🧨 ¡YA NO HAY VUELTA ATRÁS! Imelda rompe el silencio tras perder a su hijo y acusa a Maribel de violencia vicaria ✅
La historia que hoy estremece a todo México no es la de una celebridad cualquiera, sino la de una abuela que intenta salvar a su nieto de lo que considera un entorno peligroso, y de una madre que jura estar siendo
injustamente crucificada.
Maribel Guardia, en una reciente rueda de prensa, relató entre lágrimas cómo su nieto José Julián le confesó haber dormido en un sofá mientras su madre compartía una cama con un hombre desconocido a quien
el pequeño llama “tío”.
Una frase tan simple como devastadora: “No Mimi, yo dormí en el sofá”, bastó para romperle el alma a Maribel…
y a todo el país.
Detrás de esta revelación hay una historia familiar cargada de tragedia.
José Julián es el hijo del fallecido cantante Julián Figueroa y de Imelda Tuñón.
Su padre, conocido por su legado musical y por ser hijo de Maribel Guardia y Joan Sebastián, murió a los 27 años en 2023.
Su muerte no solo dejó un hueco en el corazón de sus fanáticos, sino que también destapó una serie de conflictos y secretos que habían permanecido ocultos durante años.
En medio de este dolor, José Julián quedó al cuidado de su madre…
pero pronto, las tensiones explotaron.
Según declaraciones de Marcelia Figueroa, hermana del difunto Julián, Imelda Tuñón habría tenido comportamientos preocupantes incluso antes de la muerte de su esposo.
Salidas constantes, consumo de alcohol, abandono del niño y hasta incentivar a Julián a beber tras salir de rehabilitación.
Las acusaciones no son menores, y vienen acompañadas de testimonios que hacen temblar: “Yo estuve ahí, la vi irse por días dejando al niño sin saber dónde estaba”, denunció Marcelia.
Incluso señaló que la relación entre Julián e Imelda se habría forjado en una clínica de desintoxicación, donde ambos intentaban superar sus adicciones.
Frente a este panorama sombrío, Maribel Guardia decidió tomar cartas en el asunto e interpuso una denuncia legal contra Imelda por presunta violencia doméstica.
Desde entonces, José Julián se encuentra bajo su custodia.
Pero lejos de calmarse las aguas, esta decisión encendió un incendio que hoy devora públicamente a ambas partes.
Imelda respondió con furia.
En múltiples entrevistas negó rotundamente las acusaciones y explicó que su hijo jamás durmió en un sofá.
Alegó que siempre ha protegido su entorno y que ni siquiera se toma de la mano con su pareja frente a él.
“Tengo mucho respeto por mi hijo”, declaró.
Y fue más allá: reveló que desde hace más de una década vive con un diagnóstico de trastorno bipolar paranoide, pero que lo tiene totalmente controlado.
Para ella, esta batalla no es más que un intento desesperado de Maribel por arrebatarle a su hijo.
Imelda asegura que la separación fue injusta, que le quitaron a su pequeño sin su consentimiento y que incluso tuvo que esperar más de 16 horas para poder verlo.
En un dramático llamado público, exigió que se le devuelva a su hijo, mientras compartía un mensaje de audio donde, según ella, el niño decía “son malas personas”.
La autenticidad del mensaje ha sido puesta en duda por muchos, pero Imelda insiste en que es un grito sincero de auxilio.
La tensión llegó al límite cuando Maribel, en un intento por mantener viva la imagen materna en el corazón del niño, colocó un póster de Imelda en su habitación y lo hace rezar por su madre cada noche.
Lo que para unos podría parecer un acto de ternura, para Imelda fue una humillación.
“Un póster no puede reemplazar el calor de una madre real y viva”, dijo entre lágrimas.
“Si de verdad amara a mi hijo, no lo separaría de mí, no lo haría rezar diciendo que estoy enferma”.
Las palabras cruzadas han tocado fibras sensibles.
Maribel acusa a Imelda de fiestas frecuentes, consumo de alcohol y un entorno inestable.
Imelda contraataca denunciando violencia vicaria: el uso del niño como arma para hacerle daño.
Incluso afirma haber sido víctima de agresiones físicas y verbales por parte de su exsuegra.
El conflicto ha escalado de tal forma que ahora ya no se trata solo de una custodia, sino de una guerra abierta por el control emocional de un menor inocente.
Las redes sociales están divididas.
Algunos respaldan a Maribel por intentar brindarle un entorno estable al niño, otros empatizan con Imelda y denuncian que se le ha juzgado con demasiada dureza por su pasado.
Pero más allá de la opinión pública, lo único cierto es que José Julián está en el centro de una tormenta que nunca pidió.
Su voz ha sido instrumentalizada, su sufrimiento expuesto, su niñez marcada por una guerra que cada día se vuelve más violenta.
Actualmente, la justicia ha determinado que el entorno más seguro para él es con su abuela.
Pero Imelda no se rinde.
Asegura que todo esto es temporal, que demostrará que puede ser una madre estable y que su hijo volverá con ella.
“Estas decisiones no son fáciles, pero son necesarias”, dijo.
Ella jura que todo lo ha hecho pensando en el bienestar del niño, y que su único objetivo es reconstruir el vínculo irremplazable entre madre e hijo.
Pero, ¿cuánto daño ya se ha hecho? ¿Puede repararse el vacío emocional de un niño que pregunta “a qué hora llega mi mamá”? ¿Puede un sistema judicial verdaderamente decidir lo que es mejor para un corazón
roto? La historia de José Julián no es solo la de un niño en custodia, sino la de una infancia arrebatada por los errores de los adultos.
Y mientras Imelda lucha por recuperar a su hijo y Maribel batalla por protegerlo, el país entero observa con el alma en un hilo.
Porque lo que está en juego no es solo una custodia legal… es el futuro emocional de un niño que solo quiere sentirse amado.