En 1989, Alana Miles sorprendió al mundo con una voz potente y rasgada que se convirtió en un ícono de la música rock con su gran éxito “Black Velvet”.
Su álbum debut vendió millones de copias y la catapultó a la fama mundial, pero detrás de esa gloria se escondía una historia de injusticia, abuso contractual y un difícil camino personal marcado por una grave enfermedad.
Esta es la historia de una cantante que, a pesar de alcanzar la cima, tuvo que enfrentar enormes obstáculos y sacrificios que pocos conocen.
Alana Miles nació el 25 de diciembre de 1958 en Toronto, Canadá, en una familia acomodada.
Su padre, William Douglases, fue un reconocido locutor y pionero de la radiodifusión canadiense, lo que hizo que la música formara parte de su vida desde muy pequeña.
A los cinco años, ya expresaba su deseo de ser cantante y sonar en la radio.
A los 11 años comenzó a tocar la guitarra española que su madre guardaba, y aunque le costaba aprender canciones famosas, desarrolló la habilidad de componer sus propios temas.
Además de su pasión por la música, Alana se destacó en la equitación, participando en competiciones de doma en Ontario.
Dividía su tiempo entre la música y los caballos, dos mundos que marcaron su juventud.
A los 19 años, conoció a Christopher Wart, compositor y su futuro novio, quien la impulsó a formalizar su carrera musical y a presentarse en pequeños locales.
A pesar de provenir de una familia con recursos, Alana buscó independencia y trabajó como modelo y actriz para financiar su carrera musical.
Su talento y belleza le abrieron puertas en comerciales y televisión, pero las disqueras canadienses le cerraron las puertas.
Sin rendirse, ahorró 100,000 dólares para grabar tres canciones de demostración y un videoclip profesional con la ayuda de una fotógrafa reconocida.
En 1987, logró firmar un contrato de siete años con Atlantic Records en Estados Unidos.
En 1989 lanzó su álbum debut “Alana Miles”, con varios sencillos exitosos que mostraron su voz única, pero fue el cuarto sencillo, “Black Velvet”, el que la llevó a la fama internacional.
La canción alcanzó el número uno en Billboard en 1990 y se convirtió en un himno que aún se recuerda con cariño.
Curiosamente, “Black Velvet” no fue escrita por Alana, sino por su novio Christopher Wart y David Tyson.
La canción nació como un homenaje a Elvis Presley, inspirada en el décimo aniversario de su muerte y en la pasión de sus fanáticos.
El título hace referencia a los retratos de Elvis pintados sobre terciopelo negro y al tinte de cabello que él usaba.
La voz de Alana, profunda y sensual, fue perfecta para transmitir ese tributo, ganándole un premio Grammy en 1990 a la mejor interpretación vocal femenina de rock.
A pesar del éxito mundial y las ventas millonarias, Alana nunca recibió el dinero que le correspondía.
Su contrato con la discográfica era abusivo y la obligaba a pagar enormes sumas por gastos de promoción, publicidad, videoclips y otros conceptos, que se descontaban de sus ganancias.
Esto hizo que, aunque generó más de 120 millones de dólares para la compañía, ella no recibiera nada y tuviera que pagar de su propio bolsillo.
En entrevistas, Alana ha denunciado esta situación, explicando que vivió en pobreza y luchó para pagar el alquiler mientras la discográfica se quedaba con todo.
No fue hasta 2008, 21 años después del lanzamiento de su álbum, que recibió su primer cheque de regalías.
El abuso contractual afectó la carrera de Alana, retrasando la salida de su segundo álbum “Rooking Horse” en 1992, que aunque tuvo calidad, no logró repetir el éxito del primero.
Poco después, la cantante comenzó a sufrir dolores intensos en la espalda y las piernas, causados por un mal tratamiento quiropráctico que le provocó espondilitis anquilosante, una enfermedad inflamatoria que limita la movilidad y causa dolor crónico.
Esta enfermedad, junto con la decepción profesional y problemas económicos, la sumieron en una etapa difícil de su vida.
Sin embargo, en 1993 logró una compensación de cerca de 4 millones de dólares tras demandar a un medio que la acusó falsamente de adicción a drogas, lo que le permitió mejorar su situación.
Alana continuó lanzando discos en 1995, 1997 y 2008, aunque nunca recuperó la fama de su primer éxito.
Fue considerada una “one hit wonder”, una artista con un solo gran éxito, pero su pasión por la música nunca desapareció.
Su vida personal se mantuvo en discreción, aunque se rumorea que tuvo una relación con Robert Plant, exvocalista de Led Zeppelin, durante una gira.
A pesar de las limitaciones físicas, Alana sigue activa, haciendo presentaciones ocasionales y manteniendo contacto con sus fans a través de redes sociales.
La fisioterapia le ha permitido mejorar su movilidad y mantener una actitud positiva frente a la adversidad.
La historia de Alana Miles es un ejemplo de talento y perseverancia frente a la injusticia y la adversidad.
Su voz y su canción “Black Velvet” dejaron una huella imborrable en la música, pero su experiencia con la industria discográfica evidencia la explotación que muchos artistas enfrentan.
Hoy, su lucha contra la enfermedad y su resiliencia inspiran a quienes conocen su historia, recordándonos la importancia de proteger a los creadores y valorar el verdadero costo del éxito.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.