Durante más de 30 años, el público vio a Crystal como la cantante de voz dulce que se convirtió en medallista paralímpica.
Detrás de esa fachada de fortaleza, la artista mantenía enterrado un aterrador secreto: el abuso psicológico y físico al que fue sometida por Sergio Andrade en los años 80.
Hoy, a los 61 años, la cantante ciega rompe el silencio con detalles escalofriantes, incluyendo amenazas como “Te voy a romper el brazo”, y afirma que la libertad del productor es una “falla del sistema”.

EL ASCENSO RODEADO DE OSCURIDAD
Antes de que el mundo la conociera simplemente como Crystal, Gaudelia Díaz (nacida en Acapulco en 1964) ya había vivido una historia de profunda adversidad.
Nacida completamente ciega y criada en la pobreza, su infancia estuvo marcada por la crueldad y el maltrato de sus hermanos mayores, quienes se burlaban de su discapacidad y la hacían sentir inútil.
Esas heridas tempranas moldearían su vulnerabilidad justo cuando una estrella musical comenzaba a nacer.
Con solo 18 años, irrumpió en la radio mexicana con su primer éxito, una canción que coescribió con el hombre que se convertiría en su productor, representante, novio, y finalmente, su peor pesadilla: Sergio Andrade.
Andrade, ya un compositor consolidado, la descubrió en 1981 y reconoció tanto su brillantez musical (había aprendido a tocar el piano por instinto) como su profunda necesidad de afecto y estabilidad.
Él prometió convertir ese talento en una carrera, la lanzó en el prestigioso Festival OTI de 1982, le produjo tres discos y la convirtió en una sensación nacional.
Lo que el público nunca vio fue el momento exacto en que el sueño de Crystal comenzó a transformarse en una pesadilla de control.
LAS AMENAZAS DEL MENTOR: “TE VOY A ROMPER EL BRAZO”
Apenas era mayor de edad cuando Sergio Andrade, ya conocido en la industria por rodearse de jovencitas, la hizo su novia y se la llevó a vivir con él.
Para Crystal, esto pareció inicialmente protección.
Muy pronto, sin embargo, la protección se convirtió en posesión y el control escaló hasta la intimidación física y psicológica.
En una entrevista con la periodista Mara Patricia Castañeda, Gaudelia Díaz finalmente reveló la verdad que llevó en silencio durante décadas.
Una de las primeras amenazas que Andrade le gritó fue la aterradora frase: “Te voy a romper el brazo”.
El abuso se hizo más evidente durante el Festival Yamaha de Japón en 1983.
Obsesionado con una perfección imposible, Andrade la humilló sin descanso, destruyendo su autoestima hasta hacerla sentir como “nada”.
Crystal describió un patrón de manipulación que usaba su ceguera como un arma.
Andrade le cerraba la tapa del piano sobre los dedos durante los ensayos y movía objetos en el espacio para desorientarla, manteniéndola temerosa y dependiente de él.
Ella comparó la convivencia con el cuento del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde: un hombre que podía pasar de ser un mentor dulce y tierno en privado a un “monstruo” que amenazaba su seguridad al instante.
En una entrevista con Gustavo Adolfo Infante (mencionada en el reportaje), Crystal también recordó uno de los momentos más brutales que la hicieron comprender la oscuridad de su relación: Andrade una vez la ató como castigo.
A pesar de todo, ella se quedó por años, condicionada a creer que el maltrato era simplemente parte de la industria, o que un productor siempre trataría así a su artista.
LA ESCAPATORIA GRACIAS A JUAN GABRIEL
La huida de Crystal de Sergio Andrade no fue inmediata.
Fueron necesarios años de miedo y manipulación psicológica antes de que encontrara la fuerza para irse.
El punto de quiebre llegó a principios de 1985, y sorprendentemente, la persona que la ayudó a dar ese paso crucial fue Juan Gabriel.
Al ver la devastación emocional en la que Crystal vivía, Juan Gabriel intervino como un protector, ayudándola a encontrar un lugar seguro donde vivir.
