En una decisión histórica y controvertida, Petro Urrego ha aprobado la eutanasia para Sabine Mousser, una activista que lucha contra una enfermedad terminal, generando un intenso debate sobre la autonomía y la dignidad en la muerte, mientras la sociedad se enfrenta a la dolorosa realidad de elegir cómo partir.

En un giro inesperado y controvertido, Petro Urrego, el destacado político colombiano, ha dado luz verde a la eutanasia para Sabine Mousser, una figura conocida en el país que ha sido el centro de intensos debates sobre los derechos al final de la vida.
Esta decisión, anunciada el 16 de diciembre de 2025, ha desatado una ola de reacciones en las redes sociales y medios de comunicación, planteando profundas preguntas éticas y desafiando las normas sociales sobre la muerte asistida.
La conferencia de prensa se llevó a cabo en Bogotá, donde Urrego se dirigió a un grupo de periodistas, defensores y ciudadanos preocupados.
“Hoy damos un paso monumental hacia la compasión y la dignidad,” afirmó Urrego, con una voz firme pero cargada de emoción.
“El caso de Sabine no solo trata de su sufrimiento; representa las luchas de innumerables individuos que buscan autonomía sobre sus propias vidas y muertes.”
Sabine Mousser, una activista de 34 años diagnosticada con una enfermedad terminal, ha sido una defensora vocal de los derechos a la eutanasia en Colombia.
Su batalla contra una condición debilitante ha capturado la atención nacional, y su historia resuena con muchos que enfrentan decisiones similares.
En una conmovedora declaración publicada en sus redes sociales días antes del anuncio, Mousser escribió: “Quiero ser recordada no por mi enfermedad, sino por mi lucha por el derecho a elegir.
Cada persona merece la dignidad de decidir cómo dejar este mundo.”

La aprobación de la eutanasia para Mousser se produce tras un largo proceso de revisión legal y médica, que ha estado lleno de controversia.
Los críticos argumentan que la ley podría dar lugar a abusos potenciales y a una pendiente resbaladiza hacia la eutanasia involuntaria, mientras que los defensores afirman que es una opción necesaria para quienes sufren intolerablemente.
Urrego enfatizó las rigurosas salvaguardias implementadas para prevenir el mal uso de la ley, asegurando al público que la elección de Mousser fue hecha con pleno consentimiento y comprensión de su situación.
A medida que la noticia se difundía, las reacciones comenzaron a llegar de todos los sectores de la sociedad.
Los partidarios de los derechos a la eutanasia celebraron la decisión como una victoria para la autonomía individual y la compasión.
“Este es un momento histórico para Colombia,” declaró María Elena, una bioética prominente.
“Reconoce los derechos de los individuos a tomar decisiones sobre sus propios cuerpos y vidas, especialmente frente al sufrimiento insoportable.”
Por otro lado, los opositores a la decisión expresaron una profunda preocupación.
“Esto establece un precedente peligroso,” advirtió el padre Juan Carlos, una voz líder en la oposición de la Iglesia Católica a la eutanasia.
“La vida es sagrada, y deberíamos encontrar formas de aliviar el sufrimiento a través de cuidados paliativos, no terminar vidas.”
El debate sobre la eutanasia en Colombia se ha intensificado en los últimos años, especialmente tras la legalización de la muerte asistida en 2021.
Los defensores argumentan que la ley es un paso crucial hacia un enfoque más humano del cuidado al final de la vida, mientras que los detractores temen que socave la santidad de la vida.
El caso de Mousser se ha convertido en un emblema de esta lucha, atrayendo tanto apoyo como críticas de diversas facciones dentro de la sociedad colombiana.

Tras el anuncio de Urrego, las redes sociales estallaron con hashtags como #JusticiaParaSabine y #DerechosDeEutanasia, mientras las personas compartían sus historias personales y opiniones sobre el tema.
Muchos expresaron solidaridad con Mousser, mientras que otros manifestaron sus recelos sobre las implicaciones de tal decisión.
“Debemos respetar las elecciones de quienes sufren,” tuiteó un usuario, mientras que otro comentó: “¿Qué pasa cuando se quita la elección? Esta es una pendiente resbaladiza.”
A medida que se acerca la fecha de la eutanasia de Mousser, la nación permanece dividida.
La administración de Urrego ha prometido continuar el diálogo sobre la eutanasia, enfatizando la necesidad de una legislación integral que proteja los derechos de los pacientes mientras se garantiza que se mantengan los estándares éticos.
“Este es solo el comienzo de una conversación más amplia,” concluyó Urrego en su conferencia de prensa.
“Debemos escuchar las voces de los afectados y asegurar que sus derechos sean respetados.”
La aprobación de la eutanasia para Sabine Mousser destaca no solo las complejidades de la ética médica y la elección personal, sino también la lucha continua por la dignidad en la muerte.
A medida que Colombia navega por este tema sensible, la nación observa de cerca, consciente de que los resultados de tales decisiones repercutirán en la sociedad durante años.
En un mundo donde el derecho a morir sigue siendo un tema controvertido, la historia de Sabine Mousser ha capturado los corazones y las mentes de muchos, provocando una reevaluación de lo que realmente significa vivir, y elegir cómo partir.