🎬 “El ídolo que se desmoronó: cómo Steven Seagal pasó de héroe invencible a marginado de Hollywood 🕶️
Steven Seagal irrumpió en Hollywood con una fuerza inusual, combinando auténticas habilidades en artes marciales con un carisma inquietante que lo diferenciaba de otros héroes de acción.
Su debut en 1988 con Above the Law lo catapultó al estrellato, y durante los años 90, títulos como Hard to Kill, Marked for Death y Under Siege consolidaron su lugar como uno de los favoritos del público.
Pero detrás de esa imagen de invulnerabilidad, ya comenzaban a formarse las grietas que eventualmente lo derrumbarían.
El ascenso de Seagal fue tan rápido como su caída.
En 1994, decidió dirigir On Deadly Ground, una película con un mensaje ecológico y espiritual que confundió a sus seguidores.
En lugar de ofrecer la acción implacable que lo había hecho famoso, Seagal optó por predicar largos discursos que hicieron que la audiencia abandonara las salas desconcertada.
La crítica no tuvo piedad, y la película se convirtió en un desastre tanto en taquilla como en reputación.
Fue el primer gran tropiezo de su carrera, y aunque insistió en que era una de sus obras más importantes, para Hollywood marcó el comienzo del fin.
A partir de ese momento, los problemas comenzaron a acumularse.
Su ego descontrolado y su fama de ser difícil en los rodajes lo alejaron de los grandes estudios.
Compañeros de producción y dobles de acción relataron episodios de abuso físico y comportamientos excéntricos que lo hicieron prácticamente intocable.
Kane Hodder, conocido por interpretar a Jason en Viernes 13, aseguró que Seagal golpeaba deliberadamente a los especialistas en escenas de combate.
Incluso Michael Jai White confirmó que el actor tenía fama de lastimar a sus colegas, alimentando la percepción de que Seagal era más una amenaza que un aliado en los sets.
Pero los problemas no se limitaron a su comportamiento profesional.
Acusaciones de acoso sexual comenzaron a surgir, dañando aún más su imagen pública.
Desde los años 90, trabajadoras de Warner Bros y actrices como Jenny McCarthy y Portia de Rossi denunciaron incidentes perturbadores que involucraban al actor.
Aunque algunos casos no prosperaron legalmente, el daño a su reputación fue irreversible.
Hollywood, que ya lo veía como una figura en declive, terminó por cerrarle las puertas.
En un intento desesperado por mantenerse relevante, Seagal se refugió en el mercado de películas directas a video.
Producciones de bajo presupuesto como Ticker, Out of Reach y Submerged se convirtieron en su nueva realidad.
Estas cintas, con guiones flojos y montaje mediocre, dependían de su nombre en la portada más que de su presencia real en pantalla, ya que Seagal apenas aparecía unos días en los rodajes.
Aunque por un tiempo funcionó gracias a cadenas como Blockbuster, su imagen de héroe de acción se desmoronaba rápidamente.
La crítica lo destrozaba, y sus seguidores de antaño luchaban por reconciliar la figura del letal experto en Aikido con el hombre pesado y lento que encabezaba estas películas.
Fuera del cine, su vida personal también se tornó caótica.
Su aumento de peso y deterioro físico le impedían realizar las escenas de acción que alguna vez lo hicieron famoso.
En lugar de aceptar sus limitaciones, Seagal se aferró a una identidad que confundía la línea entre realidad y ficción.
Presumía vínculos con cuerpos policiales, amistades con líderes internacionales como Vladimir Putin, y se presentaba como una figura espiritual.
A mediados de los 2000, intentó reinventarse como músico de blues, lanzando discos como Songs from the Crystal Cave y Mojo Priest.
Aunque sus habilidades como guitarrista eran genuinas, la crítica lo veía como un intento desesperado por aferrarse al espectáculo.
Uno de sus últimos intentos por recuperar relevancia fue el reality show Steven Seagal: Lawman en 2009, donde patrullaba como ayudante de un sheriff en Luisiana.
Aunque despertó curiosidad inicial, el programa estuvo marcado por controversias legales y acusaciones de mala conducta fuera de cámara, hundiendo aún más su reputación.
Con los años, Seagal se distanció de Hollywood y se acercó a la política internacional.
Su relación con Rusia y su amistad con Vladimir Putin lo convirtieron en una figura polémica.
En 2016, recibió la ciudadanía rusa y adoptó el rol de embajador cultural, pero estas alianzas lo alejaron aún más del público estadounidense.
Para finales de la década de 2010, prácticamente había desaparecido de la pantalla.
Su último crédito cinematográfico llegó en 2019, y desde entonces ha permanecido fuera de la industria.
Hoy, Steven Seagal es recordado más por sus escándalos y decisiones cuestionables que por su legado cinematográfico.
Sus primeras películas siguen siendo revisitadas por fanáticos del cine de acción, pero su trayectoria posterior quedó como un recordatorio de cómo Hollywood puede encumbrar y enterrar a una estrella en
cuestión de años.
Entre 1988 y 1994, Seagal estuvo en la cima, pero su negativa a transformarse, su ego descontrolado y su rechazo a adaptarse a los cambios lo condenaron.
Lo que alguna vez parecía un futuro brillante se convirtió en una advertencia sobre los peligros de la fama.
Steven Seagal, el hombre que parecía destinado a ser una leyenda, terminó siendo una caricatura de sí mismo.
¿Fue víctima de la industria o de sus propias decisiones? La respuesta, como su caída, está llena de matices.
Lo que es indudable es que nadie imaginó un final así.