A los 84 años, Alberto Vázquez finalmente confesó quién fue el verdadero amor de su vida, revelando así una faceta poco conocida del artista que marcó profundamente su existencia personal y artística.
Alberto Vázquez Gurrola nació el 20 de abril de 1940 en Guaymas, Sonora, y es considerado una leyenda del rock and roll mexicano.
Su carrera musical es extraordinaria, abarcando más de 60 años y cerca de 100 álbumes grabados.
Conocido por canciones emblemáticas como *Maracas*, *El pecador* y *Olvídalo*, Alberto conquistó no solo escenarios, sino también corazones.
Desde muy joven, su vida amorosa estuvo llena de polémicas, controversias y escándalos.
Apenas con 16 años, protagonizó su primer matrimonio con Marcela, una mujer de 30 años a quien engañó respecto a su verdadera edad, asegurando tener 22.
Este matrimonio terminó rápidamente cuando su padre lo anuló legalmente, marcando así el inicio de una vida sentimental llena de dramas.
No tardó en casarse nuevamente, esta vez con una mujer danesa llamada Ena Larsen, pero el matrimonio fue efímero, durando apenas dos meses.
Ena se sintió profundamente traicionada al enterarse de la relación de Alberto con la famosa actriz mexicana Isela Vega, quien se convertiría en la madre de su hijo Arturo.
Esta relación, aunque apasionada, también fue tormentosa.
Isela abandonó abruptamente al cantante después de verlo con otra mujer, llevándose consigo el secreto de su embarazo.
Alberto tardó varios años en conocer a Arturo, en medio de disputas emocionales con Isela.
Durante los años 70, mantuvo una relación secreta con Angélica María, aunque nunca explicaron públicamente por qué terminó aquel romance.
Posteriormente, Alberto encontró cierta estabilidad junto a María del Rosario Hoyos, con quien tuvo tres hijas, incluyendo gemelas.
Pero nuevamente apareció Ena Larsen, provocando una prolongada batalla judicial que incluso llevó al cantante a prisión.
Entre estos difíciles episodios, Alberto logró momentos de felicidad al lado de Mónica Hoyos, quien se convirtió en un pilar fundamental en su vida.
Con Mónica tuvo una relación amorosa y duradera, hasta que ella falleció víctima del cáncer en 2003, dejando a Alberto sumido en profunda tristeza.
Fue después de esta tragedia cuando, en 2005, Alberto conoció a Elizabeth Ranea, una mujer española 43 años menor que él.
Esta relación causó controversia por la diferencia de edad, pero eso no impidió que el amor entre ambos floreciera.
Finalmente, la pareja formalizó su unión en abril de 2022, después de 18 años juntos.
Alberto ha expresado públicamente su frustración por la atención mediática centrada en la diferencia de edad, defendiendo la autenticidad del vínculo con Elizabeth, con quien además tuvo un hijo llamado Juan Alberto.
Recientemente, a sus 84 años, Alberto Vázquez sorprendió al revelar abiertamente que, aunque Elizabeth es un amor significativo, fue Mónica Hoyos quien realmente marcó su corazón para siempre.
Confesó que Mónica fue el amor más puro y auténtico que vivió, siendo ella la persona que más profundamente comprendió y aceptó sus defectos y virtudes.
La pérdida de Mónica, admitió con sinceridad, dejó en él una cicatriz imposible de borrar.
Actualmente, Alberto enfrenta problemas de salud que lo han obligado a retirarse de los escenarios después de décadas de éxito.
Aunque sigue grabando música junto a su familia, ya no puede presentarse en conciertos por recomendación médica.
Su hijo Arturo confirmó que, pese a las limitaciones físicas, Alberto mantiene una gran pasión por su carrera artística y desea preservar su legado musical junto a su familia.
Así, entre éxitos musicales, matrimonios tormentosos y confesiones reveladoras, Alberto Vázquez deja en claro que detrás del ícono del rock and roll mexicano se encuentra un hombre profundamente sensible.
A pesar de todas las dificultades y controversias, siempre vivió intensamente cada capítulo de su vida.
Hoy, más allá de la fama y las polémicas, la confesión sobre el amor inolvidable hacia Mónica Hoyos revela al hombre detrás del mito: alguien que amó profundamente, que sufrió grandes pérdidas, pero que finalmente encontró una relativa paz.
Alberto acepta ahora que, aunque el corazón nunca olvida, la vida siempre continúa adelante.
