Estimados lectores, esta noche nos adentramos en la vida de una de las figuras más enigmáticas y legendarias del cine mexicano: Jorge Rivero.
A sus 86 años, el actor que conquistó tanto al cine nacional como a Hollywood ha decidido romper el silencio que lo ha acompañado durante décadas.
En una entrevista exclusiva, Rivero ha revelado nombres y situaciones que marcaron su vida, confesando que hay cinco personas a las que nunca perdonará.
Jorge Rivero, nacido como Jorge Pus Rosas el 15 de junio de 1938 en la Ciudad de México, no solo fue un rostro habitual en las pantallas de cine, sino también un hombre que marcó a fuego el imaginario colectivo del público mexicano.
Con más de 100 títulos cinematográficos en su haber, Rivero fue durante las décadas de los 60, 70 y 80 un referente del cine de acción, aventura y western latino.
Su físico privilegiado y su presencia imponente lo consolidaron como el prototipo del “macho alfa” del cine nacional.
Sin embargo, detrás de esa imagen de fortaleza y éxito, se escondía un hombre metódico, exigente y profundamente reservado.
Su carrera estuvo llena de éxitos, pero también de tensiones y conflictos que, según él mismo, dejaron cicatrices que nunca se borraron.
En esta reveladora entrevista, Rivero confesó que hay cinco personas en particular que marcaron su vida de manera negativa y a las que nunca podrá perdonar.
Aunque no mencionó todos los nombres directamente, sí dejó entrever episodios que han sido objeto de especulación durante años.
Uno de los nombres que Rivero mencionó fue el del director René Cardona Jr. , con quien trabajó en varias películas durante los años 70.
Aunque al principio su relación parecía prometedora, las tensiones surgieron rápidamente.
Rivero consideraba que los guiones de Cardona eran superficiales y carecían de profundidad, mientras que el director defendía su visión como adecuada para el público.
La relación se deterioró hasta el punto de que Rivero abandonó el set de una producción por varios días.
Aunque finalmente regresó y terminó el rodaje, nunca más volvió a trabajar con Cardona.
“Era un hombre talentoso, pero no respetaba las decisiones artísticas de los actores”, comentó Rivero.
La rivalidad entre Jorge Rivero y Andrés García fue legendaria.
Ambos representaban el ideal masculino de su época y competían por los mismos papeles en el cine.
Mientras García era explosivo, carismático y provocador, Rivero era calculador, serio y distante.
Según Rivero, García siempre intentaba opacar a sus compañeros de reparto y buscaba ser el centro de atención en cada escena.
“Nunca soportó compartir el protagonismo”, dijo Rivero, quien aseguró que la tensión entre ambos era palpable en los sets de grabación.
Rivero también habló sobre un episodio ocurrido en Hollywood, cuando un productor norteamericano le ofreció interpretar a un villano con orientación sexual ambigua.
Fiel a su línea artística, Rivero rechazó el papel de inmediato, argumentando que no se alineaba con la imagen que había construido durante décadas.
Aunque su decisión fue criticada por los medios estadounidenses y activistas, Rivero se mantuvo firme en su postura.
“No era un papel digno, y no iba a comprometer mis principios por un cheque”, afirmó.
Mario Almada, otro gigante del cine mexicano, fue mencionado por Rivero como una figura con la que nunca pudo congeniar.
Según Rivero, Almada tenía un enfoque más relajado hacia el cine, confiando más en la acción que en los detalles artísticos.
“Él quería filmar rápido, sin complicaciones, pero yo siempre buscaba perfección”, comentó Rivero, quien admitió que su relación con Almada nunca fue cercana.
El quinto nombre es quizás el más intrigante, ya que Rivero no lo mencionó directamente.
Sin embargo, hizo referencia a un actor que lo sustituyó en un papel protagónico que él había rechazado.
La película fue un éxito inesperado, y desde entonces los caminos de ambos no volvieron a cruzarse.
“A veces la industria premia a quienes menos lo merecen”, dijo Rivero con evidente desdén.
A pesar de estas revelaciones, Jorge Rivero sigue siendo una figura profundamente respetada en la industria del cine.
Su decisión de alejarse del ojo público y vivir en el anonimato absoluto ha alimentado su leyenda, convirtiéndolo en un personaje casi mítico.
Hoy, a sus 86 años, Rivero vive en una zona apartada de California, lejos de los reflectores y de las tensiones que marcaron su carrera.
En su entrevista, Rivero concluyó con una reflexión que resonó profundamente: “La fama es efímera, pero los principios son eternos.
Yo elegí vivir bajo mis propias reglas, aunque eso significara perder amistades y oportunidades.
No me arrepiento de nada”.
Jorge Rivero, el galán que conquistó generaciones, sigue siendo un símbolo de integridad y misterio en el cine mexicano.
Su historia es un recordatorio de que detrás de cada estrella hay un ser humano con luchas, conflictos y decisiones difíciles.
Hoy, su silencio nos habla más fuerte que nunca.
¿Será este el legado más poderoso de todos?