La familia de Yolanda Saldívar ha roto el silencio tras conocerse oficialmente que no será liberada y deberá permanecer en prisión.

La decisión, tomada recientemente por las autoridades correspondientes, marca un nuevo capítulo en una de las historias más comentadas y polémicas del mundo del espectáculo latino.

Han pasado casi tres décadas desde que Saldívar fue condenada por el asesinato de la icónica cantante Selena Quintanilla, un hecho que conmocionó profundamente a millones de personas en todo el mundo.

Hoy, el nombre de Yolanda Saldívar vuelve a ocupar titulares, no por lo que hizo, sino por cómo enfrenta el peso del tiempo y la justicia.

Según declaraciones compartidas por miembros cercanos a la familia Saldívar, la reacción de Yolanda al conocer la noticia de que permanecerá tras las rejas no fue inesperada, aunque sí profundamente emocional.

Afirman que, si bien tenía ciertas esperanzas respecto a una posible libertad condicional, también se preparaba mentalmente para una negativa.

“Ella sabía que no sería fácil, pero en el fondo guardaba una pequeña esperanza.

La noticia la golpeó, pero trata de mantenerse fuerte”, dijo uno de los familiares que pidió mantenerse en el anonimato por temor a represalias y al constante escrutinio mediático que rodea el caso.

Actualmente, Yolanda Saldívar cumple una condena de cadena perpetua en la Unidad de Mujeres Mountain View, en Gatesville, Texas.

Fue declarada culpable del asesinato de Selena en marzo de 1995, tras un juicio que atrajo la atención internacional.

El crimen ocurrió el 31 de marzo de ese mismo año, cuando Saldívar, entonces presidenta del club de fans de la cantante y administradora de sus boutiques, disparó a sangre fría a Selena tras una discusión en un motel.

El impacto de aquel acto no solo puso fin a una carrera prometedora, sino que marcó para siempre a la comunidad latina en Estados Unidos y en todo el mundo.

A lo largo de los años, la figura de Yolanda Saldívar ha estado envuelta en controversia, teorías, entrevistas y hasta representaciones en series y documentales.

Mientras que para muchos es el símbolo de la traición más desgarradora, para su familia sigue siendo “una hija, una hermana, una mujer que ha cometido errores pero que también ha sufrido”, como lo expresó uno de sus allegados en una reciente conversación con medios locales.

La familia ha señalado que Yolanda vive con un constante peso emocional, agravado por el aislamiento, el estigma y la carga de saber que es responsable de una pérdida irreparable.

La reciente evaluación sobre su posible libertad condicional fue un momento tenso para todos, especialmente para su madre, quien, según fuentes cercanas, ha estado en un delicado estado de salud y esperaba que su hija pudiera algún día regresar a casa.

“Mi madre no deja de rezar por ella.

No la justifica, pero tampoco quiere verla morir en la cárcel.

Es un dolor doble: por lo que hizo y por lo que ha vivido desde entonces”, expresó un familiar.

Yolanda, según indican personas que han estado en contacto con ella, ha intentado mantener una rutina dentro del centro penitenciario.

Dedica tiempo a la lectura, participa en programas de conducta y mantiene correspondencia con algunos miembros de su familia.

No obstante, ha sido objeto de amenazas por parte de otras internas en distintas ocasiones, lo que ha llevado a que pase largos períodos bajo medidas especiales de seguridad.

“Vive cuidándose todo el tiempo.

A veces más por miedo que por arrepentimiento”, comentó una fuente cercana.

En cuanto a su estado emocional tras la decisión judicial, aseguran que se encuentra en una mezcla de resignación y tristeza.

A pesar de que ha cumplido más de 29 años de condena, sabe que su historial y la gravedad del crimen hacen casi imposible que reciba una segunda oportunidad.

“Ella no es ajena al odio que genera su nombre.

Sabe que mucha gente nunca la perdonará, y no espera que lo hagan.

Pero eso no quita que desee vivir el resto de sus días fuera de esas paredes”, dijo su prima, quien la ha visitado en varias ocasiones en los últimos años.

La familia ha insistido en que no buscan justificar sus acciones ni reescribir los hechos, pero sí piden que se escuche también su versión humana.

“Es fácil odiar cuando no se conoce todo lo que pasa dentro.

No pedimos olvido, solo comprensión.

Ya ha pagado con casi tres décadas de su vida, y aún así, sigue siendo vista como el monstruo que destruyó a una estrella”, expresó un sobrino.

También han manifestado su malestar por el tratamiento mediático que ha recibido el caso con el paso del tiempo, alegando que muchas veces se ha distorsionado o exagerado su figura para generar morbo y audiencia.

Mientras tanto, la comunidad sigue dividida.

Para los fans de Selena, y especialmente para su familia, no hay lugar para el perdón.

Consideran que Yolanda Saldívar arrebató una vida joven, un talento único y un símbolo cultural que apenas comenzaba a brillar con toda su fuerza.

Los homenajes a Selena continúan cada año, y su legado musical crece con nuevas generaciones que descubren su arte.

La figura de la cantante es celebrada, mientras que la de Saldívar permanece como un recordatorio oscuro de lo efímero de la vida y lo devastador de la traición.

Con esta última resolución judicial, todo indica que Yolanda Saldívar pasará el resto de sus días tras las rejas.

Aunque tiene derecho a solicitar revisiones periódicas de su situación, las posibilidades reales de obtener libertad son cada vez más remotas.

La decisión ha cerrado, al menos por ahora, cualquier posibilidad de una vida fuera del sistema penitenciario.

Desde el interior de la prisión, Yolanda continúa viviendo su realidad, entre recuerdos, arrepentimientos y un silencio que solo rompe con las visitas esporádicas o alguna carta ocasional.

Su historia sigue siendo una de las más trágicas y controversiales del espectáculo latino, y su nombre permanecerá, para bien o para mal, ligado para siempre al de la inolvidable Selena Quintanilla.