Además, el “Divo de Juárez” la orientó para independizarse profesionalmente y le insistió en comenzar psicoterapia.
Esa decisión, dijo Crystal más tarde, le salvó la vida.
La terapia la sacó de la profunda depresión que la había consumido y le dio las herramientas para comprender la magnitud del abuso que había normalizado.
TRIUNFO PARALÍMPICO: LA REDEFINICIÓN DEL VALOR

Poco a poco, Crystal se reconstruyó.
Como parte de su sanación emocional, comenzó a correr.
Lo que empezó como simple terapia se transformó en una práctica disciplinada que redefinió su vida.
Correr le abrió la puerta al atletismo y la llevó a entrenar como competidora paralímpica.
A comienzos de los años 90, Gaudelia Díaz, la niña ciega de Acapulco que creyó no tener valor, se convirtió en una atleta condecorada.
Ganó tres medallas de oro en los Juegos Parapanamericanos y una medalla de bronce en los Juegos Paralímpicos de Barcelona.
Sus logros demostraron que la fuerza y la resiliencia estaban en su sangre, a pesar de los años de desánimo.
Su éxito deportivo captó la atención de Emilio Azcárraga Milmo, el poderoso director de Televisa, quien la invitó personalmente a unirse a la empresa.
Crystal dio el salto a la actuación, apareciendo en la telenovela Lazos de amor junto a Lucero.
Durante estos años, se casó con Miguel Ángel Huerta, un defensor de los atletas con discapacidad visual y director del Comité Paralímpico Mexicano.
EL JUICIO FINAL DE CRYSTAL Y LA PAZ EN ACAPULCO
Cuando Mara Patricia Castañeda le preguntó si creía que Sergio Andrade era realmente culpable de los delitos que se le imputaron, y si merecía la libertad que ahora tenía, Crystal no dudó.
Su voz fue firme.
Afirmó que había vivido un infierno a su lado y que estaba absolutamente segura de que él era responsable de todo lo que se le había acusado.
Si hoy era libre, añadió, no era porque se hubiese hecho justicia, sino porque “el sistema había fallado”.
A pesar de la injusticia del sistema, Crystal cree que algo mucho más poderoso lo seguirá durante toda su vida: el peso de cada daño que causó y su propia conciencia.
“Él sabe lo que hizo, insistió, y eso solo lo perseguirá para siempre”.
Hoy, a los 61 años, Crystal ha vuelto a Acapulco, su hogar.
Su vida es sencilla, estable y por fin completamente suya.
Vive modestamente con una pensión del Comité Olímpico y regalías de su música.
Aunque sigue soltera, protege ferozmente su privacidad, después de que su vulnerabilidad fuera explotada durante toda una vida.
Su misión actual es apoyar a niños que, como ella, nacieron ciegos o con debilidad visual.
A través de una institución privada, les enseña música por el tacto, el ritmo y el instinto.
Pone todo su corazón en esta labor, decidida a dar a sus estudiantes la dignidad, la confianza y la seguridad que ella jamás conoció en su juventud.
LA SOMBRA DE SERGIO ANDRADE
Mientras Crystal finalmente recupera su voz, Sergio Andrade sigue siendo una figura envuelta en controversia.
Irónicamente, una de sus canciones más alentadoras, Tiempos Mejores, resurgió como un himno de esperanza durante la pandemia de COVID-19, un mensaje que contrasta dolorosamente con la oscuridad de su creador.
En junio de 2025, Andrade intentó un breve y polémico regreso, publicando un video en su canal de YouTube inactivo para anunciar su retorno como compositor con una canción titulada Anda pintándose más.
Su intento de volver al arte fue inmediatamente silenciado por una ola de comentarios que exigían rendición de cuentas por su pasado.
El video fue puesto en privado y luego eliminado por el usuario, obligando a Andrade a regresar al silencio.
La historia de Crystal es más que una confesión; es un recordatorio de que la valentía puede sacar a otros de la oscuridad, y que el aplomo y la sonrisa no siempre son un signo de paz, sino de la más profunda y dolorosa supervivencia.