La trágica vida y muerte de Ángel Infante: el hermano a la sombra del ídolo del pueblo

Se parecía a él, cantaba como él y durante años soñó con ser igual que él. Ángel Infante, hermano mayor del legendario Pedro Infante, vivió una vida marcada por el talento, la devoción y la tristeza.

Aunque llegó a participar en más de un centenar de películas y compartió pantalla con algunas de las figuras más grandes del cine mexicano, su destino estuvo inevitablemente ligado a la sombra de su famoso hermano.

Su historia es la de un hombre que, pese a su entrega al arte, nunca logró escapar del peso de un apellido convertido en mito.

Cómo Pedro Infante intercedió para que su hermano tuviera su primer  protagónico - Infobae

Ángel Infante nació el 1 de octubre de 1914 en Acaponeta, Nayarit, siendo el hijo mayor de don Delfino Infante, músico y director de banda, y doña Refugio Cruz.

Desde joven mostró una inclinación natural por la música, influenciado por el ambiente artístico que reinaba en su hogar.

La familia Infante era humilde, y cada hijo debía contribuir al sustento familiar.

Ángel fue el primero en abandonar su pueblo natal en busca de oportunidades, trasladándose a la Ciudad de México, donde trabajó como agente de tránsito y más tarde en la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas.

 

Su vida cambió drásticamente cuando su hermano menor, Pedro Infante, llegó a la capital con el sueño de triunfar como cantante y actor.

En esos primeros años de lucha, Ángel le brindó techo y apoyo, actuando como un hermano protector.

Nadie imaginaba que aquel joven que tocaba la guitarra en serenatas terminaría convirtiéndose en el ídolo del pueblo mexicano.

Cuando Pedro alcanzó la fama, su gratitud hacia su familia fue inmensa: compró una casa en Lindavista para albergar a sus padres, hermanos y sobrinos, asumiendo el papel de sostén económico del clan Infante.

 

Ángel, que al principio había dudado de los sueños de Pedro, pronto quiso seguir sus pasos.

Dejó su empleo como policía para buscar una oportunidad en el mundo del cine. Comenzó como extra, apareciendo en películas donde Pedro ya era protagonista.

GRANDES DE MEXICO : ANGEL INFANTE
Durante un tiempo, su parecido físico y su tono de voz fueron una ventaja.

De hecho, en la célebre cinta Los tres huastecos (1948), Ángel prestó su voz en algunas escenas al personaje del sacerdote, interpretado por Pedro, cuando este se encontraba agotado por su carga de trabajo.

 

Con el paso de los años, Ángel acumuló más de 120 películas, muchas de ellas al lado de su hermano.

Sin embargo, su sueño de convertirse en una estrella por mérito propio se vio frustrado por las constantes comparaciones.

Su gran oportunidad llegó cuando el director Juan Bustillo Oro le ofreció un papel protagónico en Por ellas aunque mal paguen, al lado de Silvia Pinal y Fernando Soler.

El proyecto solo se concretó cuando Pedro accedió a grabar algunos temas musicales y asesorarlo en el rodaje.

Pero el resultado no fue el esperado: la crítica fue tibia, y el público no pudo separar su imagen de la de su hermano.

 

Pedro, consciente de la situación, intentó aconsejarlo.

Le sugirió aceptar papeles de villano o de carácter, donde pudiera destacar sin competir con la imagen del galán romántico que él representaba.

Pero Ángel se negó.

Quería ser admirado como Pedro, el héroe noble, el ídolo del pueblo. Esa decisión marcaría el resto de su carrera.

Ángel Infante – Klipnow
Aunque participó en decenas de producciones, nunca alcanzó el reconocimiento que anhelaba.

Su talento era indiscutible, pero su destino parecía estar condenado a ser “el hermano de Pedro Infante”.

 

A pesar de ello, su carrera tuvo momentos brillantes.

Destacó en películas como Los de Pénjamo (1951), El Gran Premio (1958), En la esquina bajan (1948) y La justicia del Gavilán vengador (1957), donde demostró su versatilidad y carisma.

Su voz barítona y su naturalidad frente a la cámara le ganaron el respeto de colegas y directores.

También compartió pantalla con grandes figuras como Sara García, Luis Aguilar, Irma Dorantes, Fernando Soler, Lilia Prado y Silvia Pinal, dejando un legado discreto pero sólido dentro del cine mexicano.

 

En su vida personal, Ángel se casó con la actriz Ester Lukin, trece años menor que él, con quien tuvo cinco hijos: Ricardo, Patricia, David, Carlos y Miguel Ángel.

Tras separarse, volvió a casarse y tuvo otros cinco hijos, entre ellos Sonia Infante, quien se convertiría en una de las actrices más glamorosas de los años sesenta y setenta.

Su familia fue numerosa y siempre estuvo unida por la música y el arte.

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El momento más devastador de su vida llegó el 15 de abril de 1957, cuando el avión en el que viajaba su hermano Pedro se estrelló en Mérida, Yucatán.

La noticia paralizó a México entero. Ángel fue el primero de la familia en llegar al lugar del accidente y tuvo la dolorosa tarea de identificar los restos de su hermano.

Años después relataría con tristeza aquel momento: “Es el mayor dolor que he sentido en mi vida.

Ver a mi hermano así fue insoportable, pero debía mantenerme fuerte por mi madre y por el pueblo que lo amaba”.

 

Durante el velorio en Mérida, Ángel decidió mantener el ataúd abierto para que la gente pudiera despedirse de su ídolo.

Miles de personas desfilaron llorando ante el féretro, en una de las muestras de dolor popular más grandes de la historia de México.

Luego acompañó personalmente el cuerpo hasta la Ciudad de México, donde el cortejo fúnebre fue seguido por multitudes.

Aquel día, México entero lloró, y Ángel perdió no solo a su hermano, sino también a su compañero de vida y de sueños.

 

El duelo dejó huellas profundas.

Durante años, Ángel confesó que las imágenes del accidente lo perseguían y que le dolía escuchar rumores falsos sobre que Pedro seguía vivo o ver impostores que lucraban con su nombre.

“Yo identifiqué plenamente a mi hermano”, insistía con tristeza, tratando de poner fin a las teorías conspirativas que tanto le afectaban.

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A pesar del dolor, Ángel continuó trabajando en el cine y la música.

Su voz y su presencia siguieron siendo símbolo de profesionalismo y cariño hacia el público.

Su carrera se extendió hasta la década de 1960, cuando la época de oro del cine mexicano comenzaba a desvanecerse.

Películas como El Gato (1961) y El rostro de la muerte (1964) mostraron a un actor maduro, capaz de encarnar papeles de profundidad emocional.

 

Ángel Infante falleció en la Ciudad de México el 15 de diciembre de 1987, a los 73 años.

Su partida marcó el fin de una era para la familia Infante, pero su legado permanece como testimonio de una vida dedicada al arte y a la familia.

Aunque la historia suele recordarlo solo como “el hermano de Pedro Infante”, Ángel fue mucho más: un hombre leal, trabajador y talentoso que enfrentó la vida con dignidad, amor y sacrificio.

 

En cada película, en cada canción y en cada gesto de humildad, Ángel Infante dejó impreso el reflejo de un México que soñaba, reía y lloraba con sus ídolos.

Su historia, trágica y conmovedora, es también un recordatorio de que detrás de cada leyenda existe una familia, un hermano, y un corazón que late en silencio por amor y memoria.

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