⚡ Traición y Fe: Dante Gebel Nombra a los ‘Hermanos’ que lo Dejaron en la Oscuridad
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Dante Gebel no es un nombre cualquiera.
Es un ícono del cristianismo moderno, un hombre que ha transformado vidas con su mensaje de amor y gracia.
Pero detrás de las multitudes que lo aclaman y los mensajes que inspiran, hay una historia de traiciones que lo han marcado profundamente.
A los 57 años, Dante ha decidido hablar, no para buscar venganza, sino para liberar un peso que ha cargado durante años.
Y lo hace nombrando a cinco personas que, según él, dejaron cicatrices imborrables.
El primero en la lista es Cash Luna, el pastor guatemalteco con quien Dante compartió más que un escenario.
Fueron amigos, casi hermanos, hasta que un escándalo lo cambió todo.
En 2018, las acusaciones contra Luna por presuntos vínculos con el narcotráfico sacudieron al mundo evangélico.
Según Dante, Luna le pidió que lo defendiera públicamente, pero él se negó.
“No puedo defender lo que no sé que sea cierto”, dijo Dante en una conferencia privada.
Esa decisión le costó una amistad de más de 20 años.
Para Luna, fue una traición.
Para Dante, fue una cuestión de principios.
“A veces, no defender a alguien es la única forma de defenderte a ti mismo”, reflexionó años después.
Desde entonces, los dos no volvieron a cruzar palabras, y el silencio que quedó entre ellos fue más estruendoso que cualquier acusación.
El segundo nombre en su lista es John MacArthur, el teólogo calvinista que lo señaló públicamente como un “animador” más que como un pastor.
En 2011, durante una conferencia, MacArthur criticó a los megapastores modernos, y aunque no mencionó nombres, pronto quedó claro que se refería a Dante.
Más tarde, en un artículo titulado Cuando el escenario se convierte en santuario, MacArthur lo acusó de reemplazar la escritura con el espectáculo.

Para Dante, esto no fue solo una crítica, fue una crucifixión pública.
“Nunca me conoció, nunca escuchó un sermón completo mío, pero me juzgó desde lejos”, confesó Dante en un podcast años después.
Aunque decidió no responder directamente, el ataque dejó cicatrices.
“Predican sobre la gracia, pero no la practican”, dijo con tristeza.
Para Dante, esa experiencia lo llevó a entender que, a veces, las heridas más profundas vienen de aquellos que deberían ser tus aliados.
El tercer nombre es Paul Washer, otro teólogo que, aunque nunca lo mencionó directamente, lo atacó con palabras que resonaron en toda Latinoamérica.
En 2017, Washer predicó sobre “los pastores que hacen reír a la gente camino al infierno”.
Aunque no dijo su nombre, todos sabían que se refería a Dante.
Para Gebel, esto fue un golpe inesperado.
Admiraba la pasión de Washer y nunca imaginó que sería señalado como un “farsante”.
“Jesús hizo reír a la gente, los hizo sentirse vistos”, dijo Dante en una entrevista posterior.
“Si eso es pecado, entonces seguiré pecando con amor”.
A pesar de las críticas, Dante decidió no responder con ira, sino con compasión, pero el daño ya estaba hecho.
Las invitaciones a predicar en círculos conservadores disminuyeron, y su estilo fue etiquetado como “superficial” por aquellos que nunca entendieron su visión.
El cuarto nombre en su lista es Eliseo Caro, un prometedor líder evangélico chileno a quien Dante consideraba un hermano menor.
Durante años, lo apoyó y lo guió, compartiendo ideas y estrategias para transformar la iglesia.
Pero Caro, presionado por ambiciones políticas dentro de su denominación, comenzó a usar el nombre de Dante para promover su propia agenda.
Cuando estallaron escándalos de corrupción y abuso en el círculo de Caro, este guardó silencio, dejando a Dante en una posición incómoda.
“Él quería mi voz, pero no mi presencia”, dijo Dante en un Facebook Live.

“Usó mi nombre como una marca, pero cuando las cosas se ensuciaron, yo era un fantasma”.
Para Dante, esta traición no fue solo profesional, fue profundamente personal.
“No fue la traición lo que dolió”, confesó.
“Fue darme cuenta de que había formado a alguien para convertirse en todo aquello que ambos dijimos odiar”.
El último nombre en su lista es Carlos Belart, un amigo cercano que se convirtió en su crítico más feroz.
Belart, un pastor argentino, escribió un artículo anónimo en el que atacaba a Dante y su estilo ministerial.
Aunque nunca mencionó su nombre, las referencias eran inconfundibles.
Lo que más dolió a Dante no fue el contenido del artículo, sino el hecho de que Belart, alguien que conocía su corazón y había estado en su casa, eligiera herirlo de esa manera.
“Sabía lo que hacía y no le importó”, dijo Dante años después.
“Las traiciones más dolorosas no vienen de los enemigos, vienen de los amigos”.
A pesar de todo, Dante no habla con odio ni rencor.
Sus palabras son las de un hombre que ha aprendido a vivir con sus cicatrices.
“No todos los que te hieren son tus enemigos, y no todos los que te aplauden son tus amigos”, reflexionó en una reciente transmisión en vivo.
Para él, estas experiencias han sido lecciones dolorosas pero necesarias.
“A veces, la cruz no la cargan los enemigos, sino los hermanos que nunca te conocieron y aún así te juzgaron”.
Entonces, ¿por qué Dante decidió hablar ahora? Quizás porque a sus 57 años, ha llegado a un punto en su vida donde ya no teme mostrar su humanidad.
“No soy perfecto, no soy intocable, pero soy real”, dijo en una entrevista reciente.
Para Dante, nombrar a estas personas no es un acto de venganza, sino de liberación.
“No puedo cambiar lo que hicieron, pero puedo decidir cómo me afecta”, concluyó.