🌹A Sus 102 Años, María Victoria Sorprende al Mundo: Confiesa lo de Pedro Infante y el Amor que Nunca Olvidó
María Victoria Cervantes, la actriz que durante décadas fue sinónimo de glamour y misterio, ha decidido hablar.
Y lo ha hecho con la elegancia que siempre la ha definido, pero también con una franqueza que nadie esperaba.
Desde la comodidad de su casa, en una entrevista para televisión, soltó la verdad como quien deja caer una bomba cuidadosamente guardada durante un siglo entero.
Confirmó lo que muchos sospechaban: Pedro Infante, el galán más legendario del cine mexicano, sí le coqueteó… mientras estaba casado con Irma Dorantes.
Pero lo que más sorprendió no fue el coqueteo, fue la respuesta de María.
“Si lo hubiera hecho, lo habría rechazado por respeto a Irma”, afirmó sin vacilar.
La confesión dejó claro que detrás de la imagen sensual, había una mujer leal, con códigos éticos férreos.
No solo defendió su dignidad, también protegió a su amiga.
Y con esas palabras limpió años de rumores que la vinculaban al ídolo de México de una forma que nunca fue confirmada…hasta ahora.
Sin embargo, esa fue solo la punta del iceberg.
En medio de la charla, surgió otra verdad: su edad.
Durante años se dijo que tenía 98, pero su familia lo dejó claro en una reciente aparición pública.
“Tiene 102”, dijeron entre risas y orgullo.
María Victoria había ocultado su verdadera edad por décadas, como muchas artistas de su generación.
Pero lejos de esconder una debilidad, su longevidad se convirtió en una medalla de honor.
Con más de un siglo de vida, no solo ha sobrevivido a todas las leyendas del cine de oro, también sigue siendo lúcida, hermosa y, según sus nietos, “perfectamente arreglada todos los días”.
Esa revelación encendió las redes y provocó una ola de homenajes inesperados.
Aracely Arámbula, artistas de varias generaciones, y miles de admiradores la felicitaron no solo por sus años, sino por su entereza.
Su hijo Rubén y su hija Teté hablaron con emoción: “Está bien, radiante, y sigue cantando”.
Pero quizá lo más desgarrador y conmovedor de todo lo que María contó fue su amor eterno por Rubén Cepeda Novelo, el hombre que fue su esposo y a quien, tras más de 50 años de viudez, sigue considerando su
único amor.
María recordó con ternura cómo Rubén se encargaba de todo en casa, cómo nunca sintió daño a su lado y cómo, incluso si hubo errores, decidió no verlos.
“Nunca volví a tener pareja, nunca me llamó la atención nadie más”, dijo con firmeza.
Y esa afirmación dejó helados a muchos.
Porque no estamos hablando de una mujer cualquiera, sino de una de las más deseadas, famosas y admiradas del país durante décadas.
Y aun así, eligió la soledad, el recuerdo y la fidelidad por encima de la compañía.
El público lo notó.
En cada aparición pública, en cada homenaje, se siente la devoción que aún le tienen.
Pero también la nostalgia.
Verla tan lúcida a sus 102 años, aún recordando con detalle las anécdotas con Pedro Infante, los años de giras artísticas desde los 9 años, y los teatros que la vieron crecer, es presenciar historia viva.
María no necesita inventarse leyendas: ella las protagonizó todas.
Su voz suave, sus trajes escandalosos para la época, y esa forma única de alargar las sílabas en canciones como “Estoy tan enamorada” no solo hicieron suspirar a miles.
Definieron un estilo.
En una época donde las artistas eran vistas con recelo, María Victoria se plantó como un torbellino de sensualidad y clase.
Por eso fue la Reina de las Rocolas.
Por eso Pérez Prado le compuso una canción.
Por eso Agustín Lara quiso llevársela.
Y por eso Pedro Infante, con todo su magnetismo, no pudo evitar sentir algo por ella.
Hoy, a sus más de 100 años, María Victoria no necesita de reflectores.
Cada palabra suya es una lección de vida, una memoria viva de una época que ya no existe, y un recordatorio de que el amor, cuando es real, puede durar más allá de la muerte.
En un país donde las historias de amor suelen ser efímeras, ella decidió guardar la suya como un tesoro sagrado.
Y aún hay más.
Lejos de retirarse por completo, María sigue activa a su manera.
Aún canta, aún da entrevistas y aún aconseja a sus nietos con una frase que resume su filosofía de vida: “Respeten al público y nunca sean arrogantes”.
Esas palabras, dichas con voz pausada pero firme, son las mismas que guiaron su carrera y su vida personal.
María Victoria no solo venció al tiempo.
También venció a los prejuicios, a los rumores y a la soledad.
Su historia no es triste.
Es poderosa.
Es la historia de una mujer que supo cuándo hablar, cuándo callar y cuándo amar para siempre.
Y ahora, cuando por fin lo ha dicho todo, solo queda aplaudir.
Porque si alguien merece un aplauso de pie por vivir, amar y mantenerse fiel hasta el final, esa es… María Victoria.
