⭐️ Murió Rubby Pérez… pero su voz siguió sonando entre ruinas: La verdad que nadie se atrevió a contar hasta hoy

El 8 de abril de 2025 prometía ser una noche inolvidable para los seguidores del legendario merenguero Rubby Pérez.

En el club Jets de Santo Domingo, más de mil personas coreaban sus canciones sin saber que estaban siendo testigos del último concierto de su vida.

Esa velada, marcada por la euforia del público y la energía desbordante de Rubby, terminó sumida en el caos, el dolor y la muerte.

Lo que en un principio se creyó un simple accidente de infraestructura, tomó un giro impactante cuando Fernando Soto, su representante y amigo inseparable, rompió el silencio en una entrevista

desgarradora.

Con la voz quebrada y el rostro devastado, Fernando confesó que Rubby tenía una corazonada.

“Me lo dijo esa misma noche: ‘Siento que algo va a pasar’, pero aun así decidió subir al escenario”, relató.

Días antes, Rubby había sufrido una fuerte caída en el baño de su casa.

Los médicos le habían indicado reposo total, prohibiéndole hacer esfuerzos, y mucho menos cantar.

Pero fiel a su estilo obstinado y apasionado, Rubby desoyó las advertencias.

“Me dijo que la gente había pagado su entrada, que la banda necesitaba trabajar.

No me escuchó, y no supe detenerlo”, confesó Fernando con lágrimas.

A las 3:30 de la madrugada, mientras interpretaba “Volveré”, un sonido seco retumbó por todo el recinto.

El techo colapsó.

El polvo cubrió cada rincón.

Gritos.

Pánico.

Heridos.

Muertos.

Al menos 27 personas perdieron la vida y más de 160 resultaron heridas.

Entre los desaparecidos, estaba él: Rubby Pérez.

Por horas, su paradero fue un misterio.

Algunos afirmaban haberlo visto salir por una puerta lateral, otros aseguraban que estaba atrapado bajo los escombros.

Nadie sabía la verdad.

El momento más estremecedor llegó cuando tres rescatistas afirmaron haber escuchado una voz cantar entre las ruinas.

Y no era cualquier voz.

Era la inconfundible voz de Rubby.

“Cantaba suavecito, como arrullando a los atrapados para que no tuvieran miedo”, dijeron.

Uno de ellos, Miguel Santana, con 15 años de experiencia en emergencias, juró que esa voz los guió hasta una zona donde encontraron a dos jóvenes con vida.

“Fue como una lámpara en medio de la oscuridad”, dijo con los ojos llenos de lágrimas.

Fernando, aunque incrédulo, no lo descartó.

“Conociendo a Rubby, no me sorprendería.

Él pensaba en los demás incluso en sus peores momentos”, comentó.

Pero la realidad fue más dura que cualquier esperanza.

A las 5:47 de la mañana, el Ministerio de Salud confirmó lo que nadie quería leer: Rubby Pérez había muerto por trauma craneoencefálico e hemorragia interna.

Fue encontrado entre los escombros del escenario, aún con una expresión serena, como si su último aliento hubiese sido entregado en paz.

La confusión fue total.

Aún circulaban imágenes falsas, rumores de sobrevivencia, teorías conspirativas.

Un influencer incluso viralizó una foto antigua de Rubby en una camilla, afirmando que estaba a salvo.

Miles compartieron la imagen, familias enteras salieron desesperadas a los hospitales…

todo para luego enfrentarse a la desgarradora verdad.

No había milagro.

No había regreso.

Solo un silencio demoledor.

Fernando lo vivió todo desde la primera fila del dolor.

Llamó a hospitales, consultó con autoridades, enfrentó la avalancha de desinformación y finalmente, tuvo que identificar el cuerpo de su amigo, aquel con quien compartió sueños, escenarios y

momentos que hoy parecen irrepetibles.

“Era más que un artista.

Era mi hermano”, dijo con voz rota.

La entrevista, sin guiones ni filtros, sacudió al país entero.

Por primera vez, alguien contaba lo que ocurrió sin querer proteger a nadie, solo honrando la memoria de un hombre que vivió para su música.

Las redes sociales se inundaron de homenajes, velas encendidas, personas cantando sus canciones a las afueras de hospitales, creyendo que su voz aún flotaba en el aire.

Y entonces, una pregunta quedó suspendida como un eco imposible de ignorar: si Rubby murió antes del amanecer, ¿quién cantó entre los escombros? ¿Fue su alma, su esencia, una ilusión

colectiva? ¿O simplemente la última manifestación de su espíritu indomable aferrado a la vida? Nadie lo sabe.

Lo único cierto es que su voz fue lo último que muchos escucharon antes de que todo se apagara.

Sulinka Pérez, su hija, ofreció unas palabras que perforaron los corazones.

“Estábamos cantando juntos, me miró… y en sus ojos había algo, como una advertencia.

Como si quisiera decirme que corriera.

” Y entonces, el mundo se vino abajo.

Rubby Pérez no murió simplemente.

Se convirtió en leyenda.

Y como toda leyenda, dejó más preguntas que respuestas, más lágrimas que consuelo, pero también una certeza: vivió, cantó y murió haciendo lo que amaba.

Y hasta el último segundo, su voz fue un faro para quienes lo rodeaban.

Esa noche, el escenario se vino abajo.

Pero su voz… su voz nunca dejó de sonar.