Héctor Jorge Ruiz Sacomano, conocido mundialmente como Sabú, llenó teatros en toda América Latina y grabó en seis idiomas.
Su vida, sin embargo, fue un viaje trágico: de niño de la calle a superestrella, y de ídolo a ángel caído, encontrando un respiro final en el amor incondicional de su público, especialmente en Colombia.

La Supervivencia en Monserrat
Nacido en 1951 en el barrio obrero de Monserrat, Buenos Aires, la infancia de Jorge estuvo marcada por la tragedia.
Tras la muerte de su madre a los seis años, su padre se volvió a casar con una mujer que los rechazó.
A los nueve años, Jorge y su hermana Silvia quedaron en la calle.
Dormía en parques y robaba para sobrevivir.
“La calle se convirtió en su escuela”, y fue allí donde forjó un instinto de supervivencia que lo salvaría.
Intentó ser futbolista en Boca Juniors, pero tuvo que abandonarlo por la necesidad de trabajar.
Su primer golpe de suerte llegó como modelo bajo el alias “Giorgio”.
El Nacimiento de Sabú

En 1968, durante un desfile de moda, Jorge cantó de improviso.
Su voz profunda y melancólica cautivó a los productores Ricardo Cleiman y su socio, quienes vieron en él una estrella.
Adoptó el apodo Sabú, en honor al pícaro actor indio de El Ladrón de Bagdad.
En 1969, con 18 años, lanzó su sencillo “Toda Mía a la Ciudad”, un éxito masivo que vendió 50.000 copias.
Le siguió “Ese Tierno Sentimiento”.
Para 1971, Sabú era una sensación internacional, vendiendo más de 100.000 copias por disco, cantando en seis idiomas y compartiendo escenario incluso con John Lennon en Tokio.
El Descenso a los Infiernos

La fama fue frágil.
En septiembre de 1971, Sabú fue arrestado en Buenos Aires, injustamente vinculado a un secuestro.
Aunque fue liberado sin pruebas, su imagen de “chico de oro” quedó manchada.
El golpe final llegó en marzo de 1978, cuando fue arrestado por posesión de drogas, lo que le valió una condena suspendida y una multa.
La prensa lo etiquetó como el “ángel caído”.
Las emisoras de radio y los productores le dieron la espalda, y Argentina se volvió fría.
Sabú empacó y se exilió, buscando un nuevo comienzo en Nueva York, Puerto Rico y, finalmente, México.
La Resurrección en México y el Amor

A comienzos de los 80, Sabú firmó con Melody Records de Televisa, lo que supuso un salvavidas.
Lanzó éxitos como “Quizás Sí, Quizás No” y “Fiebre de Ti”.
Se reinventó como productor, siendo mentor y amante de la gran Lupita D’Alessio.
Su relación fue intensa y caótica, terminando en una dolorosa ruptura.
Más tarde, encontró la calma con la cantante argentina Josefina Hill (madre de Fey), con quien se casó en 1987.
Josefina le dio algo que nunca había tenido: paz; y pasaron juntos 18 años.
Sin embargo, Sabú cargaba con el dolor del distanciamiento con su propia hermana Silvia.
El Último Hogar en Colombia

En 1991, Sabú volvió a los escenarios en el prestigioso Festy Buga en Colombia.
El público lo recibió no como un caído, sino como un sobreviviente.
Fue una resurrección.
La voz de Sabú, más profunda y marcada, cautivó de nuevo a América Latina.
Colombia se convirtió en su “segunda patria”, donde el cariño de los fans era incondicional.
En 1999, ofreció una actuación emblemática de tres horas en el teatro Jorge Isaac de Cali, agradeciendo a su público por no olvidarlo.
En 2004, su concierto íntimo en el Memorias Vide de Medellín fue una despedida, con Sabú compartiendo confesiones de su vida.
Un Final Silencioso
El 7 de mayo de 2005 en Quito, Ecuador, fue su última actuación pública.
En julio, mientras se preparaba para un concierto en Medellín, un dolor persistente lo llevó a un diagnóstico fatal: cáncer de pulmón avanzado e inoperable.
El 14 de octubre de 2005, fue internado.
Vestía una camiseta que le habían regalado sus fans: “Sabú, Colombia te ama, regresa pronto.”
Murió el 16 de octubre de 2005, a los 54 años, acompañado por Josefina.
Dejó un legado de 15 álbumes, más de 200 canciones y 27 discos de oro.
Sabú fue un sobreviviente que convirtió el hambre de la calle en himnos de balada romántica, y cuyas canciones siguen resonando por su profunda verdad.