La casa que alguna vez fue símbolo de recuerdos felices y sueños de infancia para la reconocida actriz mexicana Salma Hayek, hoy se ha convertido en un triste escenario de abandono y tragedia.
Ubicada en el estado de Veracruz, esta propiedad, que también perteneció al fallecido cantante Joan Sebastian y más tarde a su hijo, Julián Figueroa, ardió recientemente en un incendio que ha despertado nostalgia y preocupación entre los vecinos y fanáticos.
Lo que alguna vez fue un hogar lleno de vida y risas, hoy no es más que un conjunto de ruinas carbonizadas que evocan una historia de descuido, herencias complicadas y el paso implacable del tiempo.
De acuerdo con reportes locales y declaraciones recogidas por el programa El Gordo y la Flaca, el siniestro se originó después de que algunas personas sin hogar ingresaran al inmueble y encendieran una fogata para resguardarse del frío.
La negligencia y el abandono hicieron el resto: las llamas se propagaron rápidamente dentro de la casa, consumiendo gran parte de lo que quedaba en pie.
El incidente dejó al descubierto el deterioro extremo en el que se encontraba la propiedad, que ya había sido saqueada y desmantelada en los últimos años.
Esta casa tiene una historia notable.
Originalmente pertenecía al padre de Salma Hayek, el empresario Sami Hayek Domínguez, quien la vendió a Joan Sebastian hace varias décadas.
Durante los años setenta, Salma pasó buena parte de su infancia entre sus muros, jugando en sus amplios jardines y disfrutando de la vida veracruzana antes de mudarse con su familia a Coatzacoalcos.
Años más tarde, el “Poeta del Pueblo” decidió comprarla, atraído por su valor histórico y por la belleza del entorno.
Según los reportes, Joan Sebastian solía pasar temporadas en el lugar, inspirado por la tranquilidad del sitio.
El artista, que falleció en 2015, dejó la propiedad en herencia a su hijo Julián Figueroa, fruto de su relación con la actriz Maribel Guardia.
Durante un tiempo, Julián manifestó la intención de restaurarla o transformarla en un pequeño rancho familiar, pero su vida terminó prematuramente en 2023, truncando cualquier plan de recuperación.

Desde entonces, la casa quedó completamente deshabitada, sumida en el abandono y el olvido.
Con el paso del tiempo, el deterioro se hizo evidente.
Las rejas de hierro forjado fueron robadas, las puertas de madera desaparecieron y los techos comenzaron a colapsar.
Lo que antes fue una joya arquitectónica con toques coloniales terminó convertido en un refugio improvisado para personas sin hogar y, en algunos casos, en un foco de actividades ilegales.
Vecinos de la zona denunciaron en varias ocasiones la situación, pero las autoridades locales poco pudieron hacer al no existir responsables directos del mantenimiento del inmueble.
“Es una verdadera lástima”, lamentó uno de los habitantes cercanos al lugar, en entrevista con el programa televisivo.
“Esa casa es parte de la historia de Veracruz. Aquí jugaba Salma Hayek cuando era niña, y después venía Joan Sebastian a componer canciones. Ahora solo quedan ruinas, basura y recuerdos.”
Las imágenes mostradas por los reporteros de El Gordo y la Flaca revelan paredes ennegrecidas por el fuego, vidrios rotos y un jardín cubierto de maleza.

El incendio no solo despertó tristeza, sino también preguntas sobre el futuro de la propiedad.
Según el testamento de Julián Figueroa, el inmueble forma parte de la herencia destinada a su hijo, el pequeño José Julián, quien apenas tiene unos años de edad.
En teoría, será él quien en el futuro herede este pedazo de historia, aunque actualmente la gestión recae en los administradores del patrimonio familiar.
No obstante, dadas las condiciones en las que se encuentra el lugar, muchos dudan que pueda rescatarse.
Expertos en patrimonio arquitectónico han señalado que, a pesar de su deterioro, la casa podría tener un valor histórico y cultural considerable.
Fue construida con materiales típicos de la región, con un estilo que mezcla influencias coloniales y mediterráneas, y durante un tiempo se consideró una de las residencias más elegantes del Veracruz antiguo.
Sin embargo, la falta de mantenimiento, el vandalismo y ahora el incendio han puesto en riesgo su preservación definitiva.
El fuego, según los primeros informes, comenzó en una de las habitaciones centrales y se propagó hacia el techo de madera, que colapsó parcialmente.
Afortunadamente, no se reportaron víctimas humanas, aunque los daños materiales son totales.
“Era cuestión de tiempo para que algo así sucediera”, comentó un vecino que presenció el siniestro.
“Por las noches se veía gente entrando y saliendo. Nadie vigilaba, nadie respondía. Ahora solo quedaron cenizas.”

Lo que más ha sorprendido a muchos es la cadena de tragedias que parece rodear esta propiedad.
Desde la muerte de Joan Sebastian hasta la de su hijo Julián, pasando por los conflictos legales sobre las herencias, el inmueble ha sido un símbolo silencioso de la fragilidad de la fama y del peso que deja la ausencia.
Lo que alguna vez fue un hogar lleno de música y creatividad se convirtió en una metáfora del abandono y la pérdida.
Salma Hayek, por su parte, no ha hecho declaraciones públicas sobre el incendio.
Sin embargo, personas cercanas a la actriz aseguran que guarda profundos recuerdos de su infancia en esa casa, y que su familia siempre la consideró un lugar muy especial.
“Era una casa con alma”, dijo en una ocasión un amigo de la familia Hayek. “Allí nació su amor por el arte, por la naturaleza, por la vida sencilla.”
Hoy, los restos de aquella mansión representan una época que ya no volverá.
Entre los muros ennegrecidos aún parece resonar la voz de Joan Sebastian, la risa de una pequeña Salma, y el eco de un México más inocente y soñador.
Los vecinos esperan que las autoridades o los herederos tomen cartas en el asunto, ya sea para restaurarla o al menos proteger lo poco que queda.

Mientras tanto, el lugar se ha convertido en un triste recordatorio de cómo el descuido puede borrar incluso los capítulos más luminosos de la historia.
En palabras de un reportero local: “Esa casa no solo era de Julián Figueroa o de Joan Sebastian, era parte de la memoria colectiva. Hoy, su fuego apagó algo más que paredes: apagó un pedazo de nuestra cultura.”
Así, entre las cenizas del pasado y la incertidumbre del futuro, la casa donde creció Salma Hayek sigue en pie, herida, silenciosa, pero llena de historias que resisten al olvido.
Su destino, ahora, dependerá de la voluntad de quienes aún creen que los recuerdos merecen ser rescatados antes de que el tiempo los consuma por completo.