Enrique Novi, el galán de fotonovelas y protagonista de Televisa en los años 70 y 80, vive hoy, a sus casi 80 años, una vida que contrasta dolorosamente con el glamour que lo hizo famoso.
Tras un turbulento matrimonio de tres meses con Adela Micha, el actor se retiró silenciosamente de la televisión, huyendo de las luces para buscar la paz en negocios discretos, y ahora enfrenta la edad y la enfermedad en un “largo desvanecimiento” que lo ha alejado por completo del ojo público.
Hubo un tiempo en que Enrique Novi (nacido Enrique Rabinovic) no podía dar un paso por la calle sin ser reconocido y detenido por sus admiradores.
Fue el galán indiscutible de las fotonovelas en los años 70, el elegante y pulido protagonista de la televisión mexicana, cuyo rostro llenaba las salas de estar de toda América Latina.
Pero hoy, a sus casi 80 años, su vida no se parece en nada al glamour de aquellos días.
Sus amigos describen sus últimos años como una “larga despedida”, el “desvanecimiento silencioso” de un hombre amable, tímido y profundamente reflexivo, que se ha alejado de la fama de forma casi invisible.
Su historia es la de un actor que lo tuvo todo y lo dejó todo por la paz, un camino que lo ha llevado a enfrentar la vejez y la enfermedad en un aislamiento que para muchos es profundamente triste.

EL GALÁN DE TELEVISA Y SU FULGURANTE CARRERA
Enrique Novi comenzó su carrera de forma discreta en el mundo de las fotonovelas, un género hoy casi extinto, donde actuó junto a estrellas emergentes como Verónica Castro y Edith González.
Esa exposición inicial le abrió las puertas de la televisión, donde realmente encontró su camino.
Su debut televisivo llegó en 1971 con Mis Tres Amores.
Para 1980, ya se había consolidado como protagonista, obteniendo su primer papel estelar en No Temas al Amor, un rol que lo consagró como uno de los galanes confiables de Televisa.
A finales de los 90, Novi dio un paso inesperado y arriesgado hacia la naciente TV Azteca, donde formó parte de producciones importantes como Con Toda el Alma y El Chacal.
Esta decisión, que sorprendió a muchos, reforzó su reputación como un actor dispuesto a tomar riesgos.
Su talento incluso cruzó fronteras, apareciendo en programas en inglés como Hawaii 5.0.
Sin embargo, a medida que avanzaban los años 2000, Enrique comenzó a apartarse de la actuación.
Para 2002, se había retirado casi por completo del mundo del espectáculo, eligiendo enfocarse en negocios personales, como la industria del calzado y otros proyectos comerciales.
Este retiro fue un reflejo de su búsqueda por una vida más tranquila.
EL MATRIMONIO RELÁMPAGO CON ADELA MICHA Y LA BÚSQUEDA DE PAZ
A pesar del glamour que proyectaba en pantalla, la vida privada de Enrique Novi fue turbulenta. Se casó tres veces, pero ninguno de sus matrimonios perduró.
De todos sus romances, el más sorpresivo y comentado fue su unión con la periodista Adela Micha.
Adela no era actriz, sino una de las figuras mediáticas más influyentes de México, acostumbrada a la presión, la política y el escrutinio público.
Su matrimonio, que debería haber sido el encuentro perfecto entre iguales, se convirtió en una colisión de estilos de vida.
Adela vivía en el centro de las noticias nacionales, con horarios frenéticos, mientras que Enrique, tras décadas en telenovelas, buscaba “paz” y una “rutina más tranquila”.
La tensión fue sutil al principio, pero sus mundos chocaban constantemente.
En solo tres meses, apenas el tiempo suficiente para asentarse como pareja, la relación se derrumbó.
El matrimonio, breve e inesperado, se convirtió en uno de los capítulos más comentados de su historia sentimental, seguido por un silencio mutuo.
La ruptura fue rápida, privada y dolorosa, sin escándalos ni acusaciones públicas.
EL SILENCIOSO DESVANECIMIENTO Y LA TRISTE VEJEZ

Tras el fin de su carrera y el fracaso de sus matrimonios, Enrique Novi se sumergió en una vida más privada y modesta.
Su gran pasión fuera de las cámaras siempre fue la música, no como intérprete, sino como archivista y curador.
Construyó colecciones personales de vinilos y grabaciones raras, organizando los discos “emocionalmente”.
También se fascinó por la fotografía callejera y la literatura, buscando la belleza en los detalles inadvertidos de la vida cotidiana.
En los últimos años, conforme la enfermedad y la edad comenzaron a ralentizarlo, Novi se alejó de la vida nocturna y del trabajo público.
“Vivía de manera sencilla, con rutinas pequeñas, caminatas matutinas, café en lugares conocidos”, un estilo de vida que contrasta dolorosamente con el brillo de su juventud.
Cercanos a él han expresado una profunda preocupación.
El músico Andrés Mutante, amigo de Novi, lo describió como un “espíritu libre, sabio, gruñón, amable, un buen hombre”, pero reconoció que la enfermedad lo había llevado a un “largo desvanecimiento”.
La preocupación se intensificó a finales de 2021, cuando recibió el diagnóstico de una enfermedad seria.
Hoy, casi a sus 80 años, la ausencia de Enrique Novi se siente con fuerza en los círculos culturales que él ayudó a moldear.
Ya no es la presencia vibrante de antes.
La enfermedad y el tiempo lo han ralentizado, y su mundo se ha vuelto “más pequeño, más silencioso y profundamente agridulce”.
El galán que una vez protagonizó las telenovelas más vistas de México ahora vive en una calma forzada, una despedida lenta y dolorosa del glamour que lo definió.
Su historia es un recordatorio de que la fama es “como el polvo. Un día brilla, al siguiente desaparece”.