El dúo argentino Pimpinela, conformado por los hermanos Lucía y Joaquín Galán, ha sido una de las figuras más emblemáticas y queridas de la música latina durante más de cuatro décadas.
Conocidos por su estilo único que combina la actuación teatral con el canto, lograron transformar las historias cotidianas de amor, desamor y conflicto en melodías inolvidables que han marcado generaciones.
A sus 72 años, Lucía y Joaquín han decidido romper el silencio y revelar la verdad detrás del fenómeno que es Pimpinela, dejando al mundo conmocionado con su historia humana y artística.

Lucía y Joaquín nacieron en Buenos Aires en una familia con fuertes raíces españolas y un carácter intenso.
Desde pequeños, ambos respiraron música, aunque sus inclinaciones artísticas parecían opuestas: mientras Joaquín se apasionaba por el pop y el rock, Lucía se inclinaba hacia la lírica y el teatro.
Sin embargo, el destino y la necesidad de sanar heridas familiares los unieron para formar un dúo que no solo sería un éxito comercial, sino también un refugio emocional para ambos.
Crecieron en un ambiente difícil, marcado por silencios, conflictos familiares y un padre con problemas de alcoholismo.
Su madre, una figura crucial en sus vidas, luchó incansablemente para mantener a la familia unida.
Estas experiencias personales se convirtieron en la materia prima de sus canciones, que reflejan las complejidades del amor y la vida familiar con una autenticidad pocas veces vista en la música popular.
El nombre “Pimpinela” fue escogido por Joaquín, inspirado en una flor tropical que simboliza protección y buena fortuna, casi como un amuleto para su carrera.
En 1981, con el apoyo del famoso cantante Luis Aguilé, lanzaron su proyecto musical que rápidamente revolucionó la escena latina.
Su estilo innovador mezclaba melodía y actuación teatral, convirtiendo cada canción en un pequeño drama o telenovela musical.
Temas como “Olvídame y pega la vuelta” no eran simplemente canciones de desamor, sino diálogos cargados de reproches, orgullo y pasión que capturaron la atención del público desde el primer momento.
Este formato único rompió moldes en el pop latino y creó una conexión profunda con los oyentes, quienes se veían reflejados en las historias que los hermanos Galán contaban con tanta intensidad.
Durante los años 80 y 90, Pimpinela se convirtió en un fenómeno imparable.
Su música cruzó fronteras y conquistó América Latina, España, Estados Unidos y Europa.
Con éxitos como “Dímelo delante de ella” y “Por ese hombre”, consolidaron un estilo propio que combinaba melodrama, emoción y verdad.
Sus conciertos eran más que simples recitales; eran auténticas puestas en escena donde el público reía, lloraba y revivía sus propias experiencias amorosas.
La teatralidad y la intensidad emocional de sus presentaciones los diferenciaron de otros artistas, haciendo que cada show fuera una experiencia catártica y memorable.
A pesar del auge de nuevos géneros como el rock en español, el pop moderno y el reggaetón, Pimpinela logró mantenerse vigente gracias a su capacidad para reinventarse sin perder su esencia.
En el nuevo milenio, sus arreglos se volvieron más sofisticados, las letras más profundas y los mensajes más universales, abarcando temas que iban más allá del amor romántico.
Además, abrazaron la era digital con inteligencia, utilizando redes sociales para acercarse a nuevas generaciones y renovando su estética visual con videoclips modernos que combinaban emoción y cinematografía.
Esta apertura al cambio les permitió seguir conectando con un público diverso y mantener su relevancia en un panorama musical en constante transformación.

Más allá de la música, Lucía y Joaquín Galán han demostrado un compromiso profundo con causas sociales.
En 1995 fundaron el Hogar Pimpinela para la Niñez, una institución dedicada a brindar refugio, educación y apoyo a niños en situación de vulnerabilidad.
Esta labor filantrópica refleja la dimensión humana de los hermanos, quienes entienden que el verdadero éxito no se mide solo en premios o ventas, sino en el impacto positivo que se deja en la sociedad.
Su legado no es solo artístico, sino también ético y solidario, convirtiéndolos en un símbolo de integridad dentro de la música latina.
Su historia es un testimonio de cómo el arte puede ser una herramienta poderosa para sanar, unir y transformar vidas.
A lo largo de su carrera, Pimpinela ha recibido numerosos discos de oro, platino y diamante, además de premios internacionales que reconocen su talento y autenticidad.
En 2019, fueron honrados con el Grammy Latino a la Excelencia Musical, un reconocimiento a su trayectoria y contribución invaluable a la cultura musical hispana.
Estos galardones, aunque importantes, son solo una parte de su legado.
Lo que realmente los distingue es la conexión emocional que han mantenido con millones de seguidores, quienes encuentran en sus canciones un espejo de sus propias vidas y emociones.

La relación entre Lucía y Joaquín, aunque marcada por tensiones y discusiones, ha sido la base sólida que sostiene a Pimpinela.
Han compartido triunfos y adversidades, y su vínculo familiar se refleja en la sinceridad y pasión de sus interpretaciones.
Incluso, su legado se ha extendido a las nuevas generaciones, con hijos, sobrinos y sobrinas que participan en la música y en las labores solidarias del hogar para la niñez.
De esta manera, la misión de Pimpinela trasciende el escenario y se convierte en una tradición familiar de amor, resiliencia y compromiso.
A pesar de sus más de 40 años de carrera, Lucía y Joaquín Galán no piensan detenerse.
Continúan girando internacionalmente, llevando su arte a nuevas audiencias y explorando nuevas sonoridades y formatos sin perder la esencia que los hizo famosos.
Su reciente gira del cuadragésimo aniversario fue una celebración vibrante de su historia y vigencia, demostrando que el fuego artístico que los impulsó desde el principio sigue encendido con la misma intensidad.

El dúo Pimpinela es mucho más que un fenómeno musical; es una historia de vida, amor, lucha y superación.
Lucía y Joaquín Galán han sabido transformar el drama cotidiano en arte, creando un legado que ha tocado el alma de millones de personas alrededor del mundo.
A sus 72 años, al romper el silencio y compartir su verdad, nos recuerdan que detrás de cada canción hay corazones humanos que sienten, sufren y aman.
Su historia conmueve y enseña que la música puede ser un refugio y un medio para sanar, unir y transformar.
Pimpinela sigue siendo un símbolo eterno de la cultura latina, un testimonio vivo de que el arte auténtico trasciende el tiempo y las modas, y que la pasión y la verdad son los ingredientes esenciales para crear música que perdura en el corazón de la gente.