Amor, Poder y Traición: ¿Cómo Diana Ross Cambió para Siempre la Vida de Michael Jackson?
Cuando hablamos de Michael Jackson, el Rey del Pop, es imposible ignorar las figuras femeninas que marcaron su vida.
Entre todas, destaca una mujer que no solo fue su mentora, sino también su confidente, su modelo a seguir y, según muchos rumores, su gran amor: Diana Ross.
La relación entre ambos ha sido objeto de teorías, especulaciones y admiración durante décadas.
Pero, ¿qué hubo realmente entre ellos? Y sobre todo, ¿cómo influyó Diana Ross en el destino de Michael Jackson?
Todo comenzó en la década de los 60, cuando un joven Michael Jackson, de apenas 10 años, comenzaba a dar sus primeros pasos con los Jackson 5.
Fue Diana Ross quien los presentó oficialmente al mundo en un especial de televisión, convirtiéndose en una especie de madrina musical del grupo.
Gracias a su influencia, el grupo obtuvo un lugar privilegiado en Motown Records, lo que marcó el inicio de su ascenso meteórico hacia la fama mundial.
Para Michael, que era el más joven de los hermanos, Diana se convirtió en una figura materna que le daba afecto, confianza y protección en un mundo que podía ser despiadado para un niño prodigio.
A medida que Michael creció, también lo hizo la complejidad de su relación con Diana.
El vínculo maternal dio paso a una conexión más emocional, profunda e incluso, según algunos allegados, romántica.
Michael hablaba de Diana con una admiración casi mística, refiriéndose a ella como la mujer perfecta.
En varias entrevistas, dejó entrever que sentía algo más que aprecio profesional por ella.
Incluso se especuló que estuvo enamorado de ella durante años, y que nunca logró superar del todo ese sentimiento.
Los rumores aumentaron cuando se supo que, en su testamento, Michael la nombró como tutora de sus hijos en caso de que su madre no pudiera cuidarlos.
La influencia de Diana Ross no solo se limitó al plano emocional.
En lo profesional, ella representaba para Michael el ideal de estrella: elegante, fuerte, resiliente y siempre en control de su carrera.
Michael aprendió de ella cómo manejar su imagen, cómo impactar en el escenario, cómo seducir al público.
Algunos analistas musicales incluso afirman que muchas de las decisiones estéticas y creativas de Jackson a lo largo de los años llevaban la huella de Diana.
No era casualidad que su estilo, vestimenta e incluso sus gestos recordaran en momentos a la diva del soul.
Diana fue, en muchos aspectos, el molde sobre el cual Michael construyó su identidad artística.
Pero no todo fue armonía.
Con el paso del tiempo, comenzaron a surgir tensiones.
Algunas fuentes cercanas a Michael aseguraban que Diana Ross, a pesar de su cariño por él, también era una mujer extremadamente ambiciosa y protectora de su legado.
Se decía que en más de una ocasión había intentado manipular las decisiones del cantante, escondiéndose bajo la imagen de mentora protectora.
Estas supuestas actitudes habrían provocado distanciamientos entre ambos, aunque nunca se confirmó una ruptura definitiva.
Aún así, la relación se volvió más ambigua con los años, más silenciosa, pero no por eso menos significativa.
La aparición conjunta de ambos en proyectos como “The Wiz” (1978), una adaptación musical de El Mago de Oz, mostró una química palpable.
A pesar de que ambos mantenían sus carreras por caminos diferentes, seguían conectados.
Incluso cuando Michael alcanzó el éxito planetario con “Thriller” y “Bad”, nunca dejó de mencionar a Diana como una de sus mayores inspiraciones.
Para él, ella era más que una colega: era un refugio emocional, un ideal inalcanzable, una figura que combinaba el amor, el poder y la traición en una mezcla tan intensa como contradictoria.
Hasta el final de su vida, Michael mantuvo el recuerdo de Diana Ross como algo sagrado.
El hecho de incluirla en su testamento demostró que, a pesar de cualquier diferencia, su confianza en ella seguía intacta.
Algunos biógrafos sostienen que nunca amó a nadie como amó a Diana, y que su incapacidad para formar relaciones duraderas estuvo ligada a ese amor platónico no correspondido o no concretado.
Ella, por su parte, siempre habló con respeto y ternura sobre Michael, aunque nunca admitió públicamente ningún tipo de relación amorosa.
La historia entre Michael Jackson y Diana Ross es una mezcla de mito, verdad, admiración y misterio.
Lo que sí es innegable es que ella marcó su vida de forma profunda y permanente.
Fue su modelo, su salvación, su tentación y posiblemente su gran amor.
Una historia que sigue fascinando al mundo, no solo por lo que fue, sino por todo lo que pudo haber sido.