💔 “Sí, fallé”: La devastadora confesión de Imelda Tuñón que lo cambia todo en el caso Julián Figueroa
Cuando Julián Figueroa murió repentinamente en abril de 2023, el mundo del entretenimiento se sumió en el luto.
Pero nadie imaginó que detrás del dolor se gestaba una tormenta que hoy, casi dos años después, no solo sigue viva, sino que ha alcanzado niveles impensables.
Y es que en el corazón de esta batalla está Imelda Tuñón, la joven viuda del cantante, quien en las últimas horas finalmente aceptó parte de su responsabilidad en la tragedia que cambió su vida y la de Maribel Guardia para siempre.
Todo comenzó como una lucha legal por la custodia del pequeño José Julián, el único hijo de Julián e Imelda.
Maribel, devastada por la pérdida de su hijo, alegó que su nuera no era apta para criar al niño.
La acusó de negligencia, de tener problemas con el alcohol, de exponer al menor a situaciones inapropiadas.
Las redes ardieron, la prensa se volcó sobre el caso, y cada movimiento fue diseccionado por el ojo público.
Imelda lo negó todo… hasta ahora.
En un video filtrado desde su círculo más cercano, Imelda se ve entre lágrimas, reconociendo que “no siempre actué de la mejor manera” y que durante los últimos meses de vida de Julián “hubo momentos en los que no supe
cómo manejar lo que estábamos viviendo”.
Esta frase, aunque breve, marcó un antes y un después en el conflicto.
Porque lo que muchos intuían ahora tenía confirmación: algo dentro del hogar Figueroa-Tuñón no funcionaba.
Acompañando esta revelación, se sumó un detalle que dejó sin aliento a quienes seguían el caso.
Según documentos judiciales filtrados, Imelda habría admitido ante los abogados que durante el año previo a la muerte de Julián, su relación estaba “desgastada, llena de peleas, ausencias y silencio”.
Y más aún: reconoció que en algunas ocasiones se ausentó por días sin dejar indicaciones claras sobre el cuidado de su hijo.
Esto, sumado a los videos publicados por el periodista Carlos Jiménez donde se la ve en evidente estado de ebriedad, pusieron en jaque su imagen pública.
Pero lo más explosivo no fue eso.
En una entrevista concedida bajo estricta confidencialidad, una fuente del entorno de Imelda aseguró que ella habría confesado sentirse “desbordada”, que no podía con la presión de la maternidad, la fama, el duelo por la
muerte de Joan Sebastian y las tensiones constantes con Maribel Guardia.
“Yo no maté a Julián”, habría dicho entre lágrimas, “pero tampoco lo cuidé como debía.
Me perdí en mis propios problemas y no supe ver los suyos”.
Estas palabras sacudieron al público como una descarga eléctrica.
Porque más allá de los errores y las peleas, el reconocimiento de culpa implícita tocó una fibra sensible.
No se trata de culpabilidad legal, sino emocional.
Un acto de sinceridad que, aunque tardío, cambió el eje de la batalla.
Maribel, por su parte, no ha emitido declaración oficial tras esta confesión, pero fuentes cercanas aseguran que la actriz estaría considerando solicitar la custodia definitiva de su nieto basándose en estas nuevas declaraciones.
Las redes estallaron con opiniones encontradas.
Algunos aplaudieron el acto de valentía de Imelda, diciendo que admitir los errores requiere más fuerza que negarlos.
Otros la criticaron con dureza, asegurando que ahora sí es evidente que Maribel tenía razón desde el inicio.
“Esto no es una guerra de egos, es la vida de un niño”, escribió un usuario.
Y es precisamente eso lo que hace esta historia tan estremecedora: en el centro de todo está un niño que perdió a su padre y que ahora se ve arrastrado por una disputa que parece no tener fin.
La confesión de Imelda también reavivó los rumores sobre una supuesta relación extramarital que habría tenido mientras aún vivía Julián.
Aunque ella siempre negó esos señalamientos, las imágenes de ella acompañada por otro hombre semanas después del funeral no ayudaron a calmar las aguas.
“No me juzguen por haber buscado compañía, estaba sola, destrozada”, habría dicho en un mensaje privado que también se filtró.
La tensión ha alcanzado tal nivel que incluso se habla de un audio comprometedor entre Maribel y su esposo Marco Chacón, donde presuntamente se traza un plan para obtener la custodia definitiva.
Aunque aún no ha sido verificado, la grabación ya circula en foros y programas de espectáculos, echando más leña al fuego.
¿Estamos frente a un acto legítimo de protección o a una estrategia encubierta?
Mientras los abogados se preparan para la próxima audiencia, la pregunta que todos se hacen es una sola: ¿esta confesión de Imelda será suficiente para cambiar el curso del caso? ¿Servirá para que Maribel baje la guardia o
será el empujón final para arrebatarle a su nieto? Nadie lo sabe.
Pero lo que sí es cierto es que la máscara cayó.
Y detrás de ella, apareció una mujer rota, arrepentida, enfrentando las consecuencias de sus decisiones.
Una madre que suplica por una segunda oportunidad.
Porque a veces, las verdades más duras no se gritan… se susurran entre lágrimas.
Y cuando finalmente salen a la luz, ya nada vuelve a ser igual.