Bolo Yeung sorprendió al revelar que detrás del mito invencible de Bruce Lee hubo un hombre llevado al límite por su disciplina extrema y la presión de cambiar Hollywood, una exigencia que, según él, terminó pasando una factura trágica y conmovedora a una leyenda eterna.
Más de cinco décadas después de la muerte de Bruce Lee, el nombre del legendario artista marcial vuelve a ocupar titulares tras unas declaraciones recientes de Bolo Yeung, actor y fisicoculturista chino que compartió pantalla y entrenamientos con él, y que decidió hablar con una franqueza que sorprendió tanto a fanáticos como a especialistas en cine y artes marciales.
En una entrevista concedida durante un encuentro privado con seguidores y prensa especializada en Hong Kong, Bolo Yeung, hoy con más de 70 años, aseguró que detrás de la imagen invencible de Bruce Lee existía una realidad mucho más compleja, humana y exigente de lo que el público imaginó durante décadas.
Bolo Yeung, recordado por su papel como el imponente villano en Operación Dragón (1973), conoció a Bruce Lee a finales de los años sesenta, cuando ambos trabajaban en la industria cinematográfica de Hong Kong y compartían entrenamientos intensivos.
“Bruce no era un dios, era un hombre obsesionado con superarse”, afirmó Yeung durante la charla.
Según su relato, Lee entrenaba hasta el límite de sus capacidades físicas, combinando artes marciales, levantamiento de pesas, resistencia cardiovascular y estudios filosóficos, todo en una rutina que dejaba poco espacio para el descanso.
“Dormía poco, entrenaba demasiado y siempre quería ir un paso más allá”, recordó.
Las declaraciones de Yeung reavivaron viejos debates sobre el estilo de vida de Bruce Lee y las circunstancias que rodearon su muerte el 20 de julio de 1973 en Hong Kong, cuando tenía apenas 32 años.
Oficialmente, la causa fue un edema cerebral, pero desde entonces han circulado innumerables teorías.
Sin alimentar conspiraciones, Bolo Yeung fue claro al señalar que, en su opinión, el mayor enemigo de Bruce Lee fue su propia exigencia extrema.
“Nunca escuchaba cuando su cuerpo le pedía parar”, dijo.
“Creía que la disciplina lo podía todo”.
Durante la entrevista, Yeung también recordó momentos íntimos y poco conocidos del actor.
Contó que, en los descansos de rodaje, Bruce solía hablar de su miedo a quedarse atrás y de su presión por demostrar que un asiático podía triunfar en Hollywood.
“Sentía que cargaba con una responsabilidad enorme”, explicó.
“No solo quería ser famoso, quería cambiar la forma en que el mundo veía a los artistas marciales y a los actores chinos”.
Esa presión, según Yeung, lo empujó a una vida de constante tensión física y mental.
El actor también se refirió a los rumores sobre rivalidades y conflictos en los rodajes, desmintiendo la imagen de enfrentamientos constantes.
“Bruce era intenso, sí, pero también respetuoso”, aseguró.
“Si algo no le gustaba, lo decía de frente, no por la espalda”.
En cuanto a su relación personal, Yeung afirmó que existía admiración mutua, aunque reconoció que Bruce Lee mantenía cierta distancia emocional.
“No se permitía bajar la guardia, ni siquiera con los amigos”.
Las palabras de Bolo Yeung generaron una oleada de reacciones en redes sociales, donde miles de seguidores debatieron si estas revelaciones humanizan o debilitan el mito de Bruce Lee.
Para muchos expertos, lejos de empañar su legado, lo refuerzan.
“Entender el sacrificio real detrás del ícono lo hace aún más admirable”, comentó un historiador del cine asiático tras conocerse las declaraciones.
La familia de Bruce Lee no emitió un comunicado oficial, aunque en el pasado han defendido que su legado debe ser recordado con respeto y sin sensacionalismo.
Bolo Yeung cerró su intervención con una reflexión que resonó entre los asistentes.
“Bruce Lee no fue invencible”, dijo con voz pausada.
“Fue grande porque se atrevió a empujarse más allá de lo humano, incluso pagando un precio muy alto”.
Sus palabras, cargadas de respeto y nostalgia, ofrecen una mirada distinta sobre una figura que sigue inspirando a millones en todo el mundo, recordando que detrás del mito había un hombre real, brillante, vulnerable y profundamente decidido a dejar una huella eterna.
