El pasado lunes 9 de diciembre de 2024, Sus Majestades los Reyes de España, Felipe VI y Letizia, acudieron a la Catedral de Valencia para participar en una misa funeral en homenaje a las 222 víctimas mortales de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que golpeó con severidad la Comunidad Valenciana y otras regiones el 29 de octubre.
El acto, cargado de solemnidad y emoción, fue organizado por el Arzobispado de Valencia y presidido por el arzobispo Enrique Benavent.
A él asistieron más de 400 familiares de las víctimas, además de destacados representantes políticos, como el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, y otros líderes autonómicos y nacionales.
También participaron diversos miembros del Gobierno de España y autoridades locales, quienes se unieron en un gesto de solidaridad con las comunidades afectadas.
La misa comenzó a las 19:00 horas en un ambiente de recogimiento y luto.
La ceremonia incluyó oraciones y palabras de consuelo dirigidas a las familias de las víctimas y a todos aquellos que han sufrido las consecuencias de esta catástrofe natural.
El arzobispo Benavent expresó su gratitud hacia los Reyes por su presencia en este momento tan difícil para los afectados, destacando que “en los acontecimientos tan dramáticos vividos, también se han observado signos de esperanza y solidaridad”.
La imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados, trasladada desde la Basílica en señal de duelo, presidía el altar con un manto morado.
El simbolismo religioso estuvo acompañado de gestos de unidad, como la participación de parroquias y obispos de las “zonas cero” afectadas por la DANA.
Felipe VI y Letizia llegaron a la catedral alrededor de las 18:50 horas, vestidos de riguroso luto y con semblantes serios.
Fueron recibidos con aplausos y vítores de “¡Viva el Rey!” por los vecinos que se congregaron en las inmediaciones del templo.
Durante la misa, se colocaron en un lateral del presbiterio y siguieron atentamente la eucaristía.
Tras la ceremonia, los Reyes se acercaron personalmente a los familiares de las víctimas.
En un gesto de empatía y cercanía, dedicaron tiempo para expresar su pésame de manera individual, ofreciendo abrazos y palabras de aliento.
Este acto de consuelo personal fue recibido con gratitud por los asistentes, quienes valoraron la actitud sensible y comprometida de los monarcas.
El arzobispo Benavent, en su homilía, hizo un llamado a la solidaridad, destacando el ejemplo de aquellos que “riesgan sus vidas por salvar a otros” durante las inundaciones.
Además, subrayó la importancia de mantener viva la memoria de las víctimas y trabajar juntos para apoyar a las comunidades que siguen enfrentando las secuelas del desastre.
La ceremonia también puso de manifiesto las demandas de los afectados, quienes, aunque agradecidos por la presencia de los Reyes, también expresaron su necesidad de apoyo gubernamental más concreto.
Durante la salida del templo, se escucharon algunas voces pidiendo “menos misas y más ayudas”, reflejando la tensión y las expectativas hacia las instituciones.
La DANA del pasado octubre dejó un saldo devastador en varias comunidades de España, siendo Valencia una de las más afectadas.
Las inundaciones causaron la pérdida de vidas humanas, daños materiales cuantiosos y la destrucción de infraestructuras.
En las semanas posteriores, equipos de emergencia, voluntarios y organizaciones sociales trabajaron incansablemente para brindar asistencia y reconstruir las áreas afectadas.
Sin embargo, las familias de las víctimas y las comunidades damnificadas continúan enfrentando retos significativos.
La reconstrucción de viviendas, la recuperación de medios de vida y el apoyo psicológico son solo algunas de las necesidades que requieren atención urgente.
La misa funeral en la Catedral de Valencia no solo fue un homenaje a las víctimas, sino también un recordatorio de la resiliencia y la capacidad de unión de las comunidades ante la adversidad.
La presencia de los Reyes Felipe y Letizia simbolizó el compromiso de la Corona con los ciudadanos en momentos de dolor colectivo.
El evento concluyó con una emoción contenida y una renovada llamada a la solidaridad y acción conjunta.
Como expresó el arzobispo Benavent, “la verdadera solidaridad se demuestra poniendo a las personas en el centro de nuestras acciones”.
Esta tragedia deja como legado la importancia de trabajar unidos para superar las dificultades y construir un futuro más seguro y esperanzador para todos.