En 2025, Florinda Meza vive entre mansiones y autos de lujo en México gracias a décadas de trabajo y a las regalías del legado de Chespirito, una estabilidad que le permite una vida cómoda y reservada, aunque marcada por la soledad y la responsabilidad emocional de preservar una obra histórica.

Ciudad de México, marzo de 2025.
A más de diez años de la muerte de Roberto Gómez Bolaños, Florinda Meza sigue despertando interés y debate, esta vez no por polémicas televisivas ni declaraciones cruzadas, sino por la vida cómoda y reservada que lleva en la actualidad.
A sus 76 años, la actriz, guionista y productora vive rodeada de comodidades que reflejan décadas de trabajo y una herencia artística que continúa generando ingresos constantes, convirtiéndola en una de las viudas más observadas del espectáculo latinoamericano.
Florinda Meza reside principalmente en una amplia mansión ubicada al sur de la Ciudad de México, en una zona residencial de alta plusvalía y estricta seguridad.
La propiedad, adquirida años antes del fallecimiento de Chespirito en noviembre de 2014, cuenta con extensos jardines, áreas privadas de descanso y espacios destinados a conservar archivos personales y materiales originales de producciones históricas como El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado.
Personas cercanas a la actriz aseguran que ese lugar no es solo su hogar, sino también un santuario personal.
“Aquí está toda una vida de trabajo, recuerdos y decisiones”, habría comentado Meza a un visitante cercano a finales de 2024.
Además de su residencia principal, la actriz pasa temporadas en una propiedad frente al mar en la costa del Pacífico mexicano, donde se la ha visto en varias ocasiones durante los primeros meses de 2025.
En ese entorno más relajado, Florinda Meza suele mantenerse alejada del ruido mediático y enfocada en la lectura, la escritura y la administración de asuntos pendientes relacionados con el legado de Gómez Bolaños.
Durante un evento cultural celebrado en Coyoacán en febrero, al ser consultada brevemente por su vida actual, respondió con tono calmado: “No necesito mucho para vivir, pero sí tranquilidad y orden”.

En cuanto a su movilidad, Florinda Meza se desplaza habitualmente en autos de lujo, principalmente camionetas de alta gama con sistemas de seguridad avanzados.
Aunque nunca ha sido una figura ostentosa en redes sociales, su llegada a actos privados y homenajes suele llamar la atención.
“No es exceso, es protección y comodidad”, explicó en una conversación informal con conocidos, recordando que su figura sigue siendo reconocida en toda América Latina.
El aspecto económico de su vida continúa generando curiosidad.
Especialistas del medio coinciden en que Meza mantiene una situación financiera sólida gracias a las regalías que siguen produciendo las obras de Chespirito, retransmitidas y comercializadas en distintos formatos alrededor del mundo.
A ello se suman inversiones inmobiliarias realizadas desde la década de 1990 y su rol como productora y administradora de parte del patrimonio creativo.
En reuniones privadas celebradas a finales de 2024, Florinda Meza habría participado en conversaciones sobre la preservación y digitalización del archivo histórico de las series, con la intención de asegurar su conservación a largo plazo.
“No se trata solo de dinero, se trata de cuidar una obra que pertenece a varias generaciones”, habría dicho durante uno de esos encuentros.

Sin embargo, detrás de las mansiones y los autos exclusivos, la actriz también ha reconocido que esta etapa de su vida está marcada por la introspección.
En noviembre de 2024, durante una charla con estudiantes de actuación en la capital mexicana, habló abiertamente sobre la soledad.
“El silencio llega cuando baja el telón, y aprender a convivir con él es parte de crecer”, expresó, provocando un aplauso prolongado.
Sus palabras mostraron una faceta menos conocida, lejos del brillo y más cercana a la reflexión personal.
En 2025, Florinda Meza mantiene un perfil bajo, sin proyectos televisivos inmediatos, pero con una presencia constante en la conversación pública.
Su vida lujosa, construida a lo largo de décadas de trabajo, amor y controversia, sigue siendo objeto de fascinación.
Entre mansiones elegantes, autos de lujo y una administración cuidadosa del legado de Chespirito, la actriz transita una etapa de calma aparente, donde el confort material convive con la responsabilidad emocional de custodiar una de las historias más importantes de la televisión en español.