💔Óscar Pulido entregó su vida al amor… pero el final fue el olvido más cruel

Óscar Pulido fue mucho más que un actor de comedia.

Nacido en la Ciudad de México, se convirtió en uno de los rostros más queridos del cine nacional gracias a su versatilidad, su simpatía natural y ese toque de humanidad que imprimía en cada uno de sus personajes.

Actuó junto a grandes leyendas como Pedro Infante y Jorge Negrete, y durante años fue sinónimo de alegría, complicidad y talento genuino.

Pero lo que muy pocos sabían es que, lejos del brillo de los reflectores, Pulido vivía un drama personal que marcaría su destino para siempre.

En plena cúspide de su carrera, se enamoró perdidamente de una mujer ajena al mundo del espectáculo.

Ella, de carácter fuerte y mirada profunda, le robó el corazón en un instante.

Contra todo pronóstico, Óscar abandonó proyectos, rechazó contratos y se alejó del medio artístico para dedicarse por completo a su vida personal.

“Lo hizo por amor”, dirían después quienes fueron testigos del cambio radical.

Ese amor, sin embargo, no le dio la estabilidad que él buscaba.

Con el tiempo, las dificultades económicas comenzaron a golpear su hogar.

Las ofertas de trabajo dejaron de llegar, y los amigos del medio —esos que tanto lo aplaudieron— comenzaron a desaparecer.

A pesar de todo, Pulido nunca se arrepintió de su decisión.

“Prefiero vivir por amor que morir por fama”, habría dicho en una conversación privada, según relató un antiguo compañero de reparto.

Los últimos años de su vida los vivió en silencio, lejos de cámaras y sin mayores lujos.

Sus días transcurrían en una modesta casa, rodeado de recuerdos, fotografías ajadas y una nostalgia que pesaba más que cualquier guion olvidado.

Las nuevas generaciones apenas lo recordaban, y el cine mexicano, tan cambiante y cruel, le dio la espalda sin una despedida digna.

Aún así, quienes lo conocieron aseguran que Óscar mantenía la sonrisa.

“Nunca dejó de bromear.

Decía que mientras pudiera contar un chiste, seguía vivo”, relató una vecina que lo acompañó en sus últimos días.

Sin embargo, detrás de esa risa quedaba un hombre marcado por el olvido.

La mujer por la que lo dejó todo también lo dejó a él, años antes de su muerte, lo que terminó por apagar la poca luz que le quedaba en el corazón.

Murió sin homenajes, sin prensa, sin cámaras.

Sólo unos cuantos lo despidieron, en un funeral discreto que contrastaba con los aplausos que alguna vez llenaron salas de cine enteras.

Ni siquiera recibió un reconocimiento oficial por parte de la industria a la que tanto le entregó.

Y sin embargo, para quienes sí lo recuerdan, su legado es imborrable.

Hoy, a décadas de su partida, su historia regresa como un eco necesario.

Porque Óscar Pulido no fue solo “el gracioso” o “el compañero simpático”.

Fue un hombre que amó con el alma, que apostó por la vida más allá de los reflectores, y que terminó pagando ese amor con el más cruel de los precios: el olvido.

Pero si algo nos enseña su vida es que, a veces, el verdadero valor no está en lo que se gana, sino en lo que se está dispuesto a perder por amor.

Y Óscar… lo perdió todo, sí.

Pero lo hizo con el corazón en la mano.

Y eso, aunque muchos lo hayan olvidado, lo hace eterno.