Mario Alberto Pineida Martínez, conocido como Mario Pineida, fue un futbolista ecuatoriano cuyo nombre resonó con fuerza en el mundo del deporte por su entrega, humildad y talento.

A sus 33 años, su vida fue abruptamente interrumpida por un disparo en plena calle, dejando un vacío profundo en el fútbol ecuatoriano y una serie de preguntas sin respuesta sobre los motivos detrás de su asesinato.
Nacido el 6 de julio de 1992 en Santo Domingo, Ecuador, Mario creció en un entorno humilde que moldeó su carácter y determinación.
Su familia se trasladó a Guayaquil, donde desde niño mostró pasión por el fútbol, jugando en las calles y superando dificultades económicas.
Su padre trabajaba como obrero portuario y su madre vendía empanadas para sostener al hogar.
A los 12 años, fue descubierto por un entrenador local que lo recomendó para las inferiores del Independiente del Valle.
Su carrera se construyó sobre sacrificio y perseverancia, enfrentando hambre, nostalgia y presión, pero nunca renunció a su sueño.
Debutó profesionalmente en 2012 y rápidamente se consolidó como un lateral derecho confiable, conocido por su velocidad, disciplina táctica y temple emocional.

Mario Pineida se convirtió en un símbolo de esfuerzo silencioso y humildad.
En 2015, se estableció como titular indiscutible en Independiente del Valle, equipo que alcanzó la final de la Copa Libertadores en 2016, marcando un hito en la historia del club.
Su desempeño llamó la atención de la selección nacional y fue convocado para representar a Ecuador en diversas competiciones internacionales.
En 2017, fichó por Barcelona SC, el club más popular de Ecuador, donde continuó demostrando su carácter y liderazgo dentro y fuera del campo.
En 2022, tuvo una breve experiencia internacional en Brasil con Fluminense FC, que aunque no fue destacada, le dejó importantes lecciones de vida.
Regresó a Ecuador en 2023, asumiendo un rol de mentor para jóvenes jugadores y mostrando una madurez distinta.
Mario mantenía una relación discreta con su esposa Mónica, con quien tuvo dos hijos.
Se casaron en secreto y compartían una vida alejada de los reflectores, enfocándose en proyectos como una escuela deportiva para niños en su barrio natal.
Sin embargo, en 2025 comenzaron a notarse cambios en su comportamiento: pérdida de peso, uso de un segundo celular, ausencias inexplicables y un aire de tensión que inquietaba a quienes lo rodeaban.
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Un incidente en septiembre de 2025, cuando se negó a celebrar un gol y se quedó mirando al cielo, pasó casi desapercibido, pero hoy se interpreta como un presagio de lo que vendría.
Amenazas anónimas, seguimientos a su familia y llamadas intimidatorias marcaron sus últimos meses.
Contrató seguridad privada y mantuvo reuniones con un abogado desconocido, mientras rumores sobre deudas y vínculos peligrosos comenzaron a circular.
El 17 de diciembre de 2025, Mario asistió a una cena con excompañeros y salió temprano manejando solo.
En la avenida de las Américas, dos hombres armados lo interceptaron y le dispararon sin mediar palabra.
Murió en el acto, dejando a su familia y al país en shock.
La policía habló de un posible ajuste de cuentas, pero la investigación sigue abierta y sin avances significativos.
Su muerte dejó muchas preguntas sin respuesta.
¿Qué secretos ocultaba? ¿Quién quiso silenciarlo y por qué? Su esposa y amigos han pedido respeto y privacidad, mientras el fútbol ecuatoriano llora la pérdida de un jugador ejemplar.

Mario Pineida no fue un jugador mediático ni escandaloso, sino un profesional que se ganó el respeto por su esfuerzo y lealtad.
Su historia es un recordatorio de que el éxito no siempre protege y que detrás de la fama hay vidas humanas con complejidades y desafíos invisibles.
Su legado trasciende el fútbol: es la historia de un niño que soñó con ser grande, que luchó contra la adversidad y que dejó una huella imborrable en su comunidad.
La pregunta que queda es si su muerte servirá para abrir un diálogo sobre la protección y el cuidado de los deportistas y sus familias, y para buscar justicia en un caso que todavía clama por respuestas.