Doce años después del asesinato de Mónica Spear y su esposo, su hija Maya rompe el silencio para relatar el dolor, los recuerdos de su madre y la lucha por superar la tragedia, mostrando cómo la violencia impactó su vida y resaltando la resiliencia y el legado emocional que aún mantiene vivo.
Han pasado doce años desde aquella fatídica noche del 6 de enero de 2014, cuando la actriz y exreina de belleza venezolana Mónica Spear y su esposo Thomas Henry Berry fueron asesinados en un asalto en la autopista Puerto Cabello–Valencia, un hecho que conmocionó a Venezuela y al mundo entero.
La violencia del crimen y la muerte inesperada de Spear, a los 29 años, dejó una huella imborrable en la memoria colectiva, pero también en su familia, especialmente en su hija Maya, quien hasta ahora había mantenido un perfil bajo y protegido tras el dolor de perder a sus padres de forma tan traumática.
En una entrevista exclusiva, Maya Spear, de 13 años, decidió hablar por primera vez sobre cómo ha enfrentado la pérdida y cómo su vida ha sido moldeada por aquel evento que cambió todo.
“He vivido con un vacío que no se puede llenar, pero siento que es momento de compartir mi historia”, expresó con voz firme pero con una evidente emoción.
Según relató, los primeros años tras el asesinato fueron un proceso de adaptación constante, marcado por la tristeza, la incertidumbre y la presión mediática que siguió cada paso de la familia.
“La gente pensaba que éramos fuertes, pero no siempre lo éramos”, confesó, subrayando la dimensión humana detrás de la tragedia que muchos vieron solo a través de los titulares.
Maya recordó también momentos íntimos con su madre que habían permanecido privados hasta ahora.
Contó cómo Mónica Spear combinaba su carrera como actriz con la maternidad, enseñándole valores de resiliencia, amor propio y solidaridad, incluso en medio de la fama.
“Mi mamá siempre me decía que debía luchar por mis sueños y no dejar que nada me detuviera, que incluso cuando algo malo pasa, la vida sigue y uno debe honrarla”, señaló la joven.
Estos recuerdos, explicó, han sido su guía para seguir adelante, a pesar de la tragedia que marcó su infancia y adolescencia.
El relato de Maya no solo refleja el dolor personal, sino también los desafíos sociales que vivió su familia.
La violencia en Venezuela y la impunidad en muchos casos similares han sido un tema recurrente, y la joven no dudó en señalar la importancia de visibilizar estas problemáticas.
“Mi mamá murió por un crimen que pudo haberse evitado, y eso me hace sentir que hablar es importante, que la gente conozca la realidad que vivimos”, manifestó, mostrando una madurez poco común para su edad y una conciencia del impacto que la muerte de su madre tuvo en la sociedad.
Además de los recuerdos personales y la reflexión sobre la violencia, Maya abordó cómo ha manejado la exposición mediática y el constante interés público.
Explicó que su familia optó por mantener un perfil bajo, alejándose de entrevistas y redes sociales durante años, hasta que decidió que era el momento adecuado para hablar.
“No quería revivir el dolor antes de estar preparada, pero ahora siento que compartir mi experiencia puede ayudar a otros que han perdido a sus seres queridos”, declaró.
La historia de Mónica Spear, que comenzó con su coronación como Miss Venezuela en 2004 y su posterior éxito en telenovelas y programas de televisión, terminó de manera trágica, pero el legado de su vida continúa vivo a través de su hija.
Maya aseguró que su madre sigue siendo su mayor inspiración y que sus enseñanzas sobre valentía, compasión y perseverancia guían cada paso que da.
“Aunque ya no esté físicamente, mi mamá vive en mí, y quiero que todos la recuerden por la mujer increíble que fue, no solo por la tragedia que la arrebató”, concluyó.
Con esta revelación, la joven Spear no solo rompe un largo silencio, sino que también ofrece una perspectiva íntima y profundamente humana sobre las secuelas de la violencia y la pérdida, recordando a todos que detrás de los titulares y los escándalos hay personas reales que sufren, luchan y buscan justicia y memoria.
La historia de Mónica Spear y su hija Maya sigue siendo un recordatorio del poder de la resiliencia y del valor de hablar, incluso después de años de silencio.
