🎤 A LOS 67 AÑOS LO ADMITE TODO: Mijares confiesa lo que muchos sospechaban desde su divorcio
Manuel Mijares, el eterno caballero de la balada romántica, ha sido durante décadas el símbolo del amor sincero y la voz detrás de innumerables himnos emocionales.
Pero detrás del brillo de los reflectores y los aplausos, había una verdad que llevaba años ocultando.
A sus 67 años, finalmente ha decidido abrir su corazón y revelar lo que realmente ocurrió con Lucero, la mujer con quien compartió no solo un matrimonio, sino una historia que millones de personas siguieron
como si fuera propia.
Todo comenzó como un cuento de hadas: una joven estrella juvenil, Lucero, se enamora del galán de la música, Mijares, en el set de la película Escápate Conmigo.
La química era evidente.
La conexión, innegable.
Y el país entero fue testigo de cómo ese amor evolucionaba hasta convertirse en la boda más vista en la historia de la televisión mexicana.
Más de 50 millones de personas siguieron el enlace en vivo, convencidos de que estaban presenciando una unión para toda la vida.
Pero lo que parecía perfecto por fuera, no era tan sencillo por dentro.
Años de agendas desincronizadas, una presión mediática constante, rumores sin fin y diferencias de personalidad comenzaron a hacer mella en una relación que, si bien fue verdadera, también fue intensamente
idealizada.
Y mientras el público creía ver una pareja de ensueño, dentro de casa las grietas se hacían cada vez más profundas.
Mijares ha confesado recientemente que uno de los motivos más duros de aquel rompimiento fue el peso de su propia inseguridad.
“Cuando tienes a tu lado a una mujer tan fuerte, tan admirada, tan exitosa, llega un punto en que te preguntas si tú también eres suficiente”, admitió el cantante en una íntima charla que dejó sin palabras a sus
más fieles seguidores.
No hubo infidelidades, ni escándalos.
Solo desgaste.
Solo silencio.
Solo el dolor inevitable de ver cómo un amor real también puede apagarse.
Y es que la historia de Mijares no se define únicamente por su relación con Lucero, aunque esa etapa marcó profundamente su vida.
Antes de ser su esposo, ya era una estrella consolidada, con una formación impecable y una carrera internacional.
Vivió en Japón, perfeccionó su técnica, aprendió a respetar la música como camino y no como destino.
Fue esa disciplina la que lo convirtió en uno de los artistas más admirados de Latinoamérica.
Pero a pesar de todos sus logros, por años fue conocido simplemente como “el esposo de Lucero”, y más tarde como “el ex de Lucero”.
Esa etiqueta lo persiguió como una sombra.
“No lo digo con resentimiento”, aclaró, “pero a veces uno siente que su historia personal opaca todo lo que ha trabajado profesionalmente.
Y eso duele.
” No por vanidad, sino porque detrás de cada canción, de cada concierto, de cada esfuerzo, hubo un hombre que también soñaba con ser reconocido por su mérito, no solo por su relación.
A pesar de todo, Mijares nunca dejó que la separación lo quebrara.
Se mantuvo fiel a su esencia, respetuoso, discreto, y sobre todo presente para sus hijos.
Lucero y él acordaron mantener su vida familiar fuera del escándalo, y cumplieron esa promesa con admirable madurez.
En más de una ocasión, los hemos visto compartir escenario, sonreírse con complicidad, apoyarse mutuamente en entrevistas.
Una imagen que, lejos de despertar esperanzas de reconciliación, demuestra que el amor verdadero a veces simplemente cambia de forma.
Y si hay algo que refleja esa transformación es la relación con su hija Lucerito, quien hoy brilla con luz propia en la música.
Verla cantar a su lado, emocionarse junto a su madre, ha sido para Mijares una de las mayores recompensas de su vida.
“Escuchar a mi hija interpretar una canción conmigo es como cerrar un círculo.
Ella es el puente entre lo que fue y lo que sigue siendo importante para mí”, confesó.
Pero el momento más impactante llegó cuando, con la voz entrecortada, Mijares dejó caer la frase que nadie esperaba: “Sí, la sigo queriendo… pero de otra manera”.
Esa confesión, hecha sin rencor, sin drama, con una honestidad desarmante, confirmó lo que muchos intuían: que el amor no siempre termina, a veces se transforma en respeto, en gratitud, en ternura sin
pretensión.
Una verdad que solo alguien con la madurez emocional de Mijares podía expresar con tanta claridad.
Hoy, a sus 67 años, Manuel Mijares no necesita justificar su legado.
Su música sigue viva.
Su voz sigue siendo inconfundible.
Pero, más importante aún, su capacidad de amar, de aceptar el cambio y de seguir caminando sin rencor, lo convierte en un ejemplo de integridad personal y profesional.
No es solo el ex de Lucero.
Es un hombre que eligió reinventarse, que eligió el silencio cuando pudo elegir el escándalo, y que ahora elige contar su verdad… desde la paz.
Porque algunas historias no necesitan finales felices.
Solo necesitan ser contadas con el corazón.
Y la historia de Mijares, sin duda, aún no ha dicho su última nota.