🎸 La verdad que NADIE esperaba: Alex Lora rompe el silencio y revela la traición familiar que marcó al Tri para siempre❗️
Cuando piensas en rock mexicano, piensas en El Tri.
Y cuando piensas en El Tri, piensas en Alex Lora.
Cincuenta y cinco años han pasado desde que ese chavo de voz raspada, guitarra en mano y alma encendida decidió desafiar al sistema con lo único que tenía: la verdad.
Pero lo que nadie imaginaba es que, después de tantos escenarios, tantos discos y tantas batallas, el golpe más fuerte no vendría del gobierno, ni de la industria…
sino de su propia hija.
Alex Lora rompió el silencio en medio de una gira de aniversario que parecía ser un cierre glorioso de ciclo.
Pero entre rolas y aplausos, la confesión cayó como un rayo: “Lo más cabrón no fue lo que nos hizo Televisa o las disqueras…
fue lo que me hizo alguien de mi sangre.
Mi hija.
” Las palabras no fueron en tono de odio, sino de una tristeza tan palpable que heló a sus seguidores.
Alex, que había enfrentado la censura, la represión y el olvido mediático, confesó haber sido herido desde adentro.
Y no por diferencias creativas, no por dinero.
Por algo mucho más delicado: el olvido de las raíces, del respeto, de la historia.
En una industria donde los hijos de famosos a menudo brillan a costa del legado de sus padres, Lora dejó claro que lo que más le dolió no fue la fama de su hija, sino su silencio cuando más importaba.
“No crié un influencer, crié a un ser humano”, dijo con los ojos húmedos.
“Y cuando ese ser humano olvida quién le enseñó a caminar entre guitarras…eso sí duele.”
La historia del Tri es de resistencia.
Desde los hoyos funky hasta los foros internacionales, pasando por conciertos en cárceles, marchas y estadios llenos, Alex y Chela Lora lo dieron todo.
Chela no solo fue su esposa y compañera de vida, sino su mánager, su socia, su brújula en el caos.
Juntos construyeron un imperio musical sin venderse a nadie.
Pero como dijo el propio Lora, “lo más difícil no fue grabar con Santana ni llenar el Hollywood Palladium.
Fue aguantar que te desconozca quien te vio dejarte la garganta por un mensaje.”
La decepción familiar no solo impactó a Alex como padre.
Tocó también a la esencia misma del Tri.
“Porque el rock, carnal, no es solo música.
Es historia, es sangre, es memoria.
Y cuando esa memoria es negada por quien debería honrarla, pues claro que se rompe algo.
” Las redes se incendiaron tras sus declaraciones.
Unos lo apoyaron incondicionalmente.
Otros acusaron drama innecesario.
Pero lo cierto es que la confesión no fue parte de un escándalo mediático armado: fue un desahogo puro, crudo y lleno de humanidad.
Y no es que Lora pida reverencia.
Pide respeto.
“No quiero que me aplaudan, quiero que no me borren.
” Una frase que resume el miedo de muchas leyendas vivientes: ser desplazadas por sus propios herederos artísticos.
Porque mientras El Tri sigue lanzando discos, armando toquines sorpresa en el tren suburbano y homenajeando a sus caídos como el maestro Lalo Toral, en casa la armonía parece haberse roto.
¿Será esto una herida sin cierre? ¿O un llamado al reencuentro? Lora, firme como siempre, dejó claro que está abierto al diálogo, pero no a medias verdades.
“Aquí estoy, si quiere hablar como adulto.
Pero que venga con la neta, no con pose.
” Así, el rocanrolero más longevo y rebelde de México demuestra que su lucha no termina en los escenarios, sino que también se libra en lo más íntimo: la familia.
La historia de El Tri continúa, con más fuerza que nunca, pero también con cicatrices nuevas.
Y mientras Alex Lora sigue siendo el cronista del barrio, del pueblo, de los olvidados, ahora también canta desde otro rincón: el del padre dolido, el del hombre que no pide reconocimiento, solo verdad.
Porque al final, lo único que pide el Tri, después de 55 años de gritar lo que nadie quería oír, es que no lo callen desde casa.
Y eso, carnal, sí que duele más que cualquier censura.
