A sus 75 años, Charytín Goyco Rompe su silencio dejando al mundo CONMOCIONADO

La vida de Charytín Goyco, conocida como “la rubia de América”, es mucho más que una historia de éxito artístico.

Detrás de su eterna sonrisa y su impecable imagen pública, se esconde una historia marcada por el dolor, la resiliencia y el poder transformador del amor y la fe.

Nacida el 23 de mayo de 1954 en República Dominicana bajo el nombre de María del Rosario Goico Rodríguez, su infancia estuvo lejos del brillo de los reflectores.

Creció en un hogar donde la violencia era parte del día a día. Su padre, un hombre de fe pero con un temperamento violento bajo el efecto del alcohol, maltrataba a su madre.

Ese entorno lleno de miedo y tensión marcó profundamente a la pequeña Charytín, quien aprendió desde temprana edad a resistir y a enfrentar la vida con valentía.’

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Uno de los episodios más impactantes que relata en su autobiografía fue cuando su padre, en un intento desesperado por evitar que su madre la llevara a España, la condujo a un burdel.

Un hecho desgarrador que dejó una huella imborrable en su alma. Sin embargo, entre tanto caos, Charytín encontró un refugio en el entretenimiento.

Desde niña supo que había nacido para el arte. Su sensibilidad y creatividad fueron moldeadas por las adversidades.

También vivió experiencias espirituales y tuvo premoniciones que parecen salidas de una película.

A pesar de considerarse una persona “rara”, como ella misma lo dice, abrazó esa rareza y la convirtió en su mayor fortaleza.

Su madre, aunque víctima del maltrato, fue su ejemplo de fuerza. Incluso tras una discusión que terminó con su hospitalización, nunca dejó de enseñarle el valor de levantarse una y otra vez.

Charytín Goyco | Festival de Cine Global Dominicano

Charytín no solo conquistó al público, también enfrentó una vida que muchos preferirían olvidar. Escribir su autobiografía fue, en sus palabras, “más difícil que vivirla”.

Sin embargo, decidió hacerlo, compartiendo su testimonio como un acto de sanación y esperanza.

Una de las confesiones más dolorosas fue su reencuentro con su padre, ya en su adultez.

Al llamarlo “papi”, él respondió con frialdad: “No me digas papi, eso es de mujeres de la vida alegre”. Un momento que definió la distancia emocional entre ambos.

La muerte de sus padres también dejó un vacío profundo. Su padre falleció en 2012, y su madre en 2019. Para ella, su madre fue su amor incondicional, su refugio y su fuerza.

A pesar de estas pérdidas, Charytín logró regresar a la televisión, enfrentando los retos con la misma determinación que siempre la caracterizó.

Recordó con cariño su paso por “El show del mediodía” y cómo su llegada a Puerto Rico cambió su vida. Allí conoció al amor de su vida, Elín Ortiz, con quien se casó en 1974 tras solo dos meses de relación.

Él se convirtió no solo en su esposo, sino en su mayor apoyo, creyó en ella cuando nadie más lo hacía. Su matrimonio con Elín fue como un guion de película.

A pesar de la diferencia de edad y los antecedentes de él, fue un compañero paciente, respetuoso y lleno de amor.

Charytín confesó que sin él no sabe si habría podido sanar las heridas de su pasado. Tuvieron tres hijos: Salim, nacido en 1979, y los mellizos Adina y Alexander, nacidos en 1989.

Charytín Goyco Archives | LosMocanos.com

Más tarde, se convirtió en abuela, un rol que la llenó de dicha. Renovaron sus votos matrimoniales en 2007, reafirmando el amor que los unía.

Sin embargo, la vida la golpeó con la pérdida de uno de sus hijos, un dolor tan profundo que ni las cámaras podían disimular.

Luego, el Alzheimer llegó a su hogar, robándole poco a poco al hombre que amaba.

Elín falleció en 2016 tras una larga batalla contra la enfermedad. A pesar de todo, Charytín decidió levantarse.

Su fe católica la ha sostenido en los momentos más oscuros. Desde niña ha tenido una conexión espiritual especial, escuchando voces que la alertaron en momentos de peligro.

Aunque en su juventud exploró el tarot, decidió dejarlo al sentirse abrumada por las visiones que tuvo.

Ha pedido a Dios que no le permita ver a su esposo fallecido, aunque admite haber tenido visiones de personas muertas.

Durante la pandemia de COVID-19, vivió momentos de soledad e introspección.

Alejada de sus hijos, enfrentó la distancia y el aislamiento refugiándose en la escritura y la música, aunque admite que hay una canción que aún no puede cantar sin llorar.

A sus 75 años, Charytín sigue activa en el mundo del espectáculo. Tras más de cuatro años de ausencia, volvió al teatro, al cine y a la televisión.

Su participación como jueza en “Tu cara me suena” fue una de sus experiencias más recientes, compartiendo panel con grandes figuras.

Su regreso fue bien recibido por el público, demostrando que su carisma sigue intacto.

Afirma que su energía viene de nacimiento, pero también de su actitud positiva, su fe y un “toque” de retoque estético.

Para ella, la edad es solo un número. Su deseo es seguir trabajando hasta los 97 años, como decía Celia Cruz, porque “los artistas nunca se retiran”.

La vida de Charytín Goyco es un testimonio vivo de que, a pesar del dolor, siempre se puede seguir adelante.

Su historia, llena de luz y sombra, es una lección sobre el poder de la fe, el amor, la perseverancia y la capacidad del ser humano para transformar las heridas en fuerza.

Con más de cinco décadas de carrera, sigue siendo un ícono de elegancia, carisma y autenticidad.

Su legado no solo está en sus éxitos profesionales, sino en su ejemplo de vida. Porque como ella misma dice: “De las tormentas nacen los cielos despejados”.

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