🕯️A los 68 AÑOS, Leticia Perdigón ADMITE Todo: Una Vida de Fama, Dolor y Redención que Te Hará Llorar 💔 ✅
Leticia Perdigón no necesita presentación para quienes crecieron viendo televisión y cine mexicano en los años 70 y 80.
Su rostro, su figura, su voz y su talento marcaron a toda una generación.
Pero detrás de esa imagen inolvidable se escondía una historia cargada de contradicciones y heridas que solo ahora, a sus 68 años, se atreve a contar.
En una reveladora entrevista con Aurora Valle en el programa Confesiones, Leticia rompió décadas de silencio sobre los aspectos más íntimos de su vida.
Desde pequeña, su vínculo con el cine fue casi inevitable.
Su madre, maquilladora en los estudios Churubusco, la acercó a un mundo que la sedujo desde el primer momento.
A los 17 años debutó con “Eva y Darío” y muy pronto se convirtió en una figura deseada por directores, productores y el público.
Su papel en “La otra virginidad” la catapultó a la fama, pero también la encasilló.
Aquella famosa camiseta con la frase “Atrévete a perder la otra virginidad” la convirtió en un símbolo sexual… algo que, según ella misma reconoce, nunca buscó.
Leticia confesó que no era consciente del impacto que tendría aquella imagen: “No estaba pensando en que me verían así, solo en promover la película”.
Pero el daño ya estaba hecho.
Durante años fue reducida a su apariencia física, sus escenas desnudas, sus portadas provocativas.
Lo que el público no sabía era que detrás de esa mujer atrevida se encontraba una joven tímida, reservada y profundamente insegura.
A pesar de haber protagonizado más de 65 películas y 55 telenovelas, y de haber trabajado con leyendas como Carmen Montejo y Amparo Rivelles, Leticia siempre sintió que su talento era subestimado.
El precio de haber sido vista como “sexy” fue alto.
“La belleza se va… y lo que queda es el trabajo”, dijo en la entrevista, con la mirada baja y la voz entrecortada.
Pero quizás la parte más desgarradora de su confesión fue sobre su rol como madre.
Hablando de su única hija, Valeria, Leticia no pudo contener las lágrimas.
“No he sido una madre perfecta”, admitió con honestidad brutal.
“Siempre estuve presente, pero no fui cariñosa… y me pesa”.
Contó que su hija sufrió trastornos alimenticios y que ella invirtió todo lo que tenía en buscar ayuda médica, terapias y especialistas.
“Creo que fue el mejor uso de mi dinero”, afirmó con la voz quebrada.
Lo más duro, sin embargo, fue reconocer que su forma de amar era silenciosa, distante, y que muchas veces no supo cómo expresarlo.
“Hay muchas madres que son muy cariñosas… yo me considero bastante reservada”, dijo, aceptando que su temperamento pudo haber marcado a su hija.
A pesar de todo, Valeria ha logrado salir adelante en Europa, construyendo una carrera exitosa en el mundo de la moda y el marketing, lejos del espectáculo.
La entrevista también tocó otro punto sensible para Leticia: la muerte de su gran amigo y compañero Héctor Suárez.
La noticia de su fallecimiento la dejó congelada.
“Me quedé paralizada cuando vi las imágenes.
Fue como si una parte de mi vida se apagara”, confesó.
Compartió que su último encuentro fue meses antes en un evento de la ANDI.
Nunca imaginó que sería la despedida final.
Con voz emocionada, dijo: “Sé que lo seguiré aplaudiendo desde donde esté”.
A pesar de todas las tormentas, Leticia ha logrado mantener su carrera viva y digna.
Su participación en la telenovela Papás por encargo, junto a José Ron, ha sido una bocanada de aire fresco.
Interpretando a una abuela trabajadora y luchadora, encontró una conexión con la realidad que viven muchas mujeres en México.
A sus 68 años, dice sentirse rejuvenecida y con más ganas que nunca de seguir trabajando: “Cuando tu vida es tu trabajo, siempre hay ejemplos valiosos que dar”.
Y aunque su vida nunca estuvo exenta de dolor, Leticia nunca recurrió al escándalo para mantenerse vigente.
Rechazó exponer su vida amorosa, protegió a su hija de los focos, y eligió papeles que le permitieran demostrar su talento, no su cuerpo.
Reivindica con orgullo que su legado no es una imagen, sino una obra.
Más de cien créditos en producciones, décadas de entrega, y un respeto ganado a pulso en una industria despiadada.
Cuando las redes sociales revivieron su imagen con una foto icónica de “La otra virginidad”, Leticia no se sintió ofendida.
Con ese humor irónico que la caracteriza, respondió: “Dime qué pasa… no sigas molestándome”.
Pero también aprovechó para mandar un mensaje poderoso: “Ninguna mujer debería rebajarse para encajar”.
Leticia Perdigón, con su rostro suave y su mirada intensa, ha vivido muchas vidas en una.
La niña que jugaba en los estudios Churubusco, la joven actriz que se convirtió en símbolo de una época, la madre que luchó por su hija, la mujer que hoy enfrenta su vejez con dignidad y entereza.
No necesita reconocimientos ni premios para validar lo que ha hecho.
Su historia ya está escrita en la memoria del público y en el corazón de quienes saben que, detrás del glamour, había una mujer que solo pedía una cosa: ser vista por lo que realmente es.
Y finalmente, lo ha logrado.
A los 68 años, Leticia Perdigón no solo ha admitido lo que todos sospechaban.
Nos ha dejado, de verdad, sin palabras.
