La historia de Víctor Iturbe, conocido popularmente como “El Pirulí”, sigue siendo una de las más enigmáticas y trágicas dentro del mundo del espectáculo mexicano.
Su muerte, ocurrida el 28 de noviembre de 1987, marcó un antes y un después en la relación entre la farándula y el crimen organizado, dejando un misterio que hasta hoy genera rumores, sospechas y teorías conspirativas.
En el centro de esta tormenta se encuentra Jorge Vargas, entonces comandante de la Dirección de Seguridad Pública, quien siempre negó cualquier implicación, aunque su nombre quedó ligado para siempre a este caso.
La historia entre Jorge Vargas y Víctor Iturbe comenzó mucho antes del trágico desenlace.
Ambos arrancaron sus carreras en el mundo del entretenimiento y la seguridad pública más o menos al mismo tiempo, pero la relación entre ellos nunca fue cordial.
Víctor, con fama de bocón y fanfarrón, presumía abiertamente de su fortuna y sus conquistas amorosas, lo que irritaba profundamente a Jorge, cuya carrera estaba en un momento complicado.
Mientras Jorge atravesaba dificultades laborales y personales, su esposa, Lupita de Alesio, brillaba con luz propia en el mundo artístico.
Por su parte, El Pirulí se jactaba de su éxito económico y sentimental, llegando incluso a insinuar que mantenía una relación con la famosa Verónica Castro, a quien le dedicó una canción que se volvió un éxito.
Esta actitud provocó celos y resentimientos que sembraron la semilla de una enemistad peligrosa.
La tensión entre ambos aumentó cuando Víctor Iturbe, en su papel de don Juan, intentó seducir a Lupita de Alesio, esposa de Jorge Vargas.
Según se cuenta, le dijo que dejara a Jorge porque él la trataba mejor y podía ofrecerle una mejor vida.
Este acto fue la gota que derramó el vaso para Jorge, quien explotó al enterarse.
Aunque Lupita nunca cedió a las insinuaciones del Pirulí, la relación entre ella y Jorge se deterioró por otros motivos.
Finalmente, Lupita dejó a Jorge por Jorge Reynoso, futbolista estrella del Club América, priorizando su carrera artística sobre su vida familiar.
Este abandono afectó profundamente a Jorge, quien se vio inmerso en un círculo de celos, resentimientos y frustraciones que marcaron su vida personal y profesional.
Durante este tiempo, Víctor no dejaba pasar oportunidad para burlarse de Jorge en sus shows, atacando directamente su ego y su situación familiar.
Esta guerra de palabras y humillaciones públicas aumentó la tensión hasta niveles insostenibles.
El 28 de noviembre de 1987, la Ciudad de México se estremeció con la noticia del asesinato de Víctor Iturbe en su propia casa en Atizapán de Zaragoza.
Una ráfaga de disparos acabó con su vida, y la escena del crimen estuvo marcada por irregularidades y manipulaciones que dificultaron la investigación.
Lo más sorprendente fue que el primero en llegar a la escena fue Jorge Vargas, lo que generó inmediatamente sospechas sobre su posible implicación en el crimen.
Los medios no tardaron en señalarlo como posible autor intelectual o material del asesinato, aunque él siempre negó cualquier responsabilidad.
La sombra de la duda persiguió a Jorge hasta el final de sus días, alimentada por rumores de venganza, celos y rivalidades personales.
Sin embargo, nunca se presentó una acusación formal ni pruebas concluyentes que lo vincularan directamente con el asesinato.
Víctor Iturbe era conocido por su estilo de vida ostentoso y extravagante.
Sus cadenas de oro, anillos con diamantes, casas y coches de lujo llamaban la atención en una época en que México atravesaba una crisis económica severa.
Su fortuna levantó sospechas sobre el origen de sus ingresos, ya que sus presentaciones y discos no justificaban semejante derroche.
Se rumoreaba que tenía conexiones con negocios turbios y gente poderosa, lo que alimentaba teorías sobre la verdadera razón detrás de su asesinato.
Incluso se mencionó que poseía un globo aerostático y una avioneta Cessna, símbolos de un estatus económico poco común para un cantante de boleros.
La vida amorosa de Víctor Iturbe también estuvo marcada por controversias.
Estaba casado con Irma, madre de sus dos hijos, pero tenía fama de ser infiel y de tener múltiples romances, incluyendo un noviazgo con Verónica Castro.
Este vínculo con Verónica fue significativo, ya que la apoyó en momentos difíciles de su vida y le dedicó una canción que se volvió icónica.
Las infidelidades y celos dentro de su matrimonio fueron un caldo de cultivo para conflictos personales que podrían haber influido en su trágico destino.
A lo largo de los años, han circulado diversas teorías sobre el asesinato del Pirulí.
Una de las más impactantes sugiere que estaba involucrado en un romance con la esposa de un político poderoso de Matamoros, quien habría ordenado su ejecución al descubrir la infidelidad.
Otras hipótesis apuntan a deudas de juego o negocios ilícitos como motivos del crimen.
La familia de Víctor vendió rápidamente la casa donde ocurrió el asesinato y desapareció del radar público, complicando aún más la investigación y dejando el caso en la impunidad.
Tras su muerte, la música de Víctor Iturbe desapareció misteriosamente de las radios y programas de nostalgia.
Durante años, no se escucharon sus canciones en emisoras ni en recopilaciones, como si alguien quisiera borrar su legado y memoria.
Este silencio forzado ha sido interpretado como resultado del miedo o la influencia de personas poderosas que prefirieron mantener el caso en la oscuridad, dejando una leyenda envuelta en misterio y tragedia.
Antes de convertirse en una estrella del bolero, Víctor Iturbe trabajó como payaso en un parque acuático en Acapulco, donde recibió su apodo “El Pirulí” debido a su delgadez y aspecto peculiar.
Su carrera musical despegó tras mudarse a Puerto Vallarta y formar un grupo para tocar boleros en un pequeño hotel, donde su talento comenzó a ser reconocido.
Su voz y carisma conquistaron al público, y su carrera alcanzó grandes éxitos, pero también estuvo marcada por excesos y contradicciones que finalmente lo llevaron a un destino trágico.
A pesar de las sombras que rodean su muerte, Víctor Iturbe dejó un legado musical que sigue vivo en el corazón de quienes aman el bolero.
Su historia es un reflejo de la lucha, el amor, la traición y el talento inmortal que trascendió más allá de su trágico final.
Su vida y muerte continúan siendo objeto de análisis y reflexión, recordándonos que detrás del brillo y la fama pueden esconderse secretos oscuros y realidades complejas.
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