Cuando el Falsete se Quebró: El Secreto de Miguel Aceves Mejía que Su Hijo Guardó 20 Años

🎤⚡ Cuando el Falsete se Quebró: El Secreto de Miguel Aceves Mejía que Su Hijo Guardó 20 Años

MIGUEL ACEVES MEJÍA, SERENATA HUASTECA (1953)

El 6 de noviembre de 2006, en la habitación 401 del Hospital Santa Elena en Ciudad de México, el hombre que hizo cantar al mundo dejó escapar su último aliento.

Tenía 90 años y estaba a solo días de cumplir 91.

La causa oficial: neumonía.

La real: un desgaste silencioso acumulado durante años, una combinación de soledad, debilidad y el peso del tiempo.

No murió en un escenario ni envuelto en una gira triunfal, sino rodeado de máquinas, con el falsete que alguna vez atravesó fronteras convertido en un susurro apenas audible.

Su esposa, la actriz y cantante argentina Rita Martínez, apenas podía hablar.

Los amigos, asistentes y ejecutivos que lo habían acompañado en la gloria miraban con asombro y tristeza a un hombre casi irreconocible.

Semanas antes, había sido internado por desnutrición.

La caída comenzó con un desplome en el baño, seguido de una hospitalización en la que sus signos vitales mejoraron por un instante, hasta que una infección pulmonar acabó con toda esperanza.

El homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes fue un gesto simbólico… pero incompleto.

El Capiro - YouTube

Miles de fans esperaron durante horas para despedirlo, pero la ausencia de grandes figuras de la industria fue tan evidente como dolorosa.

Apenas unas celebridades, ningún despliegue institucional digno de un hombre que grabó más de 2000 canciones y filmó más de 60 películas.

Y cuando el momento alcanzaba su punto más emotivo, el personal desalojó a todos alegando una protesta inexistente.

El ataúd salió, la multitud se dispersó, y el “Rey del Falsete” fue enterrado casi en silencio.

Pero ese no era el único silencio que marcó su vida.

Su hijo, Miguel Santiago Aceves, confirma ahora que su padre cargó durante décadas con un recuerdo que lo hería: un rechazo fulminante de María Félix.

Fue en 1953, durante el funeral de Jorge Negrete, cuando Miguel se acercó para darle el pésame a “La Doña” y ella, sin miramientos, levantó la mano y dijo un “No” que heló el aire.

Nadie sabe con certeza por qué, pero para él fue un golpe personal y profesional.

Coincidieron después en rodajes como Camelia (1954) y Si yo fuera millonario (1962), pero la distancia se mantuvo.

Frente a la cámara había química; fuera de ella, un muro de hielo.

A esa herida se sumó un capítulo fugaz, pero imborrable: Berta Gulías.

MI DERROTA - Pedro Vargas y Miguel Aceves Mejía - YouTube

La conoció en Cuba en 1958, cuando ella tenía 19 años y él 43.

Un encuentro fortuito en una casa de barrio habanero derivó en charlas, cafés y una noche en el Cabaret Sierra que quedó inmortalizada en una fotografía y en una dedicatoria manuscrita: “Bertita, recuerda

cuando veas esta foto la noche que pasamos juntos en el Sierra.

Miguel.

” Pero el destino, la tensión política y quizá sus propias decisiones cortaron el hilo.

Ese romance quedó atrapado en el limbo de lo que pudo ser.

Su vida amorosa estuvo marcada por grandes mujeres.

Se casó con Antonia Ramona Martínez Pechinoti, con quien tuvo hijos, y más tarde con Rita Martínez, su compañera durante más de cinco décadas.

Rita fue su pilar, pero también vivió en la sombra de un hombre que pertenecía al público más que al hogar.

Viajaba constantemente, cantaba sin descanso, y aunque el amor entre ellos era real, el tiempo compartido siempre fue una moneda escasa.

Para entender al hombre detrás del mito hay que regresar a sus orígenes.

MIGUEL ACEVES MEJÍA, DELANTE DE MI DETENTE (1950) - YouTube

Nació en 1915, entre el caos de la Revolución Mexicana, en Ciudad Juárez o quizá en El Paso, Texas; nunca se aclaró del todo.

A los cuatro años quedó huérfano de padre.

Creció en la pobreza, lustrando zapatos y vendiendo periódicos, con un tartamudeo que desaparecía al cantar.

Trabajó como ayudante mecánico en la Ford de Chihuahua, y fue ahí donde su voz empezó a llamar la atención.

Ganó un concurso que le abrió las puertas de la radio en Monterrey, y más tarde viajó a la Ciudad de México, donde finalmente se consagró.

Su alianza con el Mariachi Vargas de Tecalitlán y el arreglista Rubén Fuentes revolucionó la música ranchera.

Grabó himnos como El jinete, La malagueña y Carabina 30-30.

Llevó la ranchera a escenarios internacionales, desde Argentina hasta Estados Unidos.

Interpretó tangos, boleros, guarachas… pero su casa fue siempre el falsete ranchero.

A pesar de su éxito, nunca fue invitado a cantar en el Palacio de Bellas Artes en vida.

Ese mismo lugar lo recibió solo cuando ya no podía escucharse a sí mismo.

MIGUEL ACEVES MEJÍA, CIELITO LINDO (1938) - YouTube

Su último lanzamiento fue un recopilatorio de sus mejores éxitos, y aunque su voz seguía viva en discos y videos, él sentía que su presencia se desvanecía.

El hijo lo resume con crudeza: “Mi padre murió sintiéndose olvidado.

” Tal vez no por el pueblo —que siempre lo veneró—, sino por las instituciones, por una industria que no supo o no quiso rendirle en vida el tributo que merecía.

Y sin embargo, más allá del olvido y de las heridas, su legado sobrevive.

En algún rincón de La Habana, una anciana quizá aún guarda esa foto con la dedicatoria.

En algún mercado de barrio, un altavoz viejo sigue sonando con La malagueña.

Y en cada mexicano que ha sentido cómo un falsete rompe el aire, sigue vivo Miguel Aceves Mejía, el hombre que cantó al amor… pero que muchas veces lo vivió en silencio.

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