“YO TAMBIÉN FUI SU FAMILIA” Michelle Reynoso Lanza Explosivas Declaraciones Contra la Hija Mayor de Rubby Pérez
El fallecimiento de Rubby Pérez sacudió profundamente a la República Dominicana y a toda la comunidad del merengue.
Apenas quince días después de su muerte, un nuevo capítulo se abre con las declaraciones de Michelle Reynoso, conocida como la madre de la hija menor de Rubby y durante años señalada como su amante secreta.
En un testimonio cargado de emoción y valentía, Michelle rompe el silencio para defender su historia y la de su hija, exigiendo respeto en medio de la controversia desatada tras las palabras de Sulinka Pérez, hija mayor del cantante.
Michelle inicia su declaración con una mezcla de dolor y dignidad.
Reconoce que durante mucho tiempo decidió guardar silencio para proteger a su hija y a la memoria de Rubby.
Sin embargo, tras escuchar las entrevistas recientes de Sulinka, donde se refieren a ella y a su hija de manera despectiva, siente la necesidad de hablar.
No busca el protagonismo ni la polémica, sino simplemente justicia para su hija, a quien considera tan hija de Rubby como cualquier otro de sus descendientes.
Michelle enfatiza que su hija fue fruto del amor, no de un error, y que Ruby la amó sinceramente, algo que no necesita probar con palabras porque quedó demostrado en cada gesto que tuvo hacia ella.
Durante el emotivo relato, Michelle recuerda cómo fue recibida en el funeral de Rubby Pérez.
Aunque Sulinka ha mencionado que su presencia causó tensión, Michelle sostiene que hubo un abrazo entre ellas, lágrimas compartidas y un aparente momento de paz.
Este instante le dio esperanza de que el dolor pudiera unirlas en lugar de separarlas, pero las declaraciones posteriores de Sulinka en televisión reabrieron viejas heridas.
Michelle insiste en que no desea enfrentamientos, solo pide respeto para su hija y para la memoria de Rubby, señalando que todos los involucrados llevan su propia cuota de dolor.
Michelle también aborda directamente las críticas y señalamientos públicos que ha recibido a lo largo de los años.
Reconoce que cometió errores en su juventud, que fue inmadura, pero defiende que su hija no merece cargar con el estigma de las decisiones de los adultos.
Asegura que nunca buscó destruir una familia y que, de hecho, fue criada para creer en el perdón y la empatía.
Relata que la madre de Sulinka, lejos de mantener rencores, la perdonó en vida, enseñándole que el odio no sana, sino que enferma el alma.
Por eso, Michelle pide que se deje de usar su nombre para alimentar conflictos que deberían haber sido superados.
La historia que cuenta Michelle revela también la complejidad de las relaciones humanas.
Admite que su vínculo con Rubby no fue perfecto, que discutieron mucho, pero insiste en que hubo amor real.
Señala que Rubby, pese a sus defectos, era un hombre de gran corazón que amaba intensamente a sus hijos, sin importar las circunstancias de su nacimiento.
Para Michelle, la tragedia es que ahora, tras la muerte del artista, quienes quedaron atrás están más divididos que nunca, en lugar de unirse en el dolor compartido por su pérdida.
Recuerda con tristeza cómo muchos se apresuran a juzgar sin conocer toda la verdad.
Finalmente, Michelle concluye su mensaje apelando a la memoria de Rubby Pérez.
Pide que se le recuerde no por los errores que cometió en vida, sino por el legado artístico y humano que dejó.
Señala que cada hijo de Rubby, dentro o fuera del matrimonio, es parte de su historia y merece respeto.
Insta a que cesen los ataques públicos y las versiones parciales de los hechos, y llama a la reflexión: en momentos de dolor, es más importante construir puentes que levantar muros.
Michelle no busca limpiar su imagen ni revivir el escándalo, simplemente quiere asegurar que su hija crezca sabiendo que su padre la amó y que su existencia fue un regalo, no una vergüenza.