🎬🩸 La pasión que se volvió tragedia: los últimos días de Enrique Lizalde y su amante 💔⚡
Enrique Lizalde nació en abril de 1936 en la Ciudad de México, en el barrio de Portales, hijo de un ingeniero amante de la poesía y primo del cantautor Óscar Chávez.
Desde niño se sumergió en la literatura, la música y las artes.
Su voz grave y seductora, entrenada en el Conservatorio Nacional, pudo haberlo llevado a la ópera, pero su destino estaba en la actuación.
Dejó sus estudios para lanzarse al teatro universitario y, a inicios de los sesenta, su nombre ya resonaba en cine, teatro y televisión.
En la pantalla, fue el primer Juan del Diablo en “Corazón Salvaje”, un papel que lo catapultó como símbolo de romance y aventura.
Pero fuera del set, Lizalde era reservado, elegante, amante de la carpintería y la música clásica, ajeno a la farándula de escándalo… hasta que apareció Alma Muriel.
Alma, nacida en 1951, era puro fuego en escena: una actriz autodidacta que pasó de papeles pequeños a protagonizar telenovelas memorables.
Su belleza y magnetismo la convirtieron en objeto de deseo, pero su vida personal era un campo minado por celos, relaciones intensas y pérdidas dolorosas.
Desde joven, alternó amores con figuras influyentes, matrimonios breves y romances que, muchas veces, fueron más tormentosos que felices.
Su relación con Enrique Lizalde comenzó en un ambiente cargado de complicidad profesional y atracción mutua.
Él, casado y con familia; ella, acostumbrada a vivir al filo de la emoción.
Lo suyo fue un vínculo secreto, intenso y, según cercanos, lleno de altibajos.
Las discusiones se volvían cada vez más frecuentes, y Alma, dominada por los celos, empezó a sentir que la distancia de Enrique era una amenaza insoportable.
La noche que selló el destino llegó después de una reunión.
Alma, bajo los efectos del alcohol, tuvo un arranque de angustia al escuchar que Enrique quería terminar la relación.
En un momento desesperado, intentó quitarse la vida hiriéndose en el estómago.
Fue trasladada de urgencia a un hospital y luego ingresada en una clínica de salud mental para recibir tratamiento.
Aunque sobrevivió, su mundo emocional quedó marcado para siempre por ese episodio.
Tras aquel quiebre, sus caminos se separaron.
Enrique regresó a su vida familiar y continuó su carrera, acumulando más de 40 telenovelas y una treintena de películas.
Su última aparición fue en “Mañana es para siempre”.
Alma, por su parte, siguió interpretando villanas memorables, pero también enfrentó pérdidas irreparables, como la de un hijo con el cantante José María Napoleón, y relaciones fallidas que la llevaron a buscar
refugio lejos de la Ciudad de México.
Enrique Lizalde falleció en junio de 2013, a los 76 años, tras una larga lucha contra el cáncer de hígado.
Murió escuchando el Réquiem de Gabriel Fauré, su pieza favorita, rodeado de su familia.
Fue despedido como un actor íntegro, un hombre elegante y un artista que se ganó el respeto de colegas y público.
Sus restos descansan en el Panteón Jardín, y su nombre quedó inscrito en la historia del teatro y la televisión.
Alma Muriel, en cambio, encontró en Playa del Carmen un refugio para sus últimos años, buscando paz junto al mar.
Pero en enero de 2014, apenas tres meses después de instalarse, sufrió un infarto que le quitó la vida a los 62 años.
Sus cenizas fueron esparcidas en el Caribe, ese mismo mar que la había cautivado.
La historia de ambos es más que una serie de hechos: es un retrato del lado oculto del glamour.
Un romance marcado por el deseo y el conflicto, que terminó en despedidas silenciosas y muertes separadas por apenas siete meses.
Hoy, sus nombres sobreviven en la memoria colectiva como los protagonistas de una tragedia donde la pasión, la soledad y el destino se dieron cita en el mismo guion.
Porque, aunque el telón ya cayó para Enrique Lizalde y Alma Muriel, las sombras de su amor siguen proyectándose en la pantalla de la historia… una historia que, como las grandes novelas, no se olvida.