🧩“La Cara Oculta de Rodner Figueroa: Lo Que Calló Por 10 Años y Hoy Lo Deja Al Descubierto”🎭🚪
Rodner Figueroa nació en Caracas con una herencia que parecía prometerle un futuro sin tropiezos: padres exitosos, educación estricta, oportunidades ilimitadas.
Desde niño, vivió entre reglas duras, trajes bien planchados y expectativas inquebrantables.
Su padre lo formó con disciplina jesuita; su madre, con estética, elegancia y una obsesión por los detalles.
Fue ella quien sembró en Rodner el amor por la moda…y el arte de no mostrar debilidad.
Pero el hombre que vemos hoy, seguro y explosivo, fue moldeado por choques brutales con la realidad.
A pesar de sus logros en Univisión y Telemundo, de los premios y las portadas, hubo un momento que marcó su caída más dolorosa: su despido fulminante por un comentario sobre Michelle Obama que cruzó una
línea imposible de revertir.
Una frase al aire.
Una broma fallida.
Y la carrera que había construido durante 17 años se derrumbó en segundos.
Las redes explotaron.
La prensa lo destrozó.
Univisión no dudó.
Lo echaron.
En público.
Sin defensa.
Sin red.
Intentó disculparse.
Mandó una carta directa a Michelle Obama.
Dijo que no era racista, que solo se refirió al maquillaje, no a su persona.
Pero ya era tarde.
Los patrocinadores huyeron.
Las puertas se cerraron.
“No busqué nada, pasé la página”, declaró años después.
Pero no fue tan fácil.
Porque ese episodio no solo le costó trabajo.
Le costó dignidad.
En casa, su pareja Ernesto Masis fue su única constante.
Joven, talentoso y abandonado por su familia, Ernesto encontró en Rodner no solo un amante, sino un protector.
“Él es todo lo que siempre soñé”, decía Rodner, mientras afuera el mundo lo apuntaba con el dedo.
Ernesto lo sostuvo durante la muerte de sus padres.
Lo sostuvo durante el silencio laboral.
Y lo sostuvo cuando la industria lo trató como paria.
Su regreso en 2017, de la mano de María Celeste en Telemundo, fue visto como redención.
Pero esa calma fue momentánea.
En 2022, la cadena lo despidió otra vez, esta vez en frío, sin escándalo, sin titulares…solo una reestructuración que lo dejó fuera.
Otra vez, todo se cayó.
Otra vez, solo.
Muchos lo criticaron por su arrogancia, por no parecer genuinamente arrepentido.
“No soy ese que sonríe todo el día y habla como si viviera en un comercial de suavizante”, dijo.
Y tal vez eso fue lo que nunca le perdonaron: ser real, incluso cuando su verdad incomodaba.
Su carrera en televisión parecía terminada.
Pero Rodner encontró su propio terreno: redes sociales, podcast, moda, filantropía.
Lanzó una línea de ropa, una marca de café y hasta un programa digital.
El hombre que antes dependía de cámaras y luces, ahora decía con orgullo: “Soy económicamente libre.
Ya no tengo que sonreírle a jefes que no respeto.”
Pero el escándalo no se fue.
En junio de 2025, volvió a estar en el centro de una tormenta.
En su podcast criticó la invasión de influencers en la televisión: “No saben hablar.
No saben leer un teleprompter.
” Y aunque nunca dijo nombres, todos lo entendieron.
Especialmente Chiqui Bombom.
La reacción de ella fue inmediata, brutal, pública.
“A ti te han echado de todos lados”, le lanzó en En Casa con Telemundo.
“Y ahora vienes a hablar de los demás como si fueras intocable.
” Chiqui no lo perdonó.
Lo llamó hipócrita por invitar influencers a su podcast mientras los criticaba por detrás.
Lo desnudó emocionalmente ante millones.
Y Rodner, esta vez, no respondió.
Quizás porque sabía que no podía.
Porque, en el fondo, había algo que nunca había dicho.
Un detalle enterrado en lo más profundo de su historia, hasta ahora.
Durante años, Rodner evitó hablar de su salida del certamen Miss Universo.
Evitó explicar por qué, de un momento a otro, ya no lo convocaban.
La verdad era simple y dolorosa: nadie lo quería cerca.
Ni los ejecutivos.
Ni los patrocinadores.
Y ahí vino su confesión más cruda.
“He sido cancelado tantas veces que ya perdí la cuenta.
Pero no voy a cambiar por eso.
” Admitió que ser fiel a sí mismo lo ha dejado solo más de una vez.
Y que sí, tal vez se equivocó.
Pero también sabía que si volvía a fingir, a bajar la voz, a no incomodar, iba a perderse a sí mismo.
Rodner Figueroa ya no busca agradar.
Ni regresar a los sets.
Ni demostrar que merece una segunda oportunidad.
A sus 53 años, lo único que quiere es decir su verdad.
Entera.
Sin cortes.
Sin filtros.
Y eso, para muchos, es más peligroso que cualquier comentario en vivo.
Su historia no es de caída y redención.
Es de resistencia.
Porque cuando te cierran todas las puertas, solo te queda una opción: construir las tuyas.
Y eso es exactamente lo que ha hecho.
¿Lo ames o lo odies? Lo cierto es que Rodner Figueroa sigue hablando.
Y esta vez, nadie lo puede callar.