Cuando escuchamos el nombre de Felicia Mercado, inmediatamente recordamos a una de las villanas más memorables de las telenovelas mexicanas de los años 80 y 90.
Su elegante presencia y carisma la convirtieron en un ícono del entretenimiento, especialmente por su papel en la exitosa telenovela *Rosa Salvaje*.
Sin embargo, detrás de esa imagen deslumbrante se esconde una historia mucho más compleja y, en ocasiones, triste.
Hoy, a sus casi 65 años, Felicia enfrenta las consecuencias de cirugías estéticas fallidas, una dolorosa ruptura matrimonial y un ambiente laboral muy distinto al que conoció en su juventud.
Felicia Mercado nació el 17 de diciembre de 1959 en Tijuana, Baja California.
Desde pequeña mostró pasión por las artes escénicas, participando en presentaciones escolares que despertaron su interés por la actuación.
Su carrera comenzó en 1977 cuando ganó el certamen de belleza Miss México, un triunfo que le abrió las puertas al mundo del espectáculo.
Su debut en telenovelas fue con *El hogar que yo robé*, donde compartió créditos con la legendaria Angélica María.
A partir de ahí, su carrera despegó rápidamente, consolidándose como una actriz versátil y talentosa.
Sin embargo, su gran salto llegó en 1987 cuando reemplazó a Edith González en *Rosa Salvaje*, interpretando a Leonela Villarreal, un papel que la catapultó a la fama y la convirtió en una de las villanas más recordadas.
Felicia se especializó en papeles antagónicos, destacando en producciones como *En blanco y negro*, *Entre la vida y la muerte* y *Más allá del puente*.
Su versatilidad quedó demostrada en 1995 cuando protagonizó *Lazos de amor*, interpretando a tres hermanas trillizas, un reto actoral que cautivó al público y la crítica.
Durante esos años, Felicia vivió un auge profesional que la posicionó como una figura clave en la televisión mexicana.
Sin embargo, también enfrentó tensiones en el medio, como la conocida rivalidad con Verónica Castro durante la grabación de *Rosa Salvaje*.
Aunque los rumores hablaban de conflictos intensos, Felicia ha aclarado en entrevistas que nunca hubo motivos reales para tales enfrentamientos y que guarda respeto por su colega.
En 1997, Felicia contrajo matrimonio con Eugenio Santos Coy, con quien tuvo a su hija Francesca en 1998.
Tras el nacimiento de su hija, decidió alejarse temporalmente de la actuación para dedicarse a la maternidad, disfrutando plenamente de esa etapa.
Sin embargo, después de casi 25 años juntos, la pareja se separó discretamente en 2008.
Según fuentes cercanas, la ruptura se debió a diferencias en sus deseos de vida: mientras Eugenio quería que Felicia se quedara en casa, ella anhelaba retomar su carrera profesional.
La separación fue manejada con discreción, priorizando la privacidad y el bienestar familiar.
El mundo del entretenimiento cambió drásticamente con la llegada de nuevas plataformas y el fin de los contratos exclusivos en Televisa, lo que afectó la estabilidad laboral de muchos actores veteranos, incluyendo a Felicia.
Al regresar a México en 2019, se encontró con un mercado competitivo donde ya no bastaban las conexiones o la trayectoria, sino que era necesario audicionar y demostrar talento constantemente.
Felicia admitió que esta nueva realidad le resultaba incómoda, pero que estaba dispuesta a adaptarse.
A pesar de los retos, mantuvo su pasión por la actuación y buscó nuevas oportunidades, participando en producciones recientes como *Por amar sin ley* en 2019.
Uno de los episodios más difíciles en la vida de Felicia ha sido el impacto de las cirugías estéticas.
Buscando corregir imperfecciones y rejuvenecer su imagen, se sometió a más de 35 procedimientos, incluyendo tratamientos con bótox y biopolímeros.
Sin embargo, una mala praxis provocó deformaciones en su rostro que afectaron profundamente su autoestima y salud emocional.
Las transformaciones visibles generaron críticas en redes sociales y medios, con comentarios que la describían como irreconocible o excesivamente alterada.
A pesar de las duras opiniones, Felicia respondió con valentía, afirmando sentirse feliz consigo misma y que no le afectaban los comentarios negativos.
No obstante, quienes la conocen saben que detrás de esa fortaleza hay una lucha interna contra episodios depresivos causados por las secuelas físicas y emocionales de las intervenciones fallidas.
Gracias al apoyo psicológico, ha evitado decisiones drásticas y continúa enfrentando este desafío con resiliencia.
Tras la separación, Felicia se estableció en Miami, donde ha buscado reinventarse y explorar nuevos caminos.
Además de su regreso a la actuación, ha incursionado en el mundo empresarial, promoviendo productos de belleza y trabajando en sus memorias, compartiendo su historia de vida con sus seguidores.
A sus 65 años, Felicia disfruta de su vida de soltera, rodeada de amigas y enfocada en su crecimiento personal y profesional.
Su relación más importante hoy es con su hija Ivana Francesca, quien representa su mayor orgullo y alegría.
Ivana, nacida en 1998, ha crecido bajo el amor y apoyo incondicional de Felicia.
Actualmente estudiante en el prestigioso Pratt Institute en Brooklyn, Nueva York, Ivana ha encontrado su propio camino en el deporte y las artes, destacando como jugadora de voleibol y joven creativa con un estilo único.
Madre e hija mantienen una relación cercana y llena de amor, compartiendo momentos especiales en sus redes sociales y celebrando los logros mutuos.
Para Felicia, Ivana es su mayor bendición y la razón principal para seguir adelante con fuerza y esperanza.
La historia de Felicia Mercado es un ejemplo de perseverancia y adaptación frente a las adversidades.
Desde su ascenso a la fama como villana icónica hasta los desafíos personales y profesionales que ha enfrentado, Felicia sigue demostrando que el talento y la dignidad pueden abrir caminos incluso en tiempos difíciles.
Su vida nos recuerda que detrás del brillo de la televisión hay personas con luchas reales, que enfrentan cambios, pérdidas y triunfos.
A pesar de todo, Felicia continúa inspirando con su elegancia, fortaleza y amor por la vida.
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