💥POR CANTARLE A MENCHO!! EL JEFE MAYITO ORDENA LA NEUTRALIZACIÓN DE LOS ALEGRES DEL BARRANCO
En una escalada que evidencia la brutal guerra entre cárteles y los peligros que acechan incluso al mundo de la música regional mexicana, trascendió que el grupo norteño Los Alegres del Barranco habría sido blanco de amenazas por parte de “El Mayito”, un jefe criminal asociado al Cártel de Sinaloa, tras haber presuntamente dedicado una canción a Nemesio Oseguera Cervantes, alias “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
La información surgió a través de diversas fuentes cercanas al mundo del narcotráfico y del entretenimiento, que aseguran que la orden directa del “Mayito” fue clara: neutralizar a los integrantes del grupo por haber “cruzado la línea”.
En ambientes donde las lealtades están marcadas por sangre y territorio, dedicar un corrido o levantar en lo más mínimo la figura de un enemigo puede ser interpretado como una traición sin retorno.
Los Alegres del Barranco, conocidos por su estilo tradicional y corridos populares, han mantenido por años una postura discreta frente a los temas del narco, aunque su repertorio ha incluido canciones que aluden a personajes del crimen organizado.
Según los rumores, durante una presentación privada en Jalisco, la agrupación interpretó un corrido que mencionaba a “El Mencho” de forma elogiosa, lo cual habría sido grabado y posteriormente filtrado en redes sociales.
El video, aunque breve, fue suficiente para encender las alarmas.
En él, se escucha a uno de los vocalistas referirse con respeto a “El señor de Jalisco”, lo cual bastó para que sectores del Cártel de Sinaloa lo interpretaran como un acto de simpatía hacia su principal enemigo.
La respuesta no tardó en llegar: amenazas directas, mensajes en redes y la advertencia de que el grupo “no volvería a cantar ni una estrofa más”.
El nombre de “El Mayito”, presunto cabecilla de una fracción del Cártel de Sinaloa e hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, fue vinculado con la orden de represalia.
Aunque no existen pruebas oficiales que confirmen esta conexión, fuentes extraoficiales aseguran que la reacción fue inmediata y violenta, propia de la lógica interna de los grupos criminales, donde el arte no se separa de la lealtad territorial.
Los integrantes del grupo, según informantes, habrían abandonado el estado de Sinaloa en las últimas horas, temiendo por su seguridad.
Algunos incluso habrían dejado el país de manera temporal.
Hasta ahora, ninguno de ellos ha hecho declaraciones públicas, aunque sus redes sociales permanecen inactivas desde el día en que comenzó a circular el polémico video.
Este caso pone en evidencia una vez más cómo la música puede convertirse en un terreno peligroso cuando se mezcla con los intereses de los cárteles.
Los corridos, que históricamente han sido formas de contar historias del pueblo, han mutado en muchos casos hacia “narcocorridos”, letras que exaltan a líderes del crimen organizado y que sirven como instrumentos de propaganda o provocación.
La escena regional mexicana ha sido constantemente salpicada por episodios de violencia.
Casos como el asesinato de Valentín Elizalde, las amenazas a Gerardo Ortiz o la censura de artistas en determinados territorios han mostrado el poder que tienen estos grupos sobre lo que se puede o no cantar.
En ese contexto, lo ocurrido con Los Alegres del Barranco no es un hecho aislado, sino parte de una dinámica peligrosa y cada vez más frecuente.
Mientras tanto, las autoridades no se han pronunciado oficialmente sobre el caso.
La Secretaría de Seguridad de Sinaloa no ha emitido ningún comunicado, y se desconoce si los músicos han solicitado protección o si se ha iniciado alguna investigación formal.
Sin embargo, expertos en seguridad aseguran que este tipo de amenazas rara vez llegan a los canales judiciales, y que los artistas optan por el silencio o el exilio temporal para evitar consecuencias fatales.
En los foros de fanáticos del género, el tema ha generado un intenso debate.
Algunos defienden al grupo, argumentando que los artistas deben tener libertad para cantar lo que deseen, mientras otros los acusan de haber sido imprudentes al mencionar a uno de los criminales más buscados de México.
“Hay cosas que no se tocan, y menos si sabes que hay guerra entre cárteles.
Es como cantar un himno enemigo en tierra ajena”, escribió un usuario en redes sociales.
Otros señalan que, más allá de las intenciones del grupo, lo preocupante es que los criminales tengan el poder de silenciar voces mediante amenazas de muerte.
“Aquí ya no es cuestión de gusto musical.
Es censura armada, es violencia disfrazada de orgullo regional.
¿Quién protege a los músicos?”, expresó un periodista especializado en cultura popular.
Hasta el momento, se desconoce si Los Alegres del Barranco continuarán con su gira o si cancelarán sus próximas presentaciones.
Algunas fechas que aparecían en su sitio web han sido eliminadas sin explicación.
También se ha especulado sobre una posible disculpa pública o retractación, aunque sus representantes no han respondido a las solicitudes de medios de comunicación.
Mientras tanto, la tensión crece en los círculos de la música norteña.
Otros grupos han comenzado a revisar su repertorio y limitar menciones a personajes del narco por temor a represalias similares.
La delgada línea entre arte, homenaje y provocación se ha vuelto cada vez más difusa, y el precio de cruzarla puede ser la vida.
Lo ocurrido con Los Alegres del Barranco es una muestra clara del clima de terror en el que se desenvuelve la música regional mexicana.
Cuando una simple canción se convierte en una sentencia de muerte, es evidente que el arte ya no es libre, sino rehén de la violencia.
Y en esa batalla silenciosa, los músicos son los que más arriesgan.