💔 Ídolo derrumbado: Jorge Comas, el héroe que conquistó estadios y hoy duerme en prisión 🕯️⚖️
En los años dorados del fútbol argentino, Jorge “Comitas” Comas era sinónimo de talento, entrega y pasión.
Su velocidad, su capacidad para leer el juego y su carisma tanto dentro como fuera del campo lo convirtieron en ídolo de multitudes.
Pasó por clubes emblemáticos y dejó una huella imborrable, especialmente en Veracruz (México), donde su figura trascendió lo deportivo para convertirse en un emblema.
Pero tras los aplausos, las camisetas firmadas y las entrevistas televisivas, se escondía una tormenta silenciosa.
Con el retiro, Comas intentó mantenerse cerca del deporte.
Dio clínicas de fútbol, participó como comentarista e incluso fue invitado frecuente a eventos benéficos.
Sin embargo, según fuentes cercanas, la falta de una estructura estable, los negocios fallidos y las malas decisiones personales fueron debilitando su entorno hasta dejarlo expuesto.
Las adicciones, los problemas económicos y las malas compañías lo empujaron hacia un abismo que, hasta hace poco, nadie se atrevía a nombrar.
La bomba estalló esta semana, cuando las autoridades confirmaron su detención.
El motivo: acusaciones ligadas a delitos graves que aún se encuentran bajo investigación, pero que involucran posible posesión ilegal de sustancias, resistencia a la autoridad y conductas violentas en vía pública.
Testigos aseguran que Comas fue arrestado en un estado alterado, generando disturbios en plena calle y negándose a colaborar con los oficiales.
La escena, grabada por transeúntes y viralizada en redes, muestra a un hombre desorientado, lejos del ídolo que alguna vez fue.
“¿Ese es Comitas? No puede ser…”, se escucha decir a alguien en uno de los videos más compartidos.
Y es que la imagen es desgarradora: el exfutbolista con el rostro desencajado, esposado, cubierto por una capucha vieja, y rodeado de gritos de curiosos y flashes de celulares.
El país entero quedó paralizado.
La noticia no tardó en llegar a los medios deportivos, donde la reacción fue unánime: incredulidad.
Excompañeros de equipo, periodistas que lo admiraban y hasta fanáticos de su época dorada expresaron su tristeza y desconcierto.
“Es un golpe al corazón.
Comas era un referente para nosotros.
No puedo creer que esté así”, declaró entre lágrimas uno de sus exentrenadores.
Pero más allá del impacto emocional, hay un trasfondo aún más preocupante.
La justicia confirmó que Jorge Comas permanecerá bajo custodia preventiva mientras se avanza en la investigación.
Aunque aún no se han presentado cargos formales, el expediente contiene elementos suficientes para mantenerlo retenido.
Su abogado defensor pidió discreción y aseguró que “su cliente atraviesa un momento delicado, tanto física como mentalmente”.
Y es precisamente la salud mental de Comas la que ahora se ha convertido en foco de atención.
Amigos cercanos revelaron que desde hace años mostraba signos de depresión profunda, crisis de ansiedad y episodios de aislamiento.
“Él no supo cómo dejar de ser futbolista.
Pasó de ser amado por miles a estar solo en su casa, con recuerdos que se volvían cada vez más dolorosos”, confesó un familiar.
El caso de Jorge “Comitas” Comas abre una vez más el debate sobre el abandono que muchos ídolos deportivos sufren tras el retiro.
Sin redes de contención, sin acompañamiento psicológico, sin opciones claras, muchos terminan perdidos entre el olvido y el escándalo.
Y en el caso de Comas, la caída ha sido tan pública como cruel.
Los hinchas, aquellos que lo vieron volar por las canchas con la 11 en la espalda, hoy observan desde lejos la sombra de lo que fue.
Algunos aún lo defienden, piden ayuda en lugar de castigo.
Otros, decepcionados, sienten que el ídolo los traicionó.
Pero todos coinciden en algo: el dolor de ver a una leyenda convertida en prisionero es demasiado fuerte para ignorarlo.
Mientras tanto, Comas permanece en una celda.
A solas.
Sin reflectores, sin ovaciones, sin camisetas con su nombre.
Solo con su culpa —si la hay—, sus recuerdos y el eco de un pasado que parece cada vez más lejano.
Porque hay goles que salvan carreras… y errores que las entierran para siempre.