El Trágico Final de Carlos Salinas de Gortari: ¿El Hombre que Quiebro a México?
Carlos Salinas de Gortari nació el 3 de abril de 1948 en la Ciudad de México, en una familia con profundas raíces políticas.
Su padre, Raúl Salinas Lozano, fue senador y ministro en gobiernos del PRI, marcando un camino que Carlos seguiría con ambición y preparación académica.
Graduado en economía por la UNAM, y con maestría y doctorado en Harvard, Salinas se distinguió desde joven por su inteligencia y visión global.
Su carrera política comenzó en la década de 1970, escalando rápidamente gracias a su formación técnica y conexiones familiares.
En 1982, durante la presidencia de Miguel de la Madrid, ocupó el cargo de secretario de programación y presupuesto, consolidándose como una figura clave dentro del PRI.
En 1987 fue designado candidato presidencial del PRI, en un proceso tradicional llamado “dedazo”, donde el presidente saliente elegía a su sucesor.
La elección de 1988 fue una de las más controversiales en la historia de México.
Cuauhtémoc Cárdenas, líder de una coalición opositora, parecía ganar cuando el sistema de conteo colapsó misteriosamente, para luego mostrar a Salinas como ganador.
Este episodio, conocido como “la caída del sistema”, generó protestas masivas.
Miles acusaron fraude electoral mientras el PRI quemaba las boletas, destruyendo cualquier posibilidad de verificar el conteo.
La legitimidad de Salinas quedó manchada desde el inicio y la desconfianza hacia las instituciones creció.
Durante su sexenio, México vivió momentos oscuros.
Tres muertes políticas sacudieron al país: Manuel Cloutier, un crítico del PRI, murió en un accidente sospechoso; Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI y esperanza de renovación, fue asesinado en 1994; y Francisco Ruiz Massieu, secretario general del PRI, fue también víctima de un homicidio relacionado con rivalidades internas y la familia Salinas.
Estas tragedias sembraron miedo y desconfianza, mientras Salinas impulsaba reformas económicas neoliberales.
Privatizó bancos, empresas telefónicas y líneas aéreas, y firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), integrando a México en el mercado global.
Aunque la inflación bajó y la inversión extranjera creció, la economía mostraba fragilidades ocultas.
El peso mexicano fue sobrevalorado artificialmente, perjudicando a productores nacionales y creando dependencia de capital especulativo.
En 1994, un levantamiento zapatista evidenció la pobreza indígena y la desigualdad social.
La crisis política y económica se agravó con el asesinato de Colosio y Ruiz Massieu, provocando fuga masiva de capitales.
Al concluir su mandato, Salinas entregó la presidencia a Ernesto Zedillo, quien enfrentó la devaluación del peso conocida como el “error de diciembre” o “efecto tequila”.
Esta crisis hundió la economía, con una contracción del PIB del 6.2%, quiebras masivas y desempleo récord.
La clase media, que había confiado en Salinas, sufrió duramente.
La popularidad de Salinas se desplomó y fue acusado de ocultar la verdadera situación económica.
Su legado se volvió un símbolo de corrupción y crisis, mientras rumores sobre su familia y escándalos financieros emergían.
Su hermano Raúl fue arrestado por el asesinato de Ruiz Massieu, generando más controversia.
Salinas decidió exiliarse, primero en Estados Unidos y Canadá, y luego en Dublín, Irlanda, donde adquirió propiedades en zonas exclusivas.
En 2021 obtuvo la nacionalidad española, lo que generó críticas en México.
Actualmente vive discretamente entre el Reino Unido y España, alejado del ojo público.
Durante años, periodistas valientes intentaron desentrañar los secretos de su gobierno y familia, enfrentando amenazas y censura.
Documentos filtrados revelaron cuentas en el extranjero y posibles vínculos con sobornos y desvíos millonarios, aunque sin pruebas concluyentes contra Salinas.
Su vida personal también estuvo envuelta en rumores, incluyendo supuestas relaciones con figuras públicas y un hijo secreto, aunque nunca confirmados.
La imagen pública de Salinas como un hombre que controla redes de poder y medios persiste.
Su modelo neoliberal transformó México, modernizando sectores clave y atrayendo inversión extranjera.
Sin embargo, concentró la riqueza en pocos empresarios cercanos al poder, aumentando la desigualdad y dejando a muchas comunidades marginadas.
El legado de Carlos Salinas es un debate abierto.
Para algunos, fue un reformador visionario; para otros, un manipulador responsable de fracturas sociales y económicas profundas.
Su sexenio dejó marcas imborrables que todavía moldean el México actual.
Las muertes políticas, la crisis económica, los escándalos financieros y los rumores personales forman un rompecabezas complejo que desafía una interpretación simple.
Mientras México avanza, la figura de Salinas sigue siendo un símbolo de poder, controversia y misterio.
El trágico final político de Carlos Salinas de Gortari no solo refleja la caída de un hombre, sino también las heridas de un país que aún busca reconciliarse con su pasado.
La historia de su gobierno es una lección sobre el costo humano y social de la corrupción y las decisiones políticas.
¿Podrá alguna vez México cerrar este capítulo?
La respuesta está en la memoria colectiva y en la búsqueda constante de verdad y justicia que demanda la sociedad.
Por ahora, la sombra de Salinas sigue presente, recordándonos que el poder sin transparencia puede destruir naciones enteras.
