Inés Gómez Mont, una vez conocida como una de las figuras más queridas de la televisión mexicana, fue un símbolo de éxito, lujo y fama.
Durante años, su sonrisa cautivadora y su presencia en TV Azteca la convirtieron en una figura prominente, adorada por millones.
Junto a su esposo, el influyente abogado Víctor Manuel Álvarez Puga, formaron una de las parejas más poderosas y seguidas por los medios.
Vivían en un mundo de extravagancia: jets privados, vacaciones internacionales, ropa de diseñador, mansiones en Ciudad de México y Miami, todo mientras se mantenían en el ojo público.
Sin embargo, detrás de esta fachada de perfección, se gestaba una tormenta que terminaría por destruir su cuento de hadas.
En septiembre de 2021, la Fiscalía General de la República acusó a Inés y su esposo de desviar miles de millones de pesos provenientes de contratos gubernamentales destinados a programas de salud, seguridad y desarrollo social.
El fraude, según los fiscales, alcanzó más de 3000 millones de pesos, aproximadamente 146 millones de dólares.
Las acusaciones no solo incluían el desfalco financiero, sino también lavado de dinero a través de más de 50 empresas fantasma, muchas de ellas registradas a nombre de personas de bajos recursos o incluso fallecidas.
Estas empresas ficticias habrían sido utilizadas para generar facturas falsas y ocultar el rastro del dinero público, lo que constituyó uno de los delitos más graves según la ley mexicana.
El escándalo no solo afectó su imagen pública, sino que también reveló la hipocresía de una mujer que solía compartir mensajes sobre gratitud y valores familiares en redes sociales, pero que, según las autoridades, estaba profundamente involucrada en un esquema que desviaba fondos destinados a mejorar la vida de los más necesitados.
Mientras los hospitales carecían de insumos y muchas comunidades vivían sin servicios básicos, Inés y su esposo posaban en yates y disfrutaban de un estilo de vida de lujo.
Este contraste entre su vida pública y sus acciones privadas dejó al público atónito.
La reacción de Inés y su esposo a las acusaciones fue desaparecer de la vida pública.
Tras emitirse las órdenes de arresto en su contra en septiembre de 2021, ambos se esfumaron, dejando detrás un vacío en las redes sociales.
Las teorías sobre su paradero comenzaron a proliferar, con rumores que apuntaban a lugares como Miami, República Dominicana, España e Italia, pero ninguna pista concreta surgió.
La desaparición de la pareja se convirtió en una obsesión nacional, y la Fiscalía General de la República emitió una ficha roja a través de Interpol para alertar a 194 países sobre su estatus de fugitivos.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades, Inés y Víctor lograron mantenerse en el anonimato.
Sin embargo, el misterio que rodeaba su paradero solo creció con el paso del tiempo.
En 2022, se sugirió que podrían haberse sometido a cirugías faciales para alterar su apariencia, y los informes de inteligencia apuntaban a una lujosa villa en las Bahamas o incluso a Guatemala, pero ninguna pista fue confirmada.
Mientras tanto, su familia, amigos y equipo legal guardaban silencio, lo que solo alimentaba la especulación.
En enero de 2023, Inés rompió su silencio.
A través de un mensaje en Instagram, descalificó las acusaciones en su contra, calificándolas de absurdas e infundadas.
Afirmó ser víctima de una campaña de desprestigio y sostuvo que tanto ella como su esposo estaban siendo perseguidos por un supuesto complot político.
Sin embargo, su defensa no convenció a los analistas legales, quienes señalaron que no había evidencia sólida para respaldar sus afirmaciones.
Los fiscales y expertos en la materia resaltaron que, en lugar de refutar las pruebas concretas en su contra, Inés se había centrado en apelar a la empatía pública.
En el ámbito legal, las autoridades mexicanas continuaron su búsqueda.
A principios de 2025, se descubrió que Inés y Víctor habían adquirido una mansión en un vecindario exclusivo de Miami, lo que indicaba que habían colocado su riqueza fuera del alcance de la justicia mexicana.
Los investigadores encontraron que esta propiedad había sido financiada con un crédito hipotecario respaldado por propiedades en Miami y Palm Beach, lo que mostraba la sofisticación de su estrategia financiera.
A medida que el caso se desarrollaba, la situación familiar de Inés también se complicaba.
Su exesposo, Javier Díaz, presentó denuncias por alienación parental, acusando a Inés de impedirle ver a sus hijos y de ocultar su paradero.
Mientras tanto, Inés luchaba por la custodia de sus seis hijos, cuatro de ellos de su matrimonio anterior y dos con Víctor.
En medio de su fuga, la madre había decidido transferir la custodia temporalmente a su madre o a otros familiares para proteger a los niños, quienes se encontraban atrapados entre el caos y la huida de la pareja.
El caso de Inés Gómez Mont y su esposo ha trascendido más allá del ámbito legal y se ha convertido en un símbolo de la impunidad en México.
Mientras los mexicanos se preguntan cómo los poderosos pueden escapar de la justicia, la historia de Inés y Víctor sigue siendo un misterio.
Aunque han logrado evadir la captura durante más de tres años, las autoridades aseguran que la red se está cerrando, y el día en que finalmente enfrenten la justicia parece estar cada vez más cerca.
