El Padre Pistolas, sacerdote mexicano conocido por su estilo controvertido y audaz, revela detalles inéditos de su vida y su enfoque poco convencional hacia la fe.

A sus 73 años, el Padre Pistolas ha decidido romper el silencio y revelar lo que muchos ya sospechaban.
Este sacerdote, conocido por su estilo controvertido y su enfoque poco convencional hacia la fe, ha revolucionado México, no solo por su religiosidad, sino por su personalidad arrolladora y sus declaraciones explosivas.
No se trata de un clérigo común; su vida está llena de escándalos y controversias que han mantenido a la gente hablando y preguntándose: ¿quién es realmente el Padre Pistolas?
Originario de Tarimoro, Guanajuato, Alfredo Gallegos Lara, más conocido como el Padre Pistolas, no es un sacerdote que se guarda sus opiniones.
Desde pequeño, sintió el llamado de Dios, pero su camino religioso tomó un giro inesperado en Chucándiro, Michoacán, donde fue ordenado sacerdote.
Lo que lo hace aún más fascinante es su historia personal; ha vencido tres tumores cancerígenos, algo que él atribuye a su fe y a una actitud inquebrantable frente a la vida. “Mis tres tumores no me vencieron. Fue mi fe lo que me salvó”, asegura con determinación.
Su vida está marcada por una serie de afirmaciones sorprendentes, como su capacidad para curar enfermedades graves como el cáncer o la diabetes con hierbas. “Lo que yo hago es curar con hierbas”, afirma con orgullo, mientras cuenta historias de milagrosas recuperaciones.
Sin embargo, esta postura ha generado tanto seguidores como detractores, y muchos se preguntan si es un verdadero líder espiritual o un fraude que busca atraer fieles con promesas vacías.
El Padre Pistolas no teme a las críticas ni a las controversias. Se ha enfrentado a políticos locales y ha criticado abiertamente las injusticias que observa a su alrededor. “Este gobierno tiene muertos de hambre, nos pagan una miseria”, declara sin rodeos.
Su estilo directo y su falta de filtros le han valido el respeto de muchos, pero también la desaprobación de otros, incluidos sus propios colegas eclesiásticos.
El arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Melo, ha expresado su preocupación por el lenguaje y las actitudes del Padre Pistolas, pidiéndole que modere su comportamiento.
A pesar de las advertencias, el Padre Pistolas continúa oficiando misas y recorriendo su comunidad, donde la gente lo ve como un hombre de acción, no de palabras vacías.
“La fe puede mover montañas, pero no todo es solo enfermedad y lucha”, dice mientras se quita la sotana y se pone una camisa de vaquero y botas, simbolizando su dualidad como sacerdote y como un hombre de acción.
Su peculiaridad no termina ahí. Siempre lleva una pistola colgada en su cinturón, lo que ha alimentado su apodo. “No es por amor al cine del Oeste, sino porque es la licencia divina que me otorgó Dios para ser quien soy”, explica.
En un entorno donde la inseguridad es un tema recurrente, su actitud audaz le ha permitido ganarse la confianza de la comunidad, que lo respeta por su valentía y disposición a enfrentar lo que sea necesario.
El Padre Pistolas también ha dejado huella en su comunidad al promover mejoras, como la pavimentación de calles y la renovación de la parroquia. Además, ha convertido parte de su templo en un museo con más de 350 piezas de valor histórico y cultural.
“No soy un sacerdote aburrido. Soy un constructor de mi comunidad”, afirma con orgullo. Su enfoque en la medicina natural ha atraído la atención de periodistas internacionales, quienes están curiosos por conocer más sobre sus métodos.
Sin embargo, no todos están contentos con su estilo. A pesar de su popularidad, el arzobispo de Michoacán no ve con buenos ojos su forma de actuar y ha intentado suspenderlo en varias ocasiones.
Pero el Padre Pistolas ha demostrado ser un hombre de resistencia. Después de un tiempo en el banquillo, recibió la luz verde para volver a oficiar misas, y su regreso fue celebrado con gran alarde en las redes sociales.

Su vida es un constante desafío a las normas establecidas. A lo largo de su carrera, ha organizado peregrinaciones que atraen a miles de personas, y ha lanzado propuestas audaces, como la construcción de más de 100 km de carretera en Guanajuato sin que nadie se lo pidiera.
Su último proyecto busca construir 60 km de carretera en Chucándiro, asegurando que lo hará sin costo alguno para el gobierno.
“Es una vergüenza que yo tenga que asumir la responsabilidad de construir carreteras que deberían hacer las autoridades”, dice con franqueza.
Con su estilo único, el Padre Pistolas ha logrado convertirse en una leyenda moderna, un personaje de folklore contemporáneo que sigue desafiando las expectativas y cuestionando la autoridad.
En un mundo donde la religión y la política a menudo chocan, el Padre Pistolas se mantiene firme en su convicción de que la fe y la acción pueden cambiar realidades.
“La situación de seguridad en la región está más cerca de una guerra que de un simple conflicto”, advierte, mientras continúa su lucha por lo que considera correcto.
Su historia es un recordatorio de que no todos los héroes llevan capa; algunos llevan sotanas y pistolas. El Padre Pistolas es un hombre que ha decidido vivir su vida a su manera, desafiando las normas y dejando una marca indeleble en la sociedad.
Su legado está en construcción, y mientras siga en pie, su voz resonará con fuerza, dividiendo opiniones y encendiendo debates en cada rincón de México.
