A sus 58 años, Enrique Peña Nieto ha reaparecido en la esfera pública de una forma que nadie esperaba.
Después de años de silencio, el expresidente de México ha decidido hablar, y lo que dijo ha dejado al país entero en estado de conmoción.
Durante una entrevista cuidadosamente agendada, Peña Nieto abordó, por primera vez con franqueza, los momentos más oscuros y controvertidos de su administración.
Habló sobre los escándalos de corrupción que lo persiguieron durante y después de su sexenio, sobre los contratos opacos, las acusaciones en contra de funcionarios cercanos y sobre cómo estos hechos afectaron su vida personal.
“Sé lo que la gente piensa de mí”, confesó. “Pero hay muchas verdades que aún no se conocen.”
Sus declaraciones no solo fueron sorprendentes por su contenido, sino por el tono pausado, reflexivo y, por momentos, profundamente humano.
Reconoció errores, pero también defendió políticas públicas que, según él, fueron malinterpretadas o saboteadas desde dentro.
Además, habló de su retiro autoimpuesto de la vida política, de su exilio discreto en el extranjero y de las dificultades que enfrentó en su vida sentimental después del divorcio.
“Tuve que desaparecer para entender todo lo que hice mal… y todo lo que hice bien”, declaró con una mirada serena.
El país, dividido entre quienes aún lo ven como símbolo de corrupción y quienes lo consideran víctima de un sistema complejo, ha reaccionado con una mezcla de sorpresa, escepticismo y renovado interés.
¿Está Peña Nieto preparando su regreso a la vida pública?
¿O simplemente busca limpiar su imagen antes de desaparecer definitivamente del ojo mediático?
Lo cierto es que, por primera vez en mucho tiempo, sus palabras han vuelto a ponerlo en el centro de la conversación nacional.
Y el eco de lo dicho aún resuena en todos los rincones de México.