Guillermo Murray es uno de los actores más emblemáticos del cine y la televisión mexicana, cuya vida estuvo marcada no solo por el éxito profesional sino también por profundas tragedias personales.
Nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1927, Murray se convirtió en un ícono del espectáculo mexicano, pero su camino estuvo lleno de retos y momentos de gran dolor que ni la fama ni el dinero pudieron evitar.
Guillermo Murray nació como Guillermo Murray Mutis Beard en una familia con una tradición empresarial dedicada a la producción de cereales.
Su abuelo y su padre fueron exitosos empresarios en Buenos Aires, y se esperaba que Guillermo siguiera sus pasos.
Sin embargo, desde joven mostró una inclinación distinta: se enamoró del teatro y la actuación.
Aunque su padre insistía en que estudiara administración o contabilidad para continuar con el negocio familiar, Guillermo decidió seguir su pasión por el arte dramático.
Estudió literatura y teatro en la Universidad de Litoral y comenzó su carrera en compañías de teatro clásico, donde enfrentó la dura realidad de actuar ante salas vacías y con escasos ingresos.
Su talento fue reconocido cuando Leopoldo Torre Nilson, un importante productor argentino, lo eligió como protagonista de su próxima película, “El Protegido”.
Este fue el inicio de una carrera que lo llevaría a México, país donde encontró nuevas oportunidades y un público que lo admiró.
En México, Murray fue bien recibido, especialmente por otros compatriotas como Raúl Astor, quien lo introdujo en el mundo de las telenovelas y lo recomendó con el productor Ernesto Alonso.
Durante los años 60, Guillermo Murray protagonizó numerosas telenovelas y películas, consolidándose como uno de los galanes más elegantes y respetados del medio.
Guillermo Murray se casó con Lidia Prisante, con quien tuvo varios hijos, entre ellos Rodrigo Murray, también actor.
La pareja enfrentó dificultades económicas al principio, viviendo en una pensión modesta mientras Guillermo luchaba por consolidar su carrera.
A pesar de las carencias, su relación estuvo marcada por el amor y el respeto mutuo.
Uno de los episodios más dolorosos en la vida de Guillermo fue la muerte de su hija Marcela, quien cayó accidentalmente desde una ventana en el sexto piso del edificio donde vivían.
Esta tragedia devastó a la familia, sumiendo a Guillermo y a Lidia en una profunda depresión.
El impacto fue tan fuerte que Guillermo estuvo prácticamente “muerto en vida” durante años, incapaz de continuar con su carrera artística.
Sus hijos mayores también sufrieron las consecuencias, volviéndose rebeldes y alejándose emocionalmente de sus padres.
Con el apoyo de su familia y la insistencia del productor Ernesto Alonso, Guillermo Murray regresó a la actuación, participando en telenovelas que le permitieron retomar el control de su vida y superar el duelo.
A partir de entonces, priorizó a su familia y puso límites claros para no descuidar a sus hijos.
A lo largo de más de cinco décadas, Guillermo Murray participó en 65 películas, 46 telenovelas y numerosas obras de teatro, además de escribir varias piezas dramáticas.
Su carrera fue reconocida por su profesionalismo, elegancia y disciplina.
En sus últimos años, Murray sufrió demencia senil, lo que le dificultó continuar trabajando.
En 2021, a los 94 años, falleció tras una infección pulmonar.
Su muerte fue un momento de recogimiento para su familia y para la comunidad artística que siempre lo respetó.
A pesar de que se ha hablado sobre la posibilidad de hacer una bioserie sobre su vida, su hijo Rodrigo ha expresado que su padre no tuvo una vida llena de escándalos, sino una carrera limpia y dedicada al trabajo, lo que podría no ser atractivo para un formato televisivo.
La historia de Guillermo Murray es un claro ejemplo de que ni toda la fama ni todo el dinero pueden evitar el sufrimiento humano.
Su vida estuvo marcada por el amor al arte, la lucha constante por sus sueños y un dolor profundo que enfrentó con dignidad.
Su legado artístico y personal permanece como un testimonio de resiliencia y pasión, y su historia inspira a quienes conocen que detrás de la luz de los reflectores a menudo hay batallas invisibles que definen a las personas más allá de su fama.
