⚠️ “Sí fui la otra”: Confesión devastadora de Michelle Reynoso deja en shock a fans de Rubby Pérez

Rubby Pérez, ícono indiscutible del merengue, no solo marcó generaciones con su potente voz, sino que también dejó una estela de emociones, amores y conflictos que hoy, tras su muerte, comienzan a salir a la

luz.

El país aún no termina de procesar su partida cuando Michelle Reynoso, la mujer que muchos conocían como “la otra”, decidió contar su versión.

Y lo que dijo no es un simple descargo: es un terremoto emocional que pone en jaque todo lo que sabíamos del hombre detrás del artista.

“Sí, fui la otra.

Pero también fui mujer, madre y parte de su historia”.

Con esa frase demoledora, Michelle inicia un testimonio largo, emotivo y valiente, en el que no solo reconoce haber tenido una relación sentimental con Rubby mientras él seguía casado, sino que revela la

existencia de una hija fruto de ese amor escondido.

Una niña que, según ella, fue querida, cuidada y protegida por Rubby…aunque públicamente nunca se le diera su lugar.

La tensión escaló cuando Sulinka Pérez, hija mayor del cantante, ofreció declaraciones en medios insinuando que Michelle había irrumpido en el funeral como una intrusa y que su hija era “hija de la calle”.

Estas palabras encendieron la mecha.

Michelle no solo lo desmintió, sino que respondió con una mezcla de dolor y dignidad: “Mi hija no es un error.

Es fruto de un cariño real, aunque imperfecto.

Rubby la amó y eso nadie puede negarlo”.

Con una narrativa que sacude el alma, Michelle recuerda los años en que compartió momentos íntimos con el cantante.

Habla de ternura, complicidad, discusiones y despedidas silenciosas que hoy, con su partida, se sienten como cuchillos clavados en la memoria.

“Él y yo discutimos, claro que sí, bastante.

Pero también reímos, también lloramos, también construimos algo aunque fuera en la sombra”, revela.

Lo más impactante es su relato del velorio.

Michelle detalla cómo Sulinka la miró, petrificada, cuando llegó con su hija al funeral.

“Me acerqué.

Ella me abrazó.

Nos dijimos cosas que llevábamos años callando.

Pensé que era el final de todo ese dolor, pero luego la vi en televisión desempolvando el pasado.

Y entonces decidí hablar”.

Según Michelle, no lo hizo por fama ni escándalo, sino para proteger a su hija de una narrativa que la marcaba como ilegítima.

Y no todo fue confrontación.

Con asombroso respeto, Michelle también agradece a la madre de Sulinka, quien en vida —asegura— la perdonó y jamás le enseñó a odiar.

“Ella cuidó de mi hija, la peinó, le cocinó, la trató como suya.

¿Cómo podría odiar a alguien así? El rencor envenena.

El perdón sana”.

Palabras que sorprendieron incluso a los más escépticos.

Michelle cuenta también cómo su hija vivió entre sombras, sintiéndose ajena en la historia de un padre que amaba en silencio.

“Tuve que criarla con miedo de que la rechazaran, de que se sintiera un error.

Pero ella también es hija de Rubby.

Tan hija como cualquiera”.

Habla con crudeza de las críticas que ha recibido desde que salió a la luz: que destruyó un hogar, que fue inmadura, que no merece reconocimiento.

Pero su respuesta es contundente: “Quizás fui inmadura, pero también supe querer, sufrir y evolucionar.

No busco que me entiendan, solo que no nos borren”.

La confesión continúa con detalles de encuentros familiares ocultos, cumpleaños celebrados a escondidas, canciones dedicadas en privado y palabras que Rubby jamás se atrevió a pronunciar ante el mundo.

“Su esposa fue su reina, pero nuestra hija también fue su orgullo”, afirma.

Michelle insiste en que su testimonio no busca destruir la imagen de Rubby, sino completarla.

Mostrar que detrás del ídolo había un ser humano, con contradicciones, errores y afectos reales.

“No fue perfecto, pero fue real.

No todo el amor es aprobado por la sociedad, pero eso no lo hace menos verdadero”.

Incluso reconoce que durante años se quedó callada por respeto.

Pero ver a su hija crecer sintiéndose invisible fue más doloroso que cualquier escándalo.

“Callé por miedo, por vergüenza, por respeto.

Pero ya no más.

Mi hija merece conocer su historia completa, no la mitad que los demás aceptan”.

En su parte más conmovedora, Michelle recuerda la última fiesta de 15 años de su hija, donde Rubby estuvo presente.

“Bailé con él una última vez.

Sin saberlo, fue una despedida.

Una última danza con el hombre que, con todas sus fallas, también supo amar”.

Este testimonio ha dividido al país.

Unos la critican por hablar ahora, otros la aplauden por su valentía.

Pero lo cierto es que nadie ha quedado indiferente.

Porque más allá del escándalo, lo que Michelle Reynoso ha hecho es ponerle voz a una historia enterrada, a una verdad que duele, pero que también merece ser escuchada.

“Yo no vine a limpiar mi imagen.

Vine porque ya no puedo seguir cargando lo que me quema por dentro.

Porque el amor, aunque imperfecto, también merece ser contado”.

Y ahí queda su verdad, lanzada al mundo, como un grito en medio del silencio que rodeaba a Rubby Pérez.

Una verdad que incomoda, que conmueve y que, sin duda, ya forma parte del legado del artista.

¿Qué opinas tú? ¿Debe una hija amar en secreto? ¿Se puede ocultar un amor para siempre? Porque después de esta revelación, la historia de Rubby Pérez ya no volverá a contarse igual.