José Alfredo Jiménez, apodado el rey de la música ranchera, es una de las figuras más emblemáticas de la cultura mexicana.
Su legado musical ha trascendido generaciones, pero pocos conocen los detalles más íntimos y dolorosos que rodearon sus últimos años de vida y su trágico final.
Tras cinco años padeciendo de cirrosis hepática, enfermedad que finalmente le arrebató la vida, José Alfredo enfrentó no solo el deterioro físico, sino también conflictos personales y una vida sentimental turbulenta que marcaron sus últimos días.
En 1972, José Alfredo y Alicia Juárez estrenaron el que sería su último álbum juntos.
En ese momento, el cantante ya arrastraba una enfermedad severa: cirrosis hepática, causada presumiblemente por su excesivo consumo de alcohol, un hábito común en su vida como artista.
A pesar del diagnóstico, José Alfredo decidió ocultar la gravedad de su estado y continuó con su vida cotidiana, tomando solo medicamentos para aliviar los síntomas, como la intensa comezón que inicialmente confundió con sarna.
Durante ese tiempo, comenzó una relación sentimental con Alicia Juárez, una joven cantante con quien se casó en 1970.
La diferencia de edad y la compleja dinámica entre ambos provocaron tensiones y eventualmente la ruptura.
Juárez acusó a José Alfredo de maltrato y reveló que él mantenía cartas de amor dirigidas a otras figuras famosas, como la cantante Irma Serrano y la actriz María Félix.
Mientras tanto, la salud del cantante empeoraba, y aunque vivían juntos, la relación estaba marcada por el distanciamiento y el sufrimiento.
En febrero de 1973, José Alfredo fue ingresado de emergencia tras un desmayo en una función de cine.
Su caída alarmó a los presentes, quienes pensaron que había sufrido un ataque armado debido al fuerte ruido que provocó su caída.
Este episodio reflejaba el rápido avance de su enfermedad, la cual ya era irreversible.
Los médicos le informaron que le quedaban apenas dos meses de vida.
Desde ese momento, José Alfredo pasó más tiempo en la Clínica Londres de la Ciudad de México que en su propia casa.
A pesar de su deterioro, José Alfredo hizo una aparición memorable en televisión, interpretando su canción “Gracias”.
En esa presentación, aunque visiblemente débil, mostró esperanza y gratitud hacia su público.
Fue también en esos días cuando contactó a su amiga cercana, la cantante Chavela Vargas, para cumplir un último deseo: recorrer los bares de la ciudad y cantar juntos por última vez.
Durante tres días, en el mítico bar Tenampa, ambos compartieron momentos de camaradería y despedida.
Sin embargo, la salud del cantante continuó empeorando.
Fue hospitalizado de forma permanente, y su familia acondicionó la suite 113 para su comodidad.
Durante las semanas siguientes, José Alfredo sufrió complicaciones severas, incluyendo varices en el esófago que se reventaban, provocándole hemorragias y un sufrimiento constante.
Fue sometido a una operación quirúrgica que inicialmente pareció exitosa, pero en menos de 24 horas su estado se complicó aún más.
Finalmente, el 23 de noviembre de 1973, José Alfredo Jiménez falleció a los 47 años, víctima de la cirrosis hepática que lo había alejado de los escenarios durante sus últimos nueve meses.
Su muerte conmocionó a México y a toda la comunidad artística.
Desde su pueblo natal, Dolores Hidalgo, hasta la capital, se rindieron homenajes multitudinarios.
Artistas internacionales como Emilio “El Indio” Fernández asistieron a sus funerales, y Chavela Vargas, en un acto emotivo, cantó junto al ataúd mientras bebía tequila.
El cuerpo de José Alfredo fue trasladado a Dolores Hidalgo, Guanajuato, donde fue sepultado en el panteón local.
En su tumba, se inmortalizó la frase “La vida no vale nada”, tomada de una de sus canciones más emblemáticas.
Este epitafio resume la filosofía de vida y la melancolía que impregnó muchas de sus composiciones.
Para entender la magnitud del impacto de José Alfredo Jiménez en la música ranchera, es necesario repasar su trayectoria.
Nacido el 19 de enero de 1926 en Guanajuato, México, vivió allí hasta los 11 años, cuando la muerte de su padre obligó a la familia a mudarse a la Ciudad de México en busca de mejores oportunidades.
Desde muy joven, José Alfredo trabajó para contribuir al hogar, desempeñándose como camarero y practicando fútbol, mientras componía sus primeras canciones inspiradas en sus experiencias amorosas.
Su talento fue descubierto por el cantautor Andrés Huesca, quien grabó la canción “Yo” escrita por Jiménez, catapultándolo a la fama en 1950.
Posteriormente, el director artístico Mariano Rivera Conde lo contrató para arreglar canciones para grandes estrellas como Jorge Negrete y Pedro Infante.
A pesar de no saber tocar ningún instrumento y no confiar en su voz, José Alfredo se convirtió en uno de los compositores más importantes de México, reconocido incluso por Agustín Lara.
Su carrera musical se consolidó con éxitos como “Ella”, que, aunque censurada en un principio por su letra, le dio el impulso definitivo.
En 1952 se casó con Paloma Gálvez, con quien tuvo dos hijos, pero la relación terminó en 1960 debido a sus excesos con el alcohol y su infidelidad.
Posteriormente, tuvo otra relación con la actriz Mari Medel, con quien tuvo cuatro hijos, aunque también enfrentó rumores de infidelidad.
A lo largo de su vida, José Alfredo combinó su carrera musical con trabajos en cine, teatro, televisión y radio, realizando giras internacionales.
Sin embargo, el diagnóstico de cirrosis hepática en 1968 marcó el inicio de su declive físico.
A pesar de ello, siguió trabajando y grabando hasta 1972, cuando lanzó su último álbum junto a Alicia Juárez.
La relación con Juárez también tuvo repercusiones en su amistad con Vicente Fernández, debido a conflictos relacionados con derechos de autor y acusaciones de plagio.
No obstante, la música de Jiménez continuó siendo un referente en México y más allá, llegando incluso al espacio, donde su canción “El hijo del pueblo” fue utilizada por el astronauta José Hernández.
La vida personal de José Alfredo estuvo marcada por polémicas y tragedias, incluyendo acusaciones de abuso doméstico y abortos espontáneos durante su relación con Alicia Juárez, quien en 2018 publicó un libro narrando su historia juntos.
Sin embargo, más allá de las controversias, su legado musical permanece intacto y es interpretado por grandes artistas como Javier Solís, Lola Beltrán, Juan Gabriel y Luis Miguel.
José Alfredo Jiménez no solo dejó un vasto repertorio de canciones que forman parte del alma mexicana, sino que también dejó una huella imborrable en la cultura popular.
Su vida, llena de éxitos, excesos, amores y penas, refleja la intensidad de un artista que vivió y murió entregado a su pasión: la música ranchera.
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