El mundo del entretenimiento mexicano está de luto tras la partida de Juan Ferrara, uno de los actores más icónicos de la televisión y el teatro.
Ferrara falleció a los 82 años, dejando un legado imborrable en la industria y en los corazones de quienes lo admiraron.
En su funeral, celebrado el pasado domingo en la Ciudad de México, las emociones estuvieron a flor de piel.
Su hijo mayor, Juan Carlos Bonet, fue visto sosteniendo el retrato de su padre mientras derramaba lágrimas, un gesto que encapsuló la profunda tristeza que embarga a su familia y a sus seguidores.
Juan Ferrara, nacido como Juan Félix Gutiérrez Puerta el 8 de noviembre de 1943 en la Ciudad de México, creció en una familia artística prominente.
Hijo de la legendaria actriz Ofelia Guilmáin y hermano de las actrices Ester y Lucía Guilmáin, Ferrara estuvo rodeado de talento desde su infancia.
Su madre fue una inspiración constante, pero también una fuente de dolor.
En una entrevista de 2006, Ferrara confesó que uno de los momentos más tristes de su vida fue no haber podido estar con Ofelia en sus últimos días debido a compromisos de trabajo.
“Me sentí culpable por no despedirme adecuadamente”, dijo con lágrimas en los ojos.
La carrera de Juan Ferrara comenzó en 1965, cuando tenía 22 años, con un pequeño papel en la película Tajimara.
Formado en la prestigiosa escuela de actuación de Televisa, Ferrara rápidamente destacó por su talento y versatilidad.
En 1966 obtuvo su primer papel protagónico en la película Los Ángeles de Puebla, lo que marcó el inicio de una trayectoria llena de éxitos.
Ese mismo año, protagonizó la telenovela El espejismo brillaba, que lo catapultó al estrellato en México y América Latina.
Durante la década de 1970, Ferrara consolidó su lugar como uno de los galanes más queridos de la televisión mexicana.
Protagonizó telenovelas como Viviana (1978-1979) y El hogar que yo robé (1981), que no solo le dieron reconocimiento, sino también una base de admiradores que lo siguieron durante toda su carrera.
Su influencia se extendió más allá de México; en Puerto Rico, Ferrara protagonizó la telenovela Laura Guzmán, culpable, que se convirtió en uno de los programas más vistos en la historia del país.
A pesar de sus muchos éxitos, la carrera de Ferrara no estuvo exenta de desafíos.
En 1990, participó en la telenovela Cenizas y Diamantes, que fue un fracaso comercial y crítico.
Ferrara admitió que este proyecto lo dejó frustrado y lo llevó a cuestionar sus capacidades como actor.
Sin embargo, siempre encontró la manera de reinventarse y seguir adelante.
En 2013 protagonizó la obra Made in México, que se convirtió en un fenómeno teatral y le permitió reconectar con su público.
Fuera de los reflectores, Ferrara enfrentó dificultades personales.
Su matrimonio con la actriz Alicia Bonet terminó en divorcio, pero ambos mantuvieron una relación de respeto por el bienestar de sus hijos, Juan Carlos y Mauricio Bonet.
Más tarde, se casó con la actriz Elena Rojo, con quien tuvo una relación apasionada pero también tumultuosa.
Aunque no tuvieron hijos juntos, Ferrara siempre habló con cariño de Elena, especialmente después de su fallecimiento en 2024.
Juan Carlos Bonet, el hijo mayor de Ferrara, ha seguido los pasos de su padre en la actuación y ha hablado públicamente sobre la influencia que tuvo en su vida.
“Mi padre siempre fue un maestro estricto, pero respetó mi libertad creativa”, dijo en una entrevista.
Durante el funeral, su dolor era evidente mientras sostenía el retrato de su padre, un símbolo de la conexión profunda que compartían.
El legado de Juan Ferrara no solo se mide por sus logros en la pantalla y el escenario, sino también por el impacto que tuvo en su comunidad.
Apoyó programas de formación para jóvenes actores y participó en iniciativas benéficas que buscaban fortalecer el teatro mexicano.
En una entrevista de 2019, Ferrara expresó su deseo de ser recordado como un actor que no solo entretuvo, sino que también inspiró a las futuras generaciones.
Juan Ferrara se retiró oficialmente en 2024, después de más de 60 años de carrera.
Su último proyecto fue la obra No te vayas sin decir adiós, que se convirtió en su despedida emocional del público.
“Cada papel es una oportunidad para aprender y crecer”, dijo en una de sus últimas entrevistas.
Y aunque ya no está físicamente entre nosotros, su legado perdurará en cada escena que interpretó, en cada aplauso que recibió y en cada corazón que tocó.
El funeral de Juan Ferrara fue un evento lleno de emociones, donde familiares, amigos y admiradores se reunieron para rendir homenaje a una vida dedicada al arte.
Mientras su hijo sostenía el retrato de su padre y lloraba, quedó claro que Ferrara no solo fue un ícono del entretenimiento, sino también un hombre profundamente amado por quienes lo conocieron.