Lyn May reveló los episodios más oscuros de su vida marcada por abusos, cirugías fallidas, romances polémicos y pérdidas personales, mostrando cómo la fama y las decisiones extremas dejaron secuelas físicas y emocionales profundas, pero también una resiliencia que la mantiene vigente y admirada a pesar del escándalo.

El nombre de Lyn May vuelve a sacudir la conversación pública con una fuerza que mezcla fascinación y polémica, luego de que resurgieran relatos sobre episodios oscuros, decisiones extremas y momentos de profundo dolor que marcaron la vida de una de las figuras más controvertidas del cine de ficheras en México.
Nacida como Lilia Mendiola Mayanes en Acapulco, su historia no solo está hecha de aplausos y escenarios, sino también de traiciones, abusos, cirugías fallidas y una constante lucha por sobrevivir en una industria que nunca fue amable.
Desde muy joven, Lyn May vivió situaciones límite.
En entrevistas concedidas a lo largo de los años, ha relatado que fue víctima de violencia doméstica durante su primer matrimonio, una experiencia que la empujó a huir con su hija y comenzar desde cero.
“Preferí dormir en la calle antes que seguir ahí”, confesó en una ocasión, una frase que resume el tono crudo de su pasado.
Ya instalada en la Ciudad de México, encontró en el baile exótico una vía de escape y, más tarde, una plataforma para la fama.
Su ascenso en los años setenta fue tan rápido como escandaloso.
Convertida en símbolo sexual, Lyn May llenaba teatros y encabezaba películas que hoy son parte de la cultura popular.
Sin embargo, detrás de las luces, la presión por mantenerse joven y deseada fue creciendo.
Ese miedo al paso del tiempo la llevó, según ella misma ha contado, a confiar en personas equivocadas.
Uno de los episodios más impactantes fue cuando se sometió a inyecciones de sustancias para “mejorar” su rostro, lo que derivó en severas deformaciones.

“Me engañaron”, afirmó entre lágrimas años después.
“No era lo que me prometieron”.
El daño físico vino acompañado de una exposición mediática despiadada.
Su imagen se convirtió en blanco de burlas, memes y críticas, mientras ella lidiaba con infecciones, cirugías correctivas y secuelas permanentes.
Aun así, Lyn May nunca se ocultó.
Al contrario, decidió hablar públicamente del error, convirtiendo su experiencia en una advertencia.
“No se dejen engañar como yo”, dijo en más de una entrevista, mostrando una vulnerabilidad que contrastaba con su personaje explosivo.
Otro capítulo que generó controversia fue su vida sentimental.
Lyn May protagonizó romances intensos, algunos con hombres mucho más jóvenes, lo que desató juicios morales y titulares sensacionalistas.
Ella, fiel a su estilo, nunca se disculpó.
“Yo vivo mi vida, no la de los demás”, respondió cuando fue cuestionada por la diferencia de edad.
Sin embargo, también ha reconocido que varias de esas relaciones terminaron en decepción y soledad.
En 2021, la actriz volvió a sorprender al anunciar un supuesto embarazo a una edad avanzada, noticia que rápidamente fue puesta en duda por médicos y usuarios en redes sociales.

Días después, Lyn May admitió que se trataba de una broma, pero el episodio dejó al descubierto una necesidad constante de atención y la fragilidad emocional detrás del personaje.
“A veces solo quiero que me vean”, confesó posteriormente, desarmando a muchos de sus críticos.
A lo largo de su carrera, Lyn May también enfrentó pérdidas irreparables, incluyendo la muerte de personas cercanas y el distanciamiento con familiares.
Pese a ello, se ha mantenido activa, participando en programas de televisión, redes sociales y eventos públicos, siempre dispuesta a reírse de sí misma y a desafiar el qué dirán.
Hoy, con décadas de fama a cuestas, Lyn May sigue siendo un símbolo incómodo: para algunos, un ícono de libertad; para otros, una advertencia sobre los excesos del espectáculo.
Lo cierto es que su vida, marcada por decisiones extremas, engaños, dolor físico y emocional, refleja el precio real de la fama en una época donde nadie protegía a las estrellas.
Entre escándalos y resiliencia, Lyn May permanece de pie, como una figura que incomoda, provoca y, sobre todo, recuerda que detrás del mito hay una historia profundamente humana