de Gustavo Salcedo.
Mantilla confirmó implícitamente que su esposo sí estaba al tanto de la dura enfermedad que padecía su progenitora.
El conocimiento de la fragilidad familiar, del inmenso sufrimiento que su esposa y su suegra estaban experimentando, hace que el escándalo de infidelidad —la evidencia de Salcedo con otra mujer— resulte aún más cruel y desconsiderado.
En lugar de ser un pilar de apoyo en el momento de mayor vulnerabilidad familiar, Salcedo, con su supuesta infidelidad, expuso a Mantilla y a su familia a una vergüenza y dolor innecesarios en un período ya marcado por la enfermedad terminal.
El mensaje de Mantilla a su madre es un epitafio de profunda admiración y dolor:
“Mamá, solo te mereces amor, flores, alegrías, oraciones, cánticos y los más bellos recuerdos en la casa.
La alegría de tus nietos y las reuniones familiares en tu nombre.
Tu ausencia pesa en el alma como será el silencio de tu voz.
Nuestro corazón tiene escrito tu nombre y en nosotros quedan tus abrazos y tu memoria.
Te amamos.”
Estas palabras, que pintan la imagen de una madre amada y un hogar lleno de recuerdos, contrastan brutalmente con el caos emocional que ha traído la figura del yerno.

El dolor del velorio y el entierro, capturado por las cámaras, mostró a una Maju Mantilla visiblemente “destrozada”.
Las imágenes de la exreina de belleza, llorando la pérdida de su madre de 75 años producto del cáncer, son un recordatorio crudo de su humanidad.
“La exreina de belleza Maju Mantilla no le está pasando nada bien por estas fechas luego del escándalo de infidelidad que expuso Gustavo Salcedo y ahora el triste fallecimiento de su madre a los 75 años de edad, producto al cáncer.
Esta vez las cámaras de televisión pudieron captar a Maju Mantilla en el entierro de su progenitora.”
En medio de esta tristeza, se produjo un momento inaudito, un reflejo de la extraña obsesión por la celebridad que a veces ignora la decencia.
El padre que oficiaba la misa al féretro le pidió un selfie a Maju Mantilla.
Este acto, en un momento tan íntimo y sagrado, es una muestra impactante de cómo la fama puede invadir incluso los espacios más privados y dolorosos, una invasión que no hizo sino intensificar el ya difícil trance de la conductora.
Sin embargo, el foco de la polémica se centró en la presencia constante y destacada de Gustavo Salcedo.
Salcedo se dejó ver muy cerca de su todavía esposa y de su familia.
Su presencia fue notoria, permaneciendo hasta altas horas de la noche en el velorio, actuando “como si él aún estuviera con ella”.
Esta actitud, interpretada por muchos como un intento de “bien figuretti” o de limpiar su imagen pública, ha generado una fuerte reacción.
“Y su progenitora ya no está en este plano, a quien también se le vio muy cerca y casi todo el 28 de octubre fue Gustavo Salcedo, quien se quedó hasta altas horas de la noche acompañando a su todavía esposa y a su familia como si él aún estuviera con ella.”
El análisis periodístico y la percepción popular sugieren que la madre de Maju, conociendo el escándalo de infidelidad, probablemente “se fue de este mundo no teniendo el mejor concepto de Gustavo”.
La persistencia de Salcedo en el velorio y entierro, presentándose “en el velorio en más de dos oportunidades”, se percibe menos como un apoyo genuino y más como un intento de redención pública o de mantener las apariencias.
Su necesidad de figurar en un evento de tal sensibilidad, después de haber causado tanto dolor, plantea serias dudas sobre sus verdaderas motivaciones.
Si bien el deber de un esposo, incluso separado, es apoyar a su familia política en el duelo, la notoriedad con la que Salcedo se presentó, y el contexto de su reciente escándalo, inevitablemente tiñen su presencia de un oportunismo mediático.

La situación de Maju Mantilla es un retrato de la resiliencia femenina frente al dolor y la traición.
Ella se encuentra en una encrucijada emocional: la pérdida irreemplazable de su madre, la carga de una enfermedad de cuatro años y el fracaso público de su matrimonio.
La fuerza que exhibe, al compartir su dolor y continuar con los ritos funerarios bajo el escrutinio de las cámaras, es innegable.
El mensaje final de Mantilla a su madre es un testamento de amor que sobrepasa el escándalo.
Ella elige centrarse en “amor, flores, alegrías, oraciones, cánticos y los más bellos recuerdos”, una estrategia emocional para elevarse por encima de la mezquindad de la infidelidad y el figuretismo de su esposo.
La despedida a su madre se convierte en un acto de purificación emocional, un intento de sanar las heridas con amor y memoria, dejando fuera el resentimiento y el dolor causados por Salcedo.
La ausencia de su madre, cuyo peso se siente en el alma, será un vacío difícil de llenar.
Mientras Maju Mantilla navega este oscuro período, la presencia de Gustavo Salcedo continuará siendo un recordatorio público de la traición sufrida.
El duelo de Mantilla es, por lo tanto, un drama de dos actos: la tristeza por la partida de su madre y la lucha por definir el futuro de su matrimonio, todo bajo la atenta mirada de un país que la apoya incondicionalmente.
La ex Miss Mundo, con el corazón roto, se enfoca ahora en honrar la memoria de su madre, con la esperanza de que el tiempo logre mitigar el dolor de la ausencia y, quizás, el dolor de la traición.
El Perú entero acompaña a Maju en este durísimo trance.