💔 Ednita Nazario: La Diva que Tocó el Cielo y Cayó al Infierno | Bancarrota, Engaños y Soledad
Desde pequeña, Ednita Nazario fue una tormenta de talento.
A los siete años ya cantaba en supermercados y carritos de helado, y a los quince estaba en la televisión.
Su primer gran golpe de suerte llegó en un show de talentos donde se robó el escenario con una versión de “My Boy Lollipop”, lo que le abrió paso a grabar su primer
disco con apenas 13 años.
Todo apuntaba a una carrera brillante.
Y así fue… al menos en apariencia.
En los 70 ya era una figura prominente.
Fue la primera puertorriqueña en presentarse en escenarios exclusivos de Mónaco, contratada incluso por la familia real.
En Puerto Rico tenía su propio programa en Telemundo y prestaba su voz a campañas publicitarias que marcaban época.
Pero mientras más brillaba en tarima, más oscuro se volvía su camino personal.
A los 23 años conoció a Laureano Brizuela, un cantante argentino que la enamoró con versos y promesas.
Enloquecida por su carisma, Ednita cayó de lleno en sus brazos y en un matrimonio que, con el tiempo, resultó ser una farsa.
Lo que parecía el cuento perfecto, pronto se convirtió en una pesadilla: Laureano estaba casado en Argentina.
Sí, Ednita fue víctima de un engaño tan cruel como despiadado.
Y como si eso fuera poco, sufrió múltiples pérdidas durante esa relación, incluyendo abortos espontáneos que la dejaron devastada.
El golpe emocional fue tan profundo que su carrera comenzó a tambalear.
A todo esto se sumó una crisis económica brutal que culminó en bancarrota.
Ednita tuvo que regresar a vivir con sus padres y hasta hipotecó la casa familiar para pagar las deudas.
Ni un centavo en la cuenta, ni un plan claro.
Estaba literalmente en cero.
Pero como buena fénix, en 1986 resurgió con “Tú sin mí”, un éxito que la devolvió a las listas de ventas.
Parecía que la vida le daba una nueva oportunidad.
Tiempo después conoció a Luis Ángel, con quien vivió un segundo matrimonio lleno de momentos dulces.
De esa unión nació Carolina, su hija, su todo, su ancla emocional.
Sin embargo, cuando parecía que había encontrado la estabilidad, la tragedia volvió a tocar su puerta con la muerte de su madre.
A los tres días quedó embarazada, un contraste emocional tan fuerte que la marcó para siempre.
Tras una pausa maternal, Ednita volvió a los escenarios con el disco “Lo que son las cosas”, que no solo se convirtió en un himno, sino que también capturó las
cicatrices y aprendizajes de su vida.
Su esposo fue quien compuso ese tema, y juntos vivieron momentos de verdadera complicidad.
Pero la calma no duró: el matrimonio terminó en 1992.
Aunque aseguraron que fue de común acuerdo y quedaron en buenos términos, el vacío de otra relación rota volvió a sacudirla.
Y cuando muchos pensaban que ya nada la derrumbaría, otro golpe: su tercer matrimonio con el empresario Luis Bonet también colapsó tras 24 años.
Fue un divorcio que Ednita compartió abiertamente por Instagram, confesando que, a pesar de haber intentado salvar la relación, ya no quedaba nada por rescatar.
Una decisión difícil, pero necesaria.
Entre medio de todas estas pérdidas, Ednita también enfrentó accidentes físicos —como el brutal incidente tras bajar de un helicóptero— y la muerte de seres
queridos, como su sobrino Dani.
La pandemia también le pasó factura emocional.
Sin giras, sin abrazos, sin escenario.
Solo ella, su hija, su música… y su soledad.
Pero si algo ha demostrado Ednita Nazario es que no hay dolor que la tumbe para siempre.
En sus momentos más oscuros, encontró refugio en la música y en su hija.
Carolina fue su salvación, su norte, y su razón para seguir de pie.
Ednita se prometió no pasar más de dos semanas lejos de ella y cumplió.
Viajaban juntas, compartían camerinos y vivencias que fortalecieron un lazo inquebrantable.
Con más de 40 años de carrera, ha compartido escenarios con gigantes como Juan Gabriel, Romeo Santos, Luis Fonsi y Ricardo Arjona.
Ha recibido múltiples premios, tiene estrellas en paseos de la fama y es considerada una de las baladistas más intensas y respetadas del mundo latino.
Pero más allá del brillo, está la mujer de carne y hueso, la que ha llorado, caído, perdido y vuelto a empezar.
Ednita Nazario es prueba viviente de que no hay gloria sin sufrimiento.
Su biografía, lanzada junto a un nuevo álbum, fue la forma más sincera de abrir su alma.
Ahí, sin filtros ni poses, habló de lo que nunca se había atrevido a compartir: sus fracasos, sus miedos, sus errores.
Su confesión más poderosa: “Soy de carne y hueso.
También conozco la tristeza”.
Hoy, con la mirada firme y el corazón aún latiendo fuerte, Ednita sigue cantando.
Y mientras su voz siga alzándose, su historia seguirá recordándonos que incluso las divas pueden tocar fondo… pero las verdaderas, las grandes de verdad, siempre
encuentran la forma de volar más alto.
