El último baile de Medio Metro: una despedida que estremeció a millones 🎶
Eran las primeras horas del 20 de octubre cuando la noticia comenzó a circular.
Al principio, pocos lo creyeron.

Algunos pensaron que se trataba de una broma cruel, una de esas fake news que inundan las redes.
Pero pronto, los mensajes de confirmación y las lágrimas en los rostros de sus compañeros de escenario borraron toda duda: el Medio Metro poblano había partido.
En cuestión de minutos, su nombre se convirtió en tendencia nacional.
Los videos de sus bailes, su risa contagiosa y sus ocurrencias empezaron a inundar TikTok, Facebook y X (Twitter).
La gente no podía creerlo.
“No puede ser… si hace poco lo vimos sonreír”, escribían miles de usuarios.
En Puebla, su tierra, la noticia cayó como un rayo.
En las calles, los altavoces de los locales de música pusieron sus canciones y los pasos de cumbia que lo hicieron famoso comenzaron a sonar como un eco triste pero lleno de cariño.

Frente a una foto suya con flores, la gente se reunió sin que nadie lo pidiera.
Velas, carteles y aplausos se mezclaron en un homenaje improvisado.
Un niño, con lágrimas en los ojos, gritó: “¡Baila hasta el cielo, Medio Metro!”.
Y todos repitieron esas palabras como un rezo.
En su entorno más cercano, el dolor era indescriptible.
Amigos y familiares contaron que, aunque últimamente se mostraba cansado, nunca perdió su sentido del humor ni su gratitud hacia el público.
“Él decía que lo que más quería era hacer reír a la gente, que si los demás eran felices, él ya había ganado”, contó uno de sus compañeros entre sollozos.
Su vida no fue fácil.
Detrás de cada presentación, había una historia de lucha y superación.
El Medio Metro poblano se convirtió en un símbolo de esfuerzo, alguien que logró trascender sin lujos ni artificios, solo con carisma, alegría y humildad.
Y tal vez por eso su partida dolió tanto: porque representaba la sonrisa genuina del pueblo, la esperanza de quienes pelean día a día sin perder la fe.
Las imágenes del homenaje fueron sobrecogedoras.
Decenas de personas se congregaron en el lugar donde solía bailar.
Algunos llevaron parlantes, otros flores, y otros simplemente el corazón abierto.
Se escucharon gritos, risas entre lágrimas y un sinfín de aplausos.
En un momento de la ceremonia, uno de sus amigos tomó el micrófono y dijo: “No vamos a llorar por él, vamos a bailar por él, porque eso es lo que habría querido.
” Entonces, la música comenzó.

Las primeras notas de su cumbia favorita sonaron y el público se movió como si él aún estuviera allí, dirigiendo los pasos con su estilo único.
Fue un instante mágico, una mezcla de dolor y alegría que se sintió como un abrazo colectivo.
En redes sociales, artistas, influencers y fanáticos compartieron recuerdos.
Desde grandes figuras del entretenimiento hasta personas anónimas, todos coincidían en algo: Medio Metro hizo historia.
No por ser una estrella convencional, sino porque supo conectar con la gente como pocos lo logran.
“Nos enseñó a reírnos sin miedo, a bailar sin vergüenza y a vivir con el corazón”, escribió un fan en X.
La prensa, con tono solemne, habló de su legado.
No solo fue un fenómeno viral, sino un ícono de la cultura popular mexicana.
Su forma de hablar, su sentido del humor y su energía desbordante trascendieron pantallas y escenarios.
Incluso aquellos que nunca lo conocieron personalmente sintieron su pérdida como si se tratara de un amigo cercano.
En las horas siguientes, su familia confirmó que el cuerpo sería velado en Puebla, en una ceremonia abierta al público.
La gente comenzó a llegar desde temprano.
Algunos viajaron kilómetros solo para despedirse.
Se escuchaban frases como “gracias por hacernos reír” o “te llevamos en el alma, compa”.
Nadie quería irse.
Nadie quería aceptar que el Medio Metro ya no estaría en este mundo.
Pero mientras el sol caía y las luces de las velas se multiplicaban, una sensación de paz comenzó a llenar el aire.
Era como si todos entendieran que él no se había ido del todo.
Su espíritu, su ritmo, su energía seguirían vivos en cada sonrisa y en cada baile.
Porque el Medio Metro poblano no fue solo un personaje: fue una alegría colectiva, una chispa de vida en tiempos difíciles.
Hoy México lo despide, pero también lo celebra.
Porque aunque su cuerpo descanse, su legado seguirá girando, al ritmo de una cumbia eterna, allá arriba, donde la música nunca se apaga.
Hasta el cielo, Medio Metro.
Siempre bailarás con nosotros.