Sergio Fachelli, una de las leyendas vivientes de la música romántica en América Latina, hoy vive una realidad muy distinta a la época dorada que lo vio brillar.
Casi a sus 80 años, su vida actual transcurre en la calma, lejos de los grandes escenarios, de las luces intensas y de los aplausos multitudinarios que alguna vez definieron su carrera.
Nacido en Montevideo, Uruguay, desde muy pequeño mostró una sensibilidad musical fuera de lo común, golpeando ollas y sartenes en casa hasta que sus padres decidieron canalizar su energía inscribiéndolo en clases formales de música a los seis años.
Lo que comenzó como una forma de contener su hiperactividad, terminó encendiendo una llama creativa que jamás se apagaría.
Estudió en el prestigioso conservatorio Franz Liszt, donde se formó en teoría musical, piano y acordeón, y para los 11 años ya estaba graduado, con una sólida base que lo acompañaría durante toda su carrera.
A los 16, influenciado por el auge del rock y por bandas como los Rolling Stones, formó su propio grupo, Trigo Verde, con el que se hizo conocido en la escena del rock uruguayo, realizando giras por toda Sudamérica.
Poco después, dejó su país para expandir sus horizontes, uniéndose a grupos españoles y trabajando con grandes figuras, lo que lo llevaría eventualmente a formar parte del círculo cercano de Camilo Sesto, uno de los máximos exponentes de la música latina.
Fue allí, en los años setenta, donde comenzó su transformación definitiva: de músico acompañante a compositor, productor y estrella.
Escribió más de 60 canciones, muchas de ellas con gran éxito, como “Ahora encadenados”, “Te amo” o “Adiós, mi alma”, y colaboró con íconos como Ángela Carrasco, Nidia Caro y José José.
Uno de sus mayores logros fue componer “Aléjate”, una balada interpretada por José José que aún hoy es considerada una de las más intensas de su repertorio.
En 1984, lanzó el álbum “Hay amores y amores”, que lo catapultó al estrellato internacional, vendiendo millones de copias y recibiendo discos de oro y platino en varios países.
Pero su vida personal no fue tan luminosa como su carrera.
En 1986, se casó con la joven actriz mexicana Laura Flores, en lo que parecía ser una historia de amor perfecta.
Sin embargo, tras solo tres años de matrimonio, la relación terminó en medio del silencio y el dolor.
Años después, Laura revelaría públicamente que vivió episodios de abuso y violencia, además de ser testigo del consumo de drogas, hechos que marcaron profundamente su vida.
Ella misma lo describió como una lección amarga que la ayudó a madurar y a educar a sus hijos sobre los límites del amor sano.
Tras el escándalo, Fachelli se alejó progresivamente de los escenarios, aunque nunca dejó de crear.
Construyó su propio estudio de grabación, trabajó en la producción de otros artistas y mantuvo una vida discreta y reservada.
En 2018, después de 16 años fuera del ojo público, reapareció con un emotivo concierto en Monterrey, donde demostró que su pasión por la música seguía viva.
Hoy, sin compañía discográfica ni representante, administra su canal de YouTube “Sergio Facheli TV”, donde comparte grabaciones antiguas, reflexiones y nuevos proyectos.
Ha dicho que no le teme a morir en el escenario, porque para él la música es la razón de su existencia, y un artista nunca muere si su canción sigue sonando en el corazón del público.
Aunque la fama y el bullicio de los ochenta hayan quedado atrás, Sergio Fachelli sigue siendo, para muchos, una voz que marcó una época.
Vive una vida más tranquila, acompañado de sus recuerdos, de su música y de los fieles que aún lo siguen y lo recuerdan con cariño.
Lejos del escándalo y del ruido mediático, permanece como un símbolo de talento, resiliencia y romanticismo.
Porque aunque el tiempo haya pasado, su legado musical continúa resonando, recordándonos que detrás de cada gran canción, hay una vida, una historia, y un corazón que aún late al compás del amor